San José, 9 de junio de 2019

Señoras y señores Diputados

Asamblea Legislativa

República de Costa Rica

Distinguidas señoras y señores Diputados:

Con este documento respondemos a la carta emitida por parte de un grupo de docentes e investigadores de la Escuela de Ciencias Políticas (en adelante ECP) de la UCR, con el propósito de que el proyecto de reforma constitucional N° 20.127 (sobre la reforma a la elección de la Asamblea Legislativa) no sea analizado y discutido en una Comisión y, posteriormente, en el Plenario. Esto rompería la práctica democrática que ha caracterizado al Congreso costarricense de dar admisibilidad a proyectos que, con el consenso de diversas fracciones legislativas, han llegado al punto en el que está el N° 20.127 y atentaría contra el propósito mismo del proyecto:  atender el descontento ciudadano por no sentirse representados en el órgano más importante de la representación política, la Asamblea Legislativa.

  1. Oportunidad de discutir la única propuesta de reforma al sistema electoral legislativo

Dicho grupo de la ECP de la UCR se opone a que la propuesta sea admitida por la Asamblea Legislativa dado que, según afirman, “…vendría a poner en serio riesgo la convivencia y la gobernabilidad democráticas”. Desde ese momento se contradicen, pues hacen lo contrario de  lo que corresponde a las y los  académicos de una universidad pública: pretenden negar a la sociedad costarricense la oportunidad de examinar en profundidad la propuesta de reforma al sistema electoral más seria y bien fundamentada que este país ha conocido en muchos años, y ponen presión sobre el Parlamento para que la rechace ad portas. Negarse a debatir los problemas estructurales sí pone en grave riesgo la convivencia y la gobernabilidad democráticas, dado que nos encontramos ante una creciente brecha entre la clase política y el electorado, en parte como consecuencia de un sistema electoral rígido que veda todo protagonismo al elector, impide la necesaria cercanía entre el Congreso y el electorado, lo que les dificulta a ustedes su importante labor.

  1. Simulaciones con rigor científico

No existe forma técnica de adivinar la voluntad de un pueblo a la hora de hacerla patente en las urnas.   Simular el comportamiento de un modelo contra los datos reales (con las limitaciones que tal ejercicio conlleva), para observar los resultados que produce, es el mínimo rigor científico que uno esperaría de una propuesta de reforma electoral seria, como esta. Es una herramienta usada desde la Ingeniería hasta las Ciencias Sociales. Por ejemplo, ese instrumento permitió descartar, por inviable, otra reforma electoral planteada en 2012 en el proyecto N° 18.331 que le pasó inadvertida al grupo de la ECP. Desde Poder Ciudadano ¡Ya! (PCY) atendimos las entonces fundamentadas advertencias de un matemático, publicadas en el Semanario Universidad sobre dicho proyecto, y modificamos el rumbo de nuestro trabajo. Eso es lo que permite la discusión en democracia.

La carta suscrita por varios docentes de la ECP no contiene serias y fundamentadas advertencias, contiene desinformación. Les negamos todo derecho a acusarnos de querer engañarles a ustedes, señoras y señores diputados, con lo que llaman “datos engañosos revestidos de supuesta cientificidad”. Los datos son los del Tribunal Supremo de Elecciones en cada elección examinada. Mucho trabajo y tiempo nos llevó asignar los centros de votación dentro de los límites de cada distrito electoral (DE), demarcar los DEs respetando los límites provinciales, y correr el modelo para ver los muy positivos resultados que producía. Es el mínimo rigor que la tarea demanda.

Asimismo, fueron las simulaciones las que nos permitieron corroborar que el modelo que proponemos es mucho más proporcional (la relación entre los votos emitidos hacia un partido político y los escaños obtenidos) que el vigente. Sometimos nuestros resultados al reconocido Índice de Mínimos Cuadrados  del investigador británico Michael Gallagher[1], lo que da a nuestro modelo un puntaje superior de proporcionalidad al que dicho Índice asigna al sistema actual. Quien considere tener una mejor idea de reforma electoral, para darle carácter de propuesta tendrá por fuerza que someterla a pruebas cuantitativas. Nos agradaría mucho que la discusión se ampliara con otras propuestas rigurosas que sean planteadas desde otros ámbitos, y que se debatan a fondo en el Congreso.

  1. Sobre el número de los 84 diputados

La política es el arte de lo posible, no de lo téorico.  Lo que no dicen los miembros de la ECP al criticar nuestra propuesta, es que los métodos técnicos reconocidos hoy en el mundo sugieren a Costa Rica un número de entre 114 y 170 diputados[2], dependiendo del que se escoja.  Olvidan también que nuestros Constituyentes previeron un parámetro automático de aumento del número de diputados proporcional al crecimiento de la población, el cual fue eliminado en 1961 cuando el Congreso aumentó de 45 a 57, no sin manifestar que comprendían que en el futuro ese número tendría que crecer.

