Este año la UNESCO ha querido aprovechar la ocasión para recordarnos que “el derecho a la educación implica el derecho a docentes calificados”, tema escogido para conmemorar el 70° aniversario de la Declaración Universal de Derechos Humanos (1948), que reconoció la educación como un derecho fundamental, derecho que no podría cumplirse a cabalidad sin docentes calificados.
Educación de calidad. Kant nos recuerda que las personas somos lo que la educación hace de nosotros, por eso es importante una docencia que logre comunicar efectiva y afectivamente, los sentidos, las inquietudes, la crítica. Los mejores docentes logran una relación permanente y significativa con el conocimiento y con sus alumnos, relaciones donde necesariamente deben imperar la confianza, la admiración recíproca y el afecto. Esos docentes suelen ser para aquellos niños y jóvenes campeones, héroes, amigos y compañeros, puentes vivos en constante reinvención gracias al nuevo cocimiento que construyen, al aprendizaje de doble vía; son maestros inspiradores pues una buena labor docente logra inspirar a propios y ajenos. La docencia de hoy y la del futuro debe también procurar la forja de la libertad, principalmente la libertad de pensamiento para la vida, la creatividad y la innovación. Una sociedad verdaderamente comprometida con el desarrollo de sus habitantes es aquella que provee de oportunidades de calidad para el aprendizaje ubicuo donde todos los miembros de la comunidad puedan ser partícipes de un proceso educativo pertinente y necesario. El conocimiento puede empoderar y la buena información liberar, siempre y cuando se consuma y administre responsablemente.
La educación de calidad implica una reconstrucción continua de la experiencia que tiene por objeto comprender, extender y profundizar el conocimiento de la sociedad en que vivimos inmersos. Debemos procurar el desarrollo de patrones de consumo informativo responsables entre docentes y estudiantes. No queremos que nuestros niños se conviertan en autómatas alfabetizados antes que en ciudadanos críticos, humanistas y librepensadores. Desde los primeros pasos de su educación, el niño debe experimentar el placer del aprendizaje y el conocimiento.
Los retos. Con frecuencia los profesionales de la enseñanza se ven obligados a trabajar sin los recursos básicos necesarios ni la adecuada capacitación. La formación docente debe ser un proceso continuo y cuidadoso que no se limite exclusivamente a los años de preparación universitaria ni al centro del país. En Costa Rica la Fundación Omar Dengo ha hecho un maravilloso trabajo descentralizando la actualización y formación de docentes, al igual que lo ha hecho en el resto de Centroamérica la Fundación Zamora Terán.
Los modelos de actualización profesional deben ser más cercanos al gremio docente, escuchar más y mejor las necesidades de las mujeres y los hombres que dedican sus días a la enseñanza de otros. Esos modelos requieren de una constante actualización de las técnicas y el fomento de las competencias de mediación pedagógica necesarias para el adecuado desarrollo de los estudiantes y los profesores mismos. Las actividades de capacitación y el intercambio de saberes suelen organizarse fuera de los centros educativos dificultando que ocurra un intercambio horizontal entre pares, como sugieren las buenas prácticas internacionales. En nuestro país las dinámicas suelen ser verticales y, con pocas excepciones, son nulos o escasos los acompañamientos en las aulas por parte de quienes imparten la capacitación, menos aún entre colegas de una misma institución o una misma materia, algo que podría fomentar la innovación y el fluido intercambio de buenas prácticas.
Ya el informe del Estado de la Educación ha evidenciado que no existen sistemas de gestión para reconocer el buen desempeño, ni mecanismos para atender debilidades. Hay notables diferencias en la cantidad de horas lectivas que reciben los estudiantes en distintas modalidades en todos los ciclos del sistema educativo. También existen desafíos en cuanto al uso efectivo del tiempo de clase.
Por otra parte este mismo informe demuestra que los salarios docentes han mejorado. Costa Rica cuenta con un sistema de incentivos económicos similares a los de países más desarrollados y hasta ahora, con pocas excepciones, los salarios son pagados a tiempo. Pero los grandes retos del sistema educativo no son responsabilidad exclusiva de los docentes. Las universidades tienen su gran cuota pues falta articular los estándares y el currículo de las carreras vinculadas a la docencia para solventar deficiencias tanto en el dominio de pedagogías efectivas como en la práctica dentro del aula.
Datos de la UNESCO prueban que a nivel mundial uno de los mayores desafíos para alcanzar una educación de calidad sigue siendo la carencia de docentes. Se estima que más de 260 millones de niños y jóvenes no están escolarizados y que se necesita contratar a unos 69 millones de nuevos docentes para alcanzar los objetivos de impartir educación universal primaria y secundaria de aquí a 2030. Esta escasez de docentes es más agobiante entre las poblaciones vulnerables: niñas, menores discapacitados, refugiados, migrantes y niños pobres que viven en regiones rurales o remotas.
En Costa Rica hemos hecho muchas cosas bien pero seguimos con varias tareas pendientes. Una mejora significativa del sistema será posible cuando todos los actores tomen conciencia de la urgencia que este tema requiere para el desarrollo integral de nuestra sociedad. Como bien dice Lledó, “no solo hay que enviar convoyes humanitarios para salvar la vida y el cuerpo, porque seguirán encendiéndose otras guerras y cegándonos otros sangrientos resplandores. El primer convoy de ayuda humanitaria que hay que enviar es a nuestros propios ojos, a nuestro propio cerebro.”
Debemos revalorizar el trabajo docente, darle la dimensión que realmente merece. Estoy convencido de que la calidad de nuestro sistema educativo y la de nuestra democracia siempre dependerá—en gran medida— de la calidad de nuestros docentes.
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