El 22 de abril, desde 1970, nos ha servido para generar espacios de reflexión y de análisis sobre lo que ocurre en los ecosistemas que alberga el planeta Tierra, sí, en esta fecha se conmemora el día Internacional de la Madre Tierra. Este año, veo valioso usar el marco de esta fecha, para conversar sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), mismos que se incluyen en la Agenda 2030 y que desde el 2016, que fueron aprobados, están a la espera de que cada país los implemente. ¿Por qué hablar de esto en el marco del día de la Tierra? Fácil, porque es el desarrollo sostenible la línea que nos podría garantizar hacer cambios y adaptaciones en nuestros estilos de vida y en los distintos modelos socio-económicos existentes, mismos que tienen a distintos ecosistemas al borde un colapso, lo que significa desafíos cada vez más grandes para la población humana (perdón por centrarme en el ser humano, pero a veces es la única forma de que nos interese esto tan grave).
Los ODS buscan justamente garantizar esos servicios ecosistémicos a todas las personas, haciendo un balance en el planeta Tierra que permita el desarrollo económico y social sin perjudicar lo ambiental, garantizando así un presente a mediano y largo plazo para las futuras generaciones (ya hemos conversado sobre esto en otra columna). Para lograr estos objetivos, es necesario realizar una articulación, desde la inclusividad, en todos los niveles, por más complejo que suene, ese es el único camino que nos va a garantizar avanzar. Y hablamos de inclusividad porque debemos tomar en cuenta a todas las personas y asegurar canales y medios que faciliten la participación de personas en condiciones de vulnerabilidad y de aquellas personas que han sido históricamente excluidas o discriminadas por el sistema tradicional, sí, ese mismo que debemos ir cambiando.
Como parte de los esfuerzos de articulación en los distintos niveles, es necesario relatar lo que está ocurriendo en Santiago de Chile, donde países de América Latina y el Caribe, mantienen un espacio de discusión y debate, para establecer los puntos primordiales en la agenda regional para promover y trabajar el desarrollo sostenible en cada uno de los países, al ser la tercera reunión que se da, también sirve como área de monitoreo y seguimiento sobre el trabajo realizado a la fecha, el cual se basa en la implementación de la Agenda 2030, la cual no es obligatoria, y es ahí donde entra el arduo trabajo que realiza el sector civil, impulsando y promoviendo en las agendas políticas estos objetivos, por eso es importante que se den espacios como el Foro de América Latina y el Caribe 2030.
Previo a esta reunión, las juventudes de América Latina y el Caribe nos reunimos bajo la misma premisa de poder establecer. por primera vez, una agenda de articulación, trabajo y acciones para caminar en pro de la búsqueda y elaboración del desarrollo sostenible en cada uno de nuestros países.
¿Y las juventudes?
América Latina y el Caribe es una región con una valiosa cifra de personas jóvenes que, para Costa Rica, según la Ley General de la Persona Joven, somos aquellas que nos encontramos entre los 12 y los 35 años. Según las proyecciones que se manejan, esa cifra aumentará de forma significativa en los próximos años, lo cual también aumenta los desafíos existentes para esta población, los cuales son muchos según se desprende de los preocupantes datos sobre jóvenes. Cada vez es mayor el número de desempleo, de personas jóvenes en situaciones de vulnerabilidad, aunque hemos disminuido la brecha de género (una de las más fuertes en cuanto a desigualdades) seguimos con realidades tradicionalistas y machistas que impiden el desarrollo de las mujeres en el ámbito académico y profesional, el acceso a vivienda es limitado si somos personas jóvenes —digo limitado, por no decir nulo—, el modelo educativo se encuentra desfasado y estamos viviendo las consecuencias de no priorizar lo ambiental, lo cual se puede ver en el acceso a los servicios ecosistémicos. Por estas razones y muchas más que surgen de forma diaria, es que las juventudes jugamos un rol importante en la toma de decisiones, es por eso por lo que debemos pasar de ser espectadores o colaboradores, a ser protagonistas, a tener incidencia en los espacios, sobre todo de forma política.
Por lo anterior el Foro de Juventudes de América Latina y el Caribe 2030, que se dio bajo el lema “Construyendo un presente distinto”, tiene una importancia fundamental para el cumplimiento de la Agenda 2030 en la región: darles el rol protagónico a las juventudes. Esto es permitirles un espacio de discusión, un debate de perspectivas, una articulación de líneas de trabajo y agendas locales, que nos permitan (como había comentado en una columna pasada) actuar ahora, en el presente, dejando atrás la idea de que somos “las generaciones del mañana”. En el Foro pudimos agregar acciones que se enmarcan en el objetivo de educación de calidad, trabajo decente y crecimiento económico, reducción de las desigualdades, paz, justicia e instituciones sólidas, alianzas para lograr los objetivos y acción por el clima, en este último cabe resaltar que como país logramos incluir y posicionar la importancia de los ecosistemas marinos y costeros en una agenda climática en el marco del desarrollo sostenible y la adaptación al cambio climático, pero debo decir que el llamado para incluir estos ecosistemas y sus respectivas acciones es complicado, seguimos de espaldas al mar y como juventudes debemos cambiar eso.
Todas las acciones llevaban la perspectiva del trabajo que realizan las juventudes de la región, Costa Rica tenía a tres representantes, quienes teníamos el privilegio de contar con la experiencia del Sistema Nacional de Juventudes (les prometo que en una próxima columna hablaré sobre este), entonces era el trabajo en el que hemos participado impulsando una agenda de desarrollo sostenible, desde antes incluso, de que naciera la Agenda 2030.
Sin embargo, sabemos que no es suficiente visualizar y elaborar una agenda regional, si no logramos avanzar en cada aspecto, para lograr ese avance es necesario que cada vez seamos más y más personas jóvenes sumándonos, aportando, desde cualquier dimensión (al final el desarrollo sostenible logra enlazar todas las dimensiones) y sobre todo teniendo incidencia, desde lo político. ¿Se imaginan una generación de personas jóvenes políticas promoviendo una agenda sobre los objetivos de desarrollo sostenible? Pues yo sí, y mucho, y en el marco del día del Planeta Tierra, hago ese llamado, que le pertenece a muchas otras personas, de lograr cambiar e incidir, de empoderarnos desde cada espacio y hacerlo nuestro con una visión y acción sobre desarrollo sostenible, cambiando incluso el enfoque y priorizar así la dimensión ambiental, que le estamos quitando mucho al planeta que nos sirve de sustento en todo sentido, y le estamos devolviendo poco.
Que cada 22 de abril nos sirva para evaluarnos, pero que cada día del año nos sirva para exigir acciones a quienes toman decisiones, a quienes son parte fundamental de los sistemas de producción, de los mercados, que nos sirva también para sensibilizar a cada persona en su ámbito individual, en lo básico del diario vivir… que el momento para actuar empezó hace mucho, y ya vamos tarde.
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