Nuestra decisión de 84 obedece a dar un paso en la necesaria dirección, aumentando en solo un 50% el número actual de diputados y dejar un número intermedio entre la cantidad actual y los 114 que sugieren expertos de Francia y Estados Unidos[3].  Apoyaremos por supuesto que se utilice nuestro sistema con otro número superior de curules.   Sin embargo, ¿creen ustedes, como legisladores, que sea viable aumentar el número de escaños más allá de esta cantidad?

  1. Sobre los distritos electorales

Nos critican que “las simulaciones se construyen con distritos electorales tentativos o apenas diseñados como una posibilidad entre muchas”. ¿Acaso no estarían reprobando una distribución “definitiva” de DEs con todo tipo de argumentos? Y si no hacíamos dicha construcción, ¿cómo se probaría el modelo? ¿Haciendo nada? ¿O esperando a que otro proponga algo para salir a destruirlo?

Nuestra propuesta contempla una lista nacional de 84 diputados, con 42 de ellos electos por distritos electorales. Únicamente para poder simular el comportamiento del modelo establecimos una distribución tentativa de esos distritos por todo el territorio nacional, siguiendo 3 de los criterios que la doctrina recomienda (contigüidad geográfica, densidad poblacional y nivel de desarrollo). El número y forma de definición de los distritos electorales deberán definirse luego de la discusión legislativa, con el concurso y discusión junto al TSE – uno de los órganos electorales mejor calificados del mundo-,  de los partidos políticos, la Academia y otras instituciones. Razones sobran para no proceder con prisa en este punto y no hacerlo en un órgano político como la Asamblea Legislativa. Posteriormente se podrá incorporar a la legislación electoral.

  1. Comparaciones con otros países

La ingeniería constitucional comparada es una de las fuentes más respetables de conocimiento y de mejora de los sistemas democráticos. Desde luego que Alemania y Nueva Zelanda son países muy distintos al nuestro, pero preferimos inspirarnos en sociedades avanzadas, que en países más cercanos a los que no aspiramos a parecernos. Podrían las señoras y los señores profesores de la ECP  tomarse el tiempo de estudiar el trabajo riguroso mediante el cual, después de examinar prácticamente todos los sistemas electorales de las democracias avanzadas, los neozelandeses optaron por el Sistema Mixto Proporcional (SMP) también llamado Proporcional Personalizado, implementado y sobradamente probado en Alemania. Y si Costa Rica es muy distinto a Nueva Zelanda, también este país era muy distinto a Alemania  en 1996 cuando adoptó el SMP. Y es aún muy distinto hoy en día. Pero el modelo funcionó, funciona, está probado; no es una ocurrencia nuestra[4].

  1. Sobre la proporcionalidad y la naturaleza del sistema propuesto

En su libelo, mostrando total incomprensión del Sistema Mixto Proporcional o Proporcional Personalizado, el grupo de profesores de la ECP lo denigran al acusarlo de ser mayoritario y mencionan que, en consecuencia, habrá un predominio de los partidos más grandes  y la supresión de la representación política de las minorías. Esta es la mayor inexactitud propalada en ese escrito. Bajo este sistema electoral, al elector se le dan dos papeletas, en una vota por una o un diputado de su distrito electoral y, en la otra, vota por la lista nacional que es electa mediante criterios proporcionales; a través de un proceso matemático simple estas dos papeletas se entrecruzan y, así, la que define el número de diputadas y diputados para cada partido político es esa lista nacional proporcional. Siendo así, si un partido político obtuvo el 20% de los votos, obtendrá aproximadamente el 20% de los escaños. Los resultados en los DEs están sujetos a lo que dicta la lista nacional, lo cual proteje la representación de las minorías. La proporcionalidad es el valor fundamental del SMP y negarlo, por parte de este grupo de la ECP sólo demuestra un deseo de desinformar desde su propia incomprensión del modelo. La más destacada doctrina en Ciencias Políticas sustenta nuestra afirmación[5].

La representación política de las minorías está garantizada, siempre y cuando superen el umbral del 4% que fijamos en el proyecto. Tómese el ejemplo del Frente Amplio (FA): en las elecciones 2018 obtuvo 84,337 votos, de un total de 2, 137,556, para un 3,95%. Si hubiesen obtenido tan solo 1,165 votos más en todo el país, hubiesen elegido entre 3 y 4 diputados. ¿Cuál es el propósito del umbral?: disminuir la hiperfragmentación en la AL, para mejorar la gobernabilidad. La excesiva atomización política obra en detrimento de la gobernabilidad. En Alemania y en NZ el umbral es del 5%. Elegimos un 4% para ser coherentes con el mínimo que exige la Constitución para el otorgamiento de la deuda política.   Así como pueden aceptar este umbral que proponemos, bien podrían considerar otro.  Eso también debe discutirse, sopesando los pros y contras de las posibles opciones.

