La Dra. Mariana Mazzucato, profesora de economía de la innovación y el valor público en University College London (UCL), publicó recientemente el documento titulado “The Public Value of Arts and Culture. Investing in Arts and Culture to Reimagine Economic Growth in the 21st Century” donde coloca cuatro ideas fundamentales que merecen ser discutidas en Costa Rica.
Primero, las industrias creativas y culturales tienen un efecto multiplicador más alto que muchas otras industrias. En el caso de Inglaterra, cada libra esterlina generada por el arte y la cultura produce un impacto adicional de 1,23 libras esterlinas en toda la economía, creando empleos y apoyando las cadenas de suministro, el turismo, la educación y el comercio.
Segundo, este sector representa el 3,1% del PIB global y el 6,2% del empleo, cifras que superaron el crecimiento general del empleo en la mayoría de los países de la OCDE (de la cual forma parte Costa Rica) en la década previa a la pandemia.
Tercero, Mazzucato enfatiza que el arte y la cultura son esenciales para la cohesión social y la construcción de identidad. Expresiones como la música, el cine y el teatro permiten a las comunidades comprender otras perspectivas y experiencias de empatía, transformando la experiencia personal y colectiva para generar valores compartidos que impulsan el cambio.
Cuarto, el arte y la cultura pueden ser (y deberían ser -agrego yo-) objetivo de política económica y una condición previa para la transformación económica. Su valor público va más allá de la contribución al PIB ya que tiene la capacidad de influir en una cultura más amplia. Por ello, alerta sobre cómo el financiamