En 20 años, de 1998 a 2017, fallecieron 1,3 millones de personas y unos 4400 millones fueron heridas, perdieron su hogar, tuvieron que desplazarse o necesitaron ayuda de emergencia a causa de desastres naturales provocados por el cambio climático, según reporta Naciones Unidas.

Además, “los fenómenos meteorológicos extremos representan en la actualidad el 77% del total de las pérdidas económicas en el mundo, USD $2,24 billones, 151% más que las pérdidas registradas en los 20 años que comprenden el periodo entre 1978 y 1997, que ascendieron a 895.000 millones de dólares”.

En estas condiciones, en 2050 se daría el escenario perfecto para una super película de ciencia ficción, donde la principal causa de muerte podrían ser las infecciones bacterianas, en un mundo que será poblado por casi 10.000 millones de personas.  

Pues, pese al incansable trabajo de quienes procuran devolverle la sostenibilidad al planeta, a este paso, publica el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (2019) que, “el mundo no logrará la dimensión ambiental de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible ni las metas ambientales convenidas internacionalmente para 2050”.

Dice David Wallace-Wells, en una columna del New York Times, que “la era del pánico climático está aquí”.

La desertificación es un fenómeno que afecta aproximadamente al 40% de la masa terrestre de nuestro planeta, según Fao. | CC0 Public Domain Pictures

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Recientemente Greta Thunberg, la activista sueca por el cambio climático me ha enganchado como nunca antes a una causa.

Thunberg, de 16 años, levantó un movimiento global de estudiantes que cada viernes hace paro de clases y marcha para exigir a sus gobiernos medidas contra el cambio climático.

La ecuación jóvenes+educación+ambiente+política me resulta maravillosa. Pero Greta no es la única mujer que, por el cambio climático, ha puesto a los políticos del mundo de cabeza. La costarricense Christiana Figueres Olsen también.

Figueres Olsen fue Secretaria Ejecutiva de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) de 2010 hasta 2016, periodo en el que se logró firmar el Acuerdo de París.

El acuerdo busca que los países sumen esfuerzos para reducir las emisiones de los gases que causan el efecto invernadero y así evitar que el calentamiento global aumente (al menos en lo que resta del siglo) en 2° centígrados.

Esta semana desempolvé la inédita entrevista que tuve con Christiana Figueres hace un año. Más que antes, el tema apremia.

RECURSOS PERSONALES

Para empezar me gustaría conocer a la persona, independientemente del puesto que ocupa, y/o la responsabilidad pública o social que tenga.

Entonces antes de empezar a plantearle las cuatro preguntas que le haré, me gustaría que nos cuente acerca de usted, un poco su trayectoria personal, y profesional.

—Ok, está bien pero es que vieras que como yo no le doy importancia a los puestos ni a las posiciones, entonces no hay nada que me interese menos (ríe) que la trayectoria profesional de una persona.

Fíjate que para mí no trata de llegar a un puesto sino qué hacemos con lo que tenemos, cómo terminamos beneficiando a otras personas. Entonces pensémoslo distinto porque sino...

Gracias doña Christiana; esta respuesta me dice mucho sobre usted... Entonces, independiente de sus puestos, ¿qué ha hecho usted con las posiciones que ha ocupado para ayudar al mundo?

Ahora sí me diste una linda pregunta (ríe). Ahora sí te puedo seguir ese hilo. A mí me parece que esta vocación de servicio que tenemos todos, nos la dieron mi padre y mi madre; definitivamente nos dieron una educación privilegiada pero también, desde el principio, nos dijeron que esa educación venía mano a mano con la responsabilidad para servir a las personas que no habían tenido oportunidades de una educación parecida a la nuestra.

Entonces, yo creo que eso lo tenemos todos los hijos de don Pepe y de doña Karen, y de doña Henrietta [Boggs] también, porque somos seis.

Todos los hijos de don Pepe tenemos esa vocación de servicio, gracias a Dios digo yo, porque la verdad es que veo que hemos logrado hacer muchas cosas por otros compatriotas, o por otras personas que viven en este planeta.