Por otra parte, “el riesgo de reducción de pluralidad de partidos” pues “los distritos uninominales mayoritarios tienden a reducir el número de partidos” que atribuyen las y los académicos en su carta, no es más que un mito superado por la doctrina especializada más moderna, que contempla otras variables además del sistema electoral.[6] Sin ningún fundamento ni explicación acusan al modelo de desincentivar la participación ciudadana y aumentar el abstencionismo. Por el contrario, el acercamiento entre electores y representantes que se daría gracias a la votación en DEs, tiene el potencial para generar lo opuesto.

  1. La elección mayoritaria en los DEs

Es cierto que las diputaciones por DE se elegirían por mayoría absoluta, pero, como ya se dijo, la proporcionalidad del sistema no se ve afectada, dado que la elección de esos distritos depende de la lista nacional electa de manera proporcional, la cual define el número de diputados por partido político. Al contrario, con una única circunscripción nacional como se propone, podría bajar considerablemente el puntaje de desproporcionalidad de nuestro sistema electoral. Es decir, permitiría que la distribución de curules sea más fiel a la voluntad de los votantes. Si la Asamblea Legislativa considerara que esa regla es inconveniente, puede introducirse en el proyecto la elección a dos vueltas en los distritos electorales; así, si ningún candidato obtiene al menos el 40% de los votos, la segunda vuelta se realizaría entre los dos más votados, lo cual incentivaría la cultura de las coaliciones entre los partidos políticos, tan común en democracias avanzadas y daría mayor protagonismo a los electores, al permitirles efectuar un voto estatrégico y mantener la tradición costarricense de elegir representantes por mayoría proporcional.

  1. La política de campanario

Les preocupa a nuestros detractores que los intereses locales predominen sobre los nacionales, como si el modelo no tuviera  una lista nacional. Afirman que “los diputados electos por distrito tienden a exigir más cosas al Ejecutivo para su distrito a cambio de votos a proyectos de interés nacional”. ¡Por supuesto que exigirán más! Hoy son costarricense de segunda clase, solo que los profesores de la ECP, no lo han notado. Costa Rica no es un país: son dos países, uno embutido dentro de otro. La Costa Rica de la periferia es mucho más pobre que la del Valle Central. Consúltese www.costaricapropone.go.cr para ver la brecha, que más que asombrosa, es vergonzosa: los cantones de la periferia, desde la Cruz, Guanacaste, hasta Golfito, Puntarenas, promedian un índice de Progreso Social (IPS) de 66,25 y están ranqueados en los puestos entre 61 y 81. Los cantones del Valle Central promedian en torno a 77,49 y están ranqueados entre 3 y 45. Con excepción de Upala, estos cantones de la periferia nunca han elegido un diputado a la AL. El Programa Estado de la Nación concluyó que hay una probable correlación entre el bajo progreso social y la sub-representación política, y viceversa: los territorios menos desarrollados tienen menos capacidad y oportunidad de tener representantes en la Asamblea.

Al hacer tal afirmación, dicho grupo de la ECP no comprende que el resguardo equitativo de los intereses de todas las zonas del país significa, a fin de cuentas, la protección del interés nacional.  ¿Quieren las señoras y señores de la ECP preservar el status quo? ¿Para beneficio de quién?   ¿O es que preferimos no hacer nada para intentar atender la delicada tendencia histórica abstencionista que traemos?

  1. Sobre la paridad de género

Si bien consideramos la paridad de género electoral como un avance democrático fundamental, el proyecto 20.127 no se refiere a ella ya que nos basamos en lo que hoy está reglado en la Constitución para la elección legislativa. Si bien los artículos 33 y 95, así como la Convención Americana de Derechos Humanos, aseguran la imposibilidad de regresión en esa materia,  concretamente para la elección de la Asamblea Legislativa proponemos ahora avanzar y elevar ese principio a rango constitucional, como lo han hecho otros países latinoamericanos (entre ellos México cuyo sistema electoral es Mixto y ha alcanzado paridad de género en el Congreso).

Como punto de inicio para la discusión, y adoptando la propuesta que nos hicieron llegar recientemente dos profesionales[7] que no forman parte de PCY, pero que comparten el espíritu cívico y desinteresado que nos caracteriza,  proponemos que se incluyan los requisitos de paridad de género horizontal para las candidaturas en los DEs y la alternancia de género vertical en las postulaciones de la Lista Nacional.  Esto, además de preservar la paridad en la lista nacional, forzaría a los partidos a visibilizar y hacerse responsables frente a los electores, del manejo que hagan de las candidaturas en los distritos electorales. Con gusto podemos hacerles llegar una propuesta de reforma a la redacción del artículo 106 en ese sentido.

