¿Han escuchado sobre el desarrollo sostenible? Probablemente sí.
Han pasado más de tres décadas desde el momento en que el término se hizo oficial, sin embargo, ha sido ampliamente manipulado, máximo cuando se trata de actividades económicas basadas en la extracción de recursos naturales y Costa Rica no ha sido la excepción a este lamentable fenómeno.
¿Hemos escuchado sobre la pesca de arrastre sostenible? ¿La minería metálica a cielo abierto sostenible?
Estos son dos ejemplos claros, concretos e inclusive actuales sobre cómo en el país se ha manipulado el término “desarrollo sostenible” y cómo se ha convertido en “la muletilla” para buscar la aceptación de actividades que –en un país verde como Costa Rica– no se deberían aprobar.
Por eso en esta columna, hablaremos sobre desarrollo sostenible, como una forma de comprender en qué consiste y sobre todo, evitar caer en el error de que toda actividad puede ser sostenible. Iniciemos por lo básico, el origen del término, para ponernos brevemente en el contexto y entender por qué surge como una necesidad.
En 1987 en el informe Brundtland. Nuestro futuro común, de la Comisión Mundial del Medio Ambiente y Desarrollo, se utiliza por primera vez el término desarrollo sostenible, justamente por la necesidad de redefinir el modelo económico, pasando de tener un objetivo como lo era buscar el crecimiento económico (digno de un modelo extractivista) donde solo interesa que tanto es el aumento de los ingresos a un modelo con un objetivo base de buscar el desarrollo económico, es decir buscar el bienestar de la población, generando un equilibrio entre lo social, lo económico y lo ambiental; lo anterior, nos demuestra que si un proyecto solo se enfoca en producir ganancias, sin importar la explotación laboral y el daño ambiental que se genere, no resulta sostenible.
Siguiendo con el informe de Brundtland, realizan una descripción sobre desarrollo sostenible, definiéndolo como “aquel desarrollo que satisface las necesidades de las generaciones presentes sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer las suyas propias”, con esta definición, se marca algo básico, el uso actual de algún recurso natural no debe poner en riesgo el uso de las futuras generaciones del mismo recurso natural. Esta situación, descarta todas las actividades que tienen un impacto en los ecosistemas, ocasionando que incluso, pierdan su productividad.
Debemos entender que los ecosistemas tienen características únicas, importantes de conservar, más en Costa Rica, los cuales se encuentran en la zona tropical, lo que genera una diversidad importante.
Así bien, es en la Cumbre de la Tierra de las Naciones Unidas, celebrada en Rio de Janeiro, Brasil, en 1992, cuando se utiliza el término con carácter de urgencia y se posiciona a nivel internacional como la línea a seguir para trabajar a lo interno de cada uno de los países. La Declaración de Rio, coloca los principios sobre los cuales se debe trabajar para asegurar el desarrollo sostenible, estos van desde las responsabilidades que deben asumir los Estados, hasta el tema de la participación ciudadana para lograr el objetivo, resaltando incluso el papel de la mujer y los grupos indígenas.
Vamos a partir de estos dos momentos claves para comprender que es el desarrollo sostenible y cómo sumando las consecuencias de cambio climático, se torna en la única línea a seguir, originando en 2016 la Agenda 2030, que establece los objetivos para lograr el Desarrollo Sostenible, la cual involucra objetivos integrales y en diversas áreas: social, ambiental y económica, así como una institucional para lograr con éxito su ejecución en cada uno de los Estados.
Época actual
Una vez que llegamos al momento actual, donde las consecuencias de cambio climático también tienen un rol importante y son cada vez más notorias y las acciones se enfocan en mitigación y adaptación, es necesario que el único camino a seguir sea el desarrollo sostenible, pero entendiendo que el tiempo y el concepto ya evolucionó, y ante los distintos escenarios y proyecciones, podemos afirmar que nos encontramos ante una nueva fase, donde este equilibrio no es suficiente y se debe priorizar el eje ambiental, solo si se logra un balance y trabajo sobre sostenibilidad, integridad y resiliencia se podrá avanzar en lo económico y social, dado que el deterioro del ambiente solo genera mayor pobreza y desigualdad.
Sin embargo, en Costa Rica, a pesar de los esfuerzos, estamos aun tratando de implementar el desarrollo sostenible tal y como se definió en 1987, y decimos “tratando” porque cuando analizamos la situación nos damos cuenta de que se ha trabajado cada área por separado, es decir o vemos lo ambiental pero solo con el enfoque de conservación, negando el uso de los recursos naturales, o trabajamos lo económico con la intensión de aplicar actividades que generen ingresos y empleos, pero que no son de calidad, y muchas veces ni siquiera se pueden considerar como trabajo decente, además de que genera una destrucción los recursos naturales.
Y en Costa Rica…
Es decir, estamos atrasados con respecto a la evolución del desarrollo sostenible, y debería ser meta país avanzar hacia eso y no aceptar un retroceso en la implementación de actividades nocivas, que se llegan a “cubrir”, llamándole “actividad extractiva sostenible”, solo porque el impacto que genera es un poco menor al que genera la actividad extractiva de forma regular. Debemos dejar de creer que por agregar sostenibilidad a cada cosa, se está asegurando que se involucre la conservación de los recursos naturales, de tal forma que los recursos que usamos nosotros hoy, puedan ser utilizados por las futuras generaciones, es decir que pensemos en actividades a mediano y largo plazo, siendo en este apartado que resulta importante resaltar que eso involucra a los recursos naturales usados de forma directa y aquellos que se pueden afectarse de forma indirecta (como el aire), que involucren el bienestar de las personas aledañas a los sitios de desarrollo de cada actividad, que generan empleos de calidad, que permitan una distribución justa de los ingresos, y aquí cabe analizar hacia dónde va el ingreso de las actividades de extracción actuales, por ejemplo, en el tema de pesquerías.
Tal vez ahora podamos comprender que cuando nos dicen que la pesca de arrastre puede ser sostenible nos demos cuenta de que nos mienten, el mecanismo de la pesca de arrastre se basa en hacer un barrido del suelo marino, que por más intentos de selectividad, no va a lograr seleccionar las especies solo de interés comercial, por eso vemos con frecuencia noticias sobre toneladas que son lanzadas al mar, como residuos, es decir le estamos quitando el recurso a las generaciones futuras y además estamos generando “desiertos marinos”.
O cuando nos digan que la minería metálica a cielo abierto es sostenible, veamos que involucra la extracción de un recurso actual que no se va a legar a las futuras generaciones por un uso irresponsable e insostenible y cuando es a cielo abierto, que además se debe remover el ecosistema existente para llevar a cabo la extracción. También que las personas trabajadoras no se encuentran en condiciones de trabajo digno y reciben salarios paupérrimos, a pesar de los buenos ingresos que suelen tener estas compañías y que la generación de empleos es alta solo durante la fase inicial, es decir es una solución a corto plazo para la pobreza de las áreas rurales, mientras se extraen los recursos y se les sigue condenando.
Pongo estos ejemplos, porque son problemáticas socio-ambientales que se encuentran actualmente sobre la mesa de discusión y en ambos casos nos venden la idea de su “sostenibilidad” y no es así. La solución no puede ser la implementación de actividades nocivas para el ambiente y para las personas, esto solo genera consecuencias mayores a mediano y largo plazo, no debemos olvidar que la degradación del ambiente solo genera mayor pobreza.
La solución consiste en pensar en acciones que involucren una priorización del ambiente, que permita la reactivación de la economía y asegure el bienestar social
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