El 25N es una fecha que nace en Latinoamérica, pero ¿realmente recordamos eso año tras año en cada conmemoración? ¿por qué es necesario recordarlo? Esto no es un gesto únicamente simbólico o de memoria, es un acto político y descolonial.
El 25 de noviembre como día de lucha contra la violencia hacia las mujeres nace en América Latina, propuesto en el Primer Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe en Bogotá, en 1981, donde se declaró heroínas a las hermanas Mirabal: Patria, Minerva y María Teresa, víctimas del régimen dictatorial de Rafael Leónidas Trujillo (1930-1961) en República Dominicana, quien derramó su sangre para intentar callar a la resistencia.
La ONU declaró oficialmente la fecha en 1999, y desde entonces el 25N conmemora anualmente la lucha por los derechos de las mujeres y su legado. Esta fecha pertenece a Latinoamérica, como representación del papel de las mujeres en las resistencias a los gobiernos autoritarios, y el alto precio que se paga cuando se lucha por la democracia, sentimiento que une a toda la región a través de nuestras muertas.
Sin embargo, al conmemorar esta fecha se nos olvida que las mujeres latinoamericanas tenemos otra lucha, una que no puede igualarse al feminismo global y del norte; una lucha con características propias de nuestra región. Y aquí radica el problema y el porqué de mi postura: cuando no reconocemos el origen latino-caribeño del 25N, reproducimos la lógica colonial que nos separa y nos divide, y que intencionalmente busca que olvidemos el peso de la colonialidad aún presente en nuestros días. Olvidar el origen debilita la identidad política feminista de la región.
La institucionalidad también olvida la génesis del 25N; en Costa Rica, la conmemoración del 2024 ni siquiera fue mencionada por la Presidencia de la República, ya que no se emitió un comunicado al respecto; por su parte el INAMU ha emitido pronunciamientos cuya narrativa puede llegar a responsabilizar y culpar a las víctimas, por lo que su accionar en esta fecha también puede ser cuestionado.
El 25N debería tener un peso simbólico grande en nuestro país, pero hay poca cobertura mediática, una ausencia fuerte de la conmemoración institucional y un desinterés académico, quedando así rezagada e invisibilizada la fecha; centrada únicamente en cifras, datos y mensajes contra la violencia, pero sin una mirada interseccional que muestre el porqué de esa violencia.
Desdibujar el origen de este día es borrar la lucha latinoamericana, es desconectarnos de nuestra historia latino-caribeña que nos une, es reproducir jerarquías coloniales que nos han minimizado, invalidado y borrado, como ya lo ha establecido Ochy Curiel.
Que este 25N sea un llamado a recuperar nuestra memoria histórica, a reconocernos como latinoamericanas, caribeñas y mujeres costarricenses frente al neocolonialismo. Que sea una oportunidad para que los medios de comunicación logren transmitir las causas de la lucha y de la manifestación. Que se honre a nuestras muertas, aquellas que mueren en la región por culpa del Estado, del patriarcado, de la colonialidad del poder y por su color de piel y género.
Olvidar por qué existe el 25N es olvidar por qué luchamos, y porqué resistimos. Recuperar la memoria histórica de nuestra lucha es un acto descolonial, es resistencia.
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