Desde hace algunos años la sociedad costarricense vive en una polaridad que es desconcertante. Esto además se ha incrementado en los últimos años gracias a la “libertad” que dan las redes sociales. Lo preocupante es que no solo seguimos por el camino de la división, sino que además cada vez somos más individualistas y perdemos empatía con las otras personas sus realidades y peculiaridades.
Hemos caído en un momento complicado, hoy hay muchísima gente que se siente dueña de la verdad absoluta pero que, ante datos que les desdicen, no reconocen la capacidad de la otra persona y más bien toman valor para atacarle directamente. Hemos perdido entonces la capacidad de entender la construcción social de los saberes y las verdades que hacen el ideario colectivo de nuestra identidad nacional.
En negociación existe el principio de atacar con dureza los problemas y ser blandos con las personas. Es hora de que volvamos a tener la capacidad de vernos a los ojos y debatir posiciones sin la odiosa necesidad de desprestigiar al adversario. Es hora de que mantengamos procesos de diálogo transparente basado en principios y valores que nos permitan llegar al Bicentenario con claro interés en los proyectos país que solo juntos podemos sacar adelante.
La convivencia democrática aplica desde todos los espacios de nuestra cotidianidad. Cada uno de nosotros puede trabajar la construcción de saberes y verdades desde su propio metro cuadrado, elevando el nivel de las discusiones que tenemos, aportando nuestro pensamiento a la resolución de retos y sobre todo tratando de ponernos en los zapatos de las otras personas.
Si nos comprometemos con la calidad de nuestras palabras y acciones podremos contribuir a que nuestro país salga adelante y mantengamos el rumbo del diálogo y respeto, que hemos tenido desde los cimientos de nuestra democracia. Aprendiendo de las lecciones del pasado podremos vislumbrar la sociedad que nos toca construir para los costarricenses del ahora y del futuro. Solo así, con una base de compromiso individual, lograremos forjar los cimientos de una sociedad que valga la pena. El compromiso de cada uno de nosotros tiene un valor importante en la construcción social.
Como bien dijo John F. Kennedy “Si no podemos poner fin a nuestras diferencias, contribuyamos a que el mundo sea un lugar apto para ellas”. La responsabilidad de construir es nuestra y por ende no podemos dejar pasar la oportunidad.
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