Entonces, ¿que te dijera? Yo trabajé en el Ministerio de Planificación de Costa Rica, trabajé en el Ministerio de Agricultura [y Ganadería] de Costa Rica, trabajé en el Ministerio de Relaciones Exteriores de Costa Rica.

Fuera de Costa Rica he trabajado en los temas de energía renovable. Por mi preocupación de los más vulnerables de este planeta, durante los últimos 20 o 25 años he trabajado en el tema de cambio climático.

Yo entendí la responsabilidad que la vida me dio. Mejor dicho, [entendí] la oportunidad de poder de asumir esa responsabilidad por el bien de los más vulnerables de este planeta.

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Mi conversación con Figueres Olsen fue telefónica, ella desde Londres yo desde San José. La imagino en su oficina, sentada, de pie; atenta a nuestra conversación.

Es inevitable no pensar en su hermano José María. Esa manera particular de hablar es increíblemente similar. Las pausas, la entonación.

En 2016, Christiana fue reconocida por la revista Time como una de las 100 personas más influyentes en el mundo. La describieron como “una fuerza de la naturaleza; una luchadora feroz y amable que dice las cosas como son”. Ella es una mujer “que obtiene resultados”.

Esta líder fue «la persona responsable de dirigir la resolución global más ambiciosa contra el cambio climático en la historia de la humanidad», y aún así, a mí me parece una persona, accesible, aterrizada. En ella no hay falsa modestia cuando dice que “no me interesan los puestos”. Su manera de trabajar hace creíble cada palabra.

¿Cree usted que la educación privilegiada es una buena carta de presentación para conversar sobre el cambio climático a nivel mundial, o es simplemente una herramienta que se presta para empezar a trabajar a otros niveles [élite]?

Mirá, una educación privilegiada, como todo en la vida, se puede usar para el bien o para el mal.

Una posición, independientemente de cuál sea, se puede usar para el bien o para el mal.

Porque la vida está llena de ejemplos de personas que, desafortunadamente, utilizan su educación privilegiada no para hacer el bien.

Dichosamente hay muchísimas más personas que sí utilizan esa educación para hacer el bien y en beneficio de muchos otros hermanos y hermanas en este planeta.

Pero a mí no me parece que sea la educación en sí, es más, déjame decirte, también dichosamente hay muchos ejemplos de personas que no han tenido una educación privilegiada y que a pesar de eso, han sabido seguir la estrella norte que los guía y han sabido llegar a posiciones importantes, donde usan esa posición y esa responsabilidad para el bienestar común.

Una pensaría que hay que tener una muy buena educación para llegar a X nivel de responsabilidad pero eso es un simplismo porque la verdad [la educación privilegiada] no es ninguna garantía.

¿Cree usted que Costa Rica es una carta de presentación para hablar sobre cambio climático a nivel internacional?

Sí, definitivamente. Costa Rica todavía tiene muy buena reputación en todos los temas ambientales porque hemos invertido muchísimas décadas al tema ambiental, a la biodiversidad, a la conservación, y también a nuestra matriz energética.

Hemos sido muy anuentes a experimentar con modelos, sobretodo financieros, que nos han ayudado muchísimo, como el pago por servicios ambientales que fue inventado en Costa Rica y después muchos otros países, a través del Banco Mundial, han seguido el mismo ejemplo.

Somos uno de los países de ecoturismo más populares del mundo, y a cualquier país donde una va, la gente ha escuchado de Costa Rica, sea por sus parques nacionales y por su ecoturismo, o por el fútbol (ríe).

Claro que ninguno de esos dos temas pueden perdurar a lo largo del tiempo si no seguimos invirtiendo.

Tenemos que seguir invirtiéndole al deporte y a todos nuestros servicios naturales. Porque el solo hecho de tener esa reputación en el mundo no quiere decir que ahí nos mantendremos siempre.

Christiana Figueres Olsen, escogida en 2016 como una de las personas más influyentes del mundo, por la revista TIME

RECURSOS COMUNES

Al inicio del texto les mencioné la columna de David Wallace-Wells. Este autor, además de referirse al cambio climático como la era del pánico, también deja claro que, ante el inminente desastre natural, el pánico podría ser nuestra salvación terrenal. ¿Cómo? Usando el miedo como arma de acción contra el calentamiento global.