También les instamos, señoras y señores diputados, a valorar y debatir en el momento oportuno otras soluciones posibles  a este tema tan fundamental.

  1. La disciplina partidaria

El sistema actual de elección de diputados ni de cerca garantiza la disciplina partidaria, ¿por qué entonces exigirle esto al nuevo sistema? ¿No es acaso tarea de los partidos políticos fomentar la congruencia ideológica y la cohesión de sus representantes?  Por el contrario, al proponer la carrera parlamentaria, el proyecto Nº20.127 permitiría a los partidos exigir disciplina y congruencia si es que quieren reelegirse, además de que nos permitiría capitalizar el conocimiento y la experiencia adquiridas a través de los años en el Congreso.   ¿No mejora esto en mucho el escenario actual en que los electores no tenemos idea de qué piensan los candidatos por los que nos piden votar?

  1. El debate salvaguarda la democracia

Señoras y señores diputados, agradecemos la atención que le han dedicado al proyecto y respetuosamente les instamos a continuarla en una comisión especial.  Como ciudadanos, hicimos -y continuaremos haciendo- nuestro mejor esfuerzo por plantear las que vemos como mejores prácticas para renovar nuestro sistema de elección de diputados, mas nunca hemos dicho que el proyecto sea perfecto. Comprendemos que se puede mejorar desde la redacción hasta aspectos técnicos: siempre hemos estado abiertos a que sea enriquecido y perfeccionado.  Asimismo, hemos dicho que una reforma de este calado debería ir acompañada de otras como la de financiamiento político y una ley de partidos. La reforma electoral legislativa es una parte de la reforma requerida, pero muy importante y necesaria.

La frustración y el descontento del pueblo con la democracia y con la Asamblea Legislativa son contundentes. Mantener el estado actual de cosas sería desatenderlos y evadir una gran responsabilidad. En ustedes está la oportunidad de inscribirse en la historia patria asumiendo este reto, como han asumido otros en este primer año de gestión.    No esperemos una crisis política para enfrentar el tema.   La oportunidad la tienen hoy y cientos de ciudadanos de muy diversos ámbitos de la Patria esperamos su respuesta.

[1] Sobre el tema ver Gallagher, M. y Mitchell, P. (Eds.). (2005). The Politics of Electoral Systems. Oxford: Oxford University Press, p. 598. Dicho Índice es reconocido como el más exacto para medir la proporcionalidad por parte del investigador holandés Arend Lijphart en la p. 67 de Lijphart, A. (1994). Electoral Systems and Party Systems. A Study of Twenty-Seven Democracies 1945-1990. Oxford: Oxford University Press.

[2] Sobre este punto ver Matthew Shugart y Rein Taagepera, estadounidense y estonio, respectivamente,  pp. 28 a 31 de Shugart M. y Taagepera R., Votes From Seats, Cambridge: Cambridge University Press (2017), y al autor costarricense Diego González Fernández González D. (2017), Aplicación del Modelo Alemán a la Elección de Diputados en Costa Rica. San José: Editorial IFED-TSE y Fundación Konrad Adenauer, pp. 35-41 y 72-80

[3] On the Optimal Number of Representatives, Auriol Emmanuelle y Gary-Bobo Robert, Escuela de Economía de Toulouse y Escuela de Economía de París, Marzo 2008.

[4] Ver, en este sentido, las opiniones a favor de este sistema electoral de importantes doctrinarios como: los canadienses André Blais y el Louis Massicotte en la p. 63 de Blais, A. y Massicotte, L. (2002). Electoral Systems. En L. LeDuc, R. Niemi y P. Norris (Comps.). Comparing Democracies 2, pp. 40-69. Londres: SAGE Publications; el famoso investigador alemán Dieter Nohlen en las pp. 21-22 de Nohlen, D. (2004). Sistemas Electorales y Reforma Electoral. Una introducción. Lima: IDEA Internacional; también el español Josep Colomer en la p. 155 de Colomer, J. (2004). Cómo votamos. Los sistemas electorales del mundo: pasado, presente y futuro. Barcelona: Gedisa y Lipjhart en la p. 145 del citado libro de este autor.

[5] Sobre el tema ver al importante investigador italiano Giovanni Sartori en la p. 32 de Sartori, G. (2003). Ingeniería Constitucional Comparada. México: Fondo de Cultura Económica y a Colomer pp. 94-95, Nohlen p. 152 y Lijphart p. 32 en los libros ya citados.

[6] Robert G. Moser and Ethan Scheiner, Electoral Systems and Political Context: How the Effects of Rules Vary Across New and Established Democracies. Cambridge University Press, 2012.

[7] Yorleny Araya, politóloga y Leonardo Quijano, economista e ingeniero.

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