Los agroquímicos también afectan a las lombrices de tierra, esenciales para la salud del suelo. Estos animales huyen de los terrenos contaminados, revela informe.

Estudios realizados por el estudiante del Instituto Regional de Estudios en Sustancias Tóxicas de la Universidad Nacional (Iret-UNA), Gabriel Brenes Bravo, para optar por el grado de Maestría en Ecotoxicología Tropical, determinaron algunos efectos del uso intensivo de agroquímicos en la región hortícola de Zarcero, particularmente sobre las lombrices.

Las lombrices de tierra mejoran la fertilidad del suelo, facilitan el ciclo de nutrientes, el movimiento del agua y descomponen materia orgánica, por eso se convierten en aliadas de la agricultura. Las investigaciones analizaron tanto el estrés fisiológico de estos organismos como la composición de su microbioma intestinal, con resultados que confirman la vulnerabilidad de estas lombrices ante la contaminación agrícola.

En el primer estudio, Brenes Bravo evaluó biomarcadores en Amynthas gracilis, una especie de lombriz abundante en la zona, extraída de cuatro tipos de suelo agrícola: con manejo convencional, con buenas prácticas agrícolas, orgánico y un suelo de bosque.

Se encontraron residuos de agroquímicos en todos los sitios, en temporada lluviosa y seca, incluso en áreas forestales y orgánicas. El suelo agrícola con manejo convencional registró la mayor carga, con 43 sustancias detectadas, entre ellas clorpirifos, boscalid y linurón, mientras que el bosque presentó la concentración más alta de un compuesto individual: 71,9nanogramos por gramo (ng/g) de clorpirifos durante la época seca.

El investigador comentó que en los suelos con manejo convencional, las lombrices presentaron una reducción de más del 50% de la actividad colinesterasa, una enzima clave para su sistema nervioso, lo que indica claros efectos de sustancias tóxicas.

También mostraron una baja respuesta de la glutatión S-transferasa, una defensa natural que les ayuda a procesar y eliminar contaminantes, en comparación con los demás sitios analizados. Además, se observaron cambios en marcadores de estrés oxidativo y biotransformación entre la temporada seca y lluviosa, algo que ya se ha visto en investigaciones anteriores”.

Pruebas de comportamiento

En condiciones de laboratorio, se ofreció de manera simultánea suelos de las cuatro categorías a grupos de lombrices recolectadas en fincas orgánicas. El resultado fue que el 90% evitó el suelo de manejo convencional, y prefirió los suelos manejados con prácticas orgánicas o con menor uso de agroquímicos.

Brenes Bravo dijo:

El uso intensivo de agroquímicos induce estrés fisiológico en las lombrices y provoca su huida de los suelos contaminados. Esto puede tener repercusiones sobre la comunidad de macrofauna y los servicios ecosistémicos que sostienen la agricultura”.

El segundo trabajo se centró en el microbioma intestinal de las lombrices; se realizó un análisis de la composición de la comunidad microbiana mediante secuenciación del gen 16S rRNA. En total se identificaron 142 géneros bacterianos, donde predominaron los filos Actinobacteria, Proteobacteria y Firmicutes.

De acuerdo con la investigación, el microbioma intestinal desempeña un papel en la adaptación a los cambios estacionales, así como en la descomposición de materia orgánica y reciclaje de nutrientes.

Los análisis mostraron que, durante la temporada lluviosa, las lombrices de suelos de manejo convencional presentaron menor diversidad microbiana en comparación con las de suelos orgánicos y de buenas prácticas.

Esta reducción en la biodiversidad intestinal se correlacionó negativamente con la presencia de agroquímicos, en particular clorpirifos, que resultó ser el compuesto con mayor influencia sobre la estructura microbiana".

De acuerdo con la investigación, en las fincas orgánicas y con buenas prácticas también se detectaron cambios estacionales en la composición microbiana entre la época seca y la lluviosa, un signo de plasticidad y adaptación a las condiciones ambientales.

Por ejemplo, durante la temporada de lluvias aumentó la abundancia de géneros como Lactobacillus y Acinetobacter, que no eran dominantes en la época seca. En contraste, en las lombrices de suelos convencionales no hubo cambio estacional: la comunidad intestinal no mostró ese ajuste estacional, lo que indica una pérdida de flexibilidad ecológica.

“Encontramos que el microbioma intestinal de las lombrices funciona como un bioindicador sensible de la salud del suelo. La reducción en su diversidad puede afectar no solo a los organismos, sino también los servicios ecológicos que prestan, como la fertilidad y el reciclaje de nutrientes”, detalló el investigador.

Ambos estudios coinciden en que los agroquímicos, además de afectar directamente a los cultivos y plagas para los que fueron diseñados, alteran la fauna y la microbiota del suelo. Estos cambios comprometen funciones clave para la agricultura, como la descomposición de materia orgánica, la aireación del suelo y el ciclo de nutrientes.

La investigación también evidenció que la contaminación no se limita a las parcelas donde se aplican agroquímicos. Los residuos alcanzan a fincas orgánicas y zonas de bosque cercanas, lo que confirma procesos de deriva y transporte ambiental. En Zarcero, un área pequeña con producción hortícola intensiva, la presencia de agroquímicos en suelos no tratados demuestra que la exposición ambiental es generalizada.

Los hallazgos de estas investigaciones adquieren relevancia nacional, ya que datos evidencian que Costa Rica utiliza alrededor de 34,5 kg de ingrediente activo por hectárea por año, y el 93% de estos agroquímicos se clasifican como altamente peligrosos.