Pero él no se refiere al miedo por lo que podría-pasarnos-en-2050-si-no-hacemos-algo-ya, no. Wallace habla del miedo que ya llegó.

Hace solo una semana, el 25 de abril, la FAO dio a conocer que “las sequías prolongadas y las fuertes lluvias, consecuencia de los actuales patrones erráticos del clima, han destruido más de la mitad de los cultivos de maíz y frijoles de los agricultores a lo largo del Corredor Seco Centroamericano, dejándolos sin reservas de alimentos”.

Es decir, “2,2 millones de personas en El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua perdieron sus cultivos, y de ellos, 1,4 millones necesitan ayuda alimentaria de manera urgente”.

Por otro lado, en Costa Rica, Guanacaste es la provincia más afectada por la sequía. Desde 2015 (cuando se registró la mayor sequía en 78 años) se prendieron todas las alarmas.

¿Qué tan cerca estamos de una escasez alimentaria?

—Yo diría que, desafortunadamente, cada día nos vamos acercando más a una situación de baja productividad.

Escasez alimentaria es un término técnico que implica estar por debajo de cierto a nivel [de producción agrícola], que es más típico en África que en América Latina.

Pero, lo que sí estamos viendo es una baja en la productividad. El ejemplo más preocupante es Guanacaste. La provincia se está secando, se está calentando. Y, obviamente donde hay problemas de agua baja la productividad agrícola y agropecuaria.

Y si vemos un mapa de Costa Rica proyectando la temperatura, (que sigue subiendo) si no hacemos la tarea en materia de cambio climático, Guanacaste prácticamente se tornaría un desierto al final de este siglo, y eso no lo queremos permitir.

Nuestros científicos tienen mucha información sobre la flora y fauna guanacasteca. Ya sabemos que en el área de conservación de Guanacaste está migrando no sólo la fauna sino también la flora.

Tenemos árboles que están empezando a migrar hacia arriba en la montaña porque van buscando la temperatura y las condiciones hidrológicas que ya no encuentran montaña abajo.

Y entonces, cuando estamos hablando de que ya no solamente los animales migran, sino también las plantas, creo que no hay mejor indicio de que esta es una provincia que presenta peores condiciones.

Guanacaste podría convertirse en un desierto si no revertimos los efectos del cambio climático. La falta de agua azota a esta provincia del pacífico norte desde 2014 | Foto Oleg Magni, Pexels; fines ilustrativos.

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Usualmente no tengo mucho tiempo para disfrutar de un rato de ocio viendo televisión, pero recientemente Netflix puso a disposición la serie documental Planet Earth, o Planeta Tierra, y juro que he sacrificado horas de sueño por ver la serie.

Yo diría que estos cortos documentales son una manera artística de decirle adiós a muchas especies que desaparecerían en caso de no actuar responsablemente. Además, no es que muchas especies estén en peligro, es que nosotros mismos, los seres humanos, lo estamos. Figueres lo resume así:

La franja norte de África es definitivamente la más afectada por el efecto de la desertificación.

Si hablamos del aumento en el nivel del mar, entonces las pequeñas islas que están a 1, 2 o 3 centímetros del nivel del mar son las más afectadas; si vemos el impacto de ciclones o tormentas entonces el Caribe y Centroamérica, también alguna zona del Pacífico.

El deshielo de los glaciares en Sudamérica. Es un problema serio, hay millones de personas que dependen de los glaciares para su agua potable.

En las zonas costeras especialmente las más cercanas al Ecuador estamos viendo el alza en los niveles del mar.

Por supuesto, también por debajo del agua estamos viendo muchos efectos tanto en el recurso pesquero como en los corales, en donde los que existen (más que todo en el Caribe) se están muriendo.

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Christiana Figueres: "el Acuerdo de París es uno de los tratados derechos humanos más importantes de la historia" | Foto UN Climate Change; CC BY 2.0

En palabras suyas, ¿qué significa para el mundo la firma del acuerdo de París?

Para mí, el Acuerdo de París es uno de los tratados derechos humanos más importantes de la historia de la humanidad.

