La competitividad de un país no se mide únicamente por sus tratados comerciales, su apertura de mercados o su marco regulatorio. En el siglo XXI, la infraestructura logística es el verdadero termómetro de su capacidad para competir, atraer inversión y sostener un crecimiento económico sostenible. La red de carreteras, puertos, aeropuertos y ferrocarriles constituye el sistema circulatorio del comercio exterior, y su eficiencia define el costo, la rapidez y la confiabilidad con que las mercancías se mueven dentro y fuera del país.
Costa Rica, pese a su posición estratégica y su reconocida estabilidad política, enfrenta hoy un desafío estructural: el rezago en infraestructura logística frente a otros países de la región. Mientras nuestros competidores avanzan con megaproyectos y modernización sostenida, el país aún lidia con limitaciones de conectividad, cuellos de botella, atrasos en planificación y falta de continuidad en obras claves.
México, Panamá, Nicaragua, Honduras, y República Dominicana han comprendido que la infraestructura logística no es gasto, sino inversión estratégica. Panamá consolida su red intermodal con la expansión continua de su Canal y la modernización de sus terminales portuarias; Honduras avanza con su corredor logístico interoceánico; República Dominicana invierte en aeropuertos y zonas francas con enfoque exportador. Estos países compiten directamente con Costa Rica por la atracción de inversiones, centros de distribución y nuevas rutas marítimas.
En este contexto, Costa Rica no puede quedarse atrás. La infraestructura logística no solo reduce costos operativos, sino que aumenta la confiabilidad y seguridad del comercio. Cada hora ganada en transporte, cada puerto más eficiente y cada carretera mejor mantenida impactan directamente en la competitividad nacional.
Dentro de las prioridades para el desarrollo orgánico y futuro de infraestructura crítica a nivel nacional se debe comprender:
- Aeropuertos y conectividad aérea: La modernización del Aeropuerto Internacional Juan Santamaría, junto con los planes para un aeropuerto en el sur del país y otro en la costa caribeña, representan oportunidades estratégicas. Estas obras permitirían diversificar la conectividad aérea, potenciar el turismo y habilitar nuevas rutas de carga internacional, fundamentales para productos perecederos o de alto valor agregado.
- Carreteras, puentes y mantenimiento vial: El país requiere una red vial moderna y planificada con visión de largo plazo. Las carreteras nacionales deben ser ampliadas y mantenidas con criterio técnico, evitando la improvisación que eleva costos logísticos y genera congestión en corredores críticos. Obras como la Ruta 27, la Ruta 32 y los puentes sobre los ríos Grande de Térraba y Virilla deben formar parte de un plan integral de movilidad y logística nacional.
- Ferrocarril y multimodalidad: El proyecto del Tren Eléctrico de Carga (TELCA) impulsado por el Instituto Costarricense de Ferrocarriles (Incofer) representa una oportunidad histórica para integrar los corredores Atlántico y Pacífico, conectando puertos, zonas francas y centros industriales. Su éxito permitiría reactivar la intermodalidad, reducir emisiones y descongestionar carreteras. TELCA debe considerarse una prioridad nacional en materia de competitividad y sostenibilidad.
- Grandes proyectos estratégicos: La ampliación del Juan Santamaría, el Aeropuerto del Sur y el Aeropuerto Caribeño son apuestas ambiciosas que requieren voluntad política y planificación técnica. Con una adecuada ejecución y visión público-privada, estos proyectos podrían posicionar a Costa Rica como un hub logístico regional de primer nivel, generando empleos, atrayendo inversión extranjera y diversificando la oferta exportadora.
Ningún análisis sobre infraestructura logística puede obviar la situación de Puerto Caldera, la principal puerta de entrada para las importaciones y de salida para las exportaciones costarricenses del Pacífico. El actual contrato de concesión vence en agosto de 2026, y la nueva licitación internacional aún no está adjudicada. Si el país llega a esa fecha sin un proceso en firme, se enfrenta a un escenario de incertidumbre operativa que podría comprometer la continuidad de las operaciones portuarias, incrementar los costos de exportación e impactar la reputación logística del país.
Desde la Cámara de Comercio Exterior (Crecex), hacemos un llamado firme y urgente a las autoridades actuales y a los candidatos de las próximas elecciones: Costa Rica necesita claridad sobre un plan B en caso de llegar a la “hora cero”. Si no se logra la licitación internacional a tiempo, ¿quién operará el puerto a partir de agosto de 2026? ¿Cuál será el marco legal y contractual de esa operación? ¿Qué medidas de contingencia se tienen previstas para evitar la paralización o el deterioro del servicio?
Puerto Caldera no puede ser víctima del rezago político ni de la indecisión técnica. Su modernización, ampliación y concesión son esenciales para mantener la fluidez del comercio marítimo y garantizar que Costa Rica no pierda competitividad frente a los países que sí avanzan con determinación en sus puertos y corredores logísticos.
La infraestructura logística es la columna vertebral del comercio exterior. Su fortalecimiento exige una alianza real entre el Estado, el sector privado y los operadores internacionales, basada en visión estratégica, planificación técnica y ejecución transparente. Cada día que Costa Rica posterga decisiones en materia de infraestructura es un día en que otros países avanzan un paso más.
Desde Crecex reafirmamos que, sin infraestructura moderna, no hay competitividad sostenible. Y sin una acción inmediata sobre proyectos estratégicos, especialmente la licitación de Puerto Caldera, el país corre el riesgo de frenar su potencial como líder regional en comercio, inversión y desarrollo logístico.
Aplaudimos y reconocemos los esfuerzos que viene realizando el Gobierno para impulsar mejoras en los proyectos de infraestructura nacional, especialmente en puertos y aeropuertos. Estas iniciativas representan pasos firmes hacia el fortalecimiento de la competitividad del país y la modernización de los corredores logísticos que sostienen nuestro comercio exterior.
El momento de actuar es ahora.
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