Por supuesto que también se trata de temas ambientales, de toneladas de gases de efecto invernadero, de la matriz energética de transporte, de deforestación. De todos esos temas que están muy ligados el cambio climático, pero debajo de todos estos, aquí lo que nos estamos jugando es el bienestar de las generaciones que están aquí ahora y sobre todo de las generaciones que vienen después.

Todas las poblaciones en el mundo que hoy son vulnerables son las más afectadas, y eso es un serio problema de injusticia social y de justicia ambiental, y francamente de derechos humanos.

Aquí estamos hablando de que si no le hacemos frente al cambio climático, estamos condenado a una gruesa parte de la población a la pobreza durante décadas.

Estamos condenando a millones de personas a vivir bajo la línea de pobreza; estamos condenándolos a que vivan en condiciones infrahumanas con respecto a sanidad, a seguridad alimenticia, a su infraestructura.

Entonces, para mí el acuerdo de París es un tratado de derechos humanos, que si lo cumplimos de la manera en la que debemos cumplirlo, y con la rapidez que lo debemos hacer, estamos abriendo la posibilidad de que todas esas personas puedan tener una vida digna.

Mi última pregunta doña Christiana, usted que ha estado involucrada en investigaciones sobre cambio climático, que ha conocido de primera mano los efectos que esto tiene para la humanidad, ¿cómo ha cambiado su vida respecto de cuando no estaba inmersa en la realidad del cambio climático?

—Yo diría que me desperté. Claro que sí hay un antes y un después, aunque la verdad es difícil saberlo claramente.

Diría que antes estaba muy consciente de la inequidad en este mundo (gracias a la educación que me dieron mis padres), pero el después es haber entendido el impacto del cambio climático. No es que ahora soy consciente del cambio climático, es que ahora [el cambio climático] no me deja respirar.

Porque la injusticia con esa gente es tan profunda, y la urgencia de cambiar nuestros patrones de producción y de consumo son urgentes y tan complejos y tan difícil que a mí la verdad me falta la respiración.

Yo amanezco todos los días pensando en qué puedo hacer por acelerar la solución. Es que no hemos dimensionado el impacto negativo que podría tener esto.

Por otro lado no hemos dimensionado tampoco los beneficios y las oportunidades que podemos tener [al enfrentarlo].

Es que sí, estamos frente a una encrucijada. En los próximos 25 años tenemos que escoger qué tipo de mundo queremos tener en los próximos 100 años.

Porque si no hacemos las cosas bien vamos a tener un mundo de mucho dolor, de mucha injusticia, de mucha pérdida de valores humanos; por otro lado si hacemos las cosas bien podríamos tener un mundo muchísimo mejor del que tenemos ahora.

Podríamos tener un mundo con mejor salud, con ciudades muchísimo más vivibles, con muchísimo mejor transporte, con muchísima mejor electricidad.

O sea, podríamos tener un mundo en el que todas las personas tengan electricidad, independientemente de dónde vivan, recordemos que la electricidad es la base del desarrollo económico y social de cualquier país.

Aquí nos estamos jugando el todo por el todo. Porque podemos tener un mundo de veras muy doloroso, del que ninguno de nosotros estaría orgulloso, o podríamos tener un mundo digno de entregarle a nuestros hijos.

Movimiento #FridaysForFuture, Berlin 2019 | Foto Marlin Helene; CC BY 2.0

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Christiana Figueres Olsen es como el agua y el fuego. Es esa persona que, como bien dice la revista Time, dice las cosas crudas que nadie quiere escuchar. En este escenario realmente me cuestiono hasta la maternidad, ¿quién querría traer a más personas a un mundo como el que se augura por el calentamiento global?

Pero Figueres, es al mismo tiempo un bálsamo que trae esperanza. Dice que se puede hacer algo, que la decisión es nuestra, de nuestros gobiernos.

La misma Greta me hace tener esperanzas, ¿qué tal si mi futura hija o hijo sea un pequeño genio multiplicador de conciencias por un mundo mejor?

Realmente es una encrucijada. En ambos sentidos.

En todo caso, prefiero ser optimista y entender que como dice Figueres “esto es un proceso y que bien podríamos dejarles un mundo digno a nuestros hijos o hijas”. Gracias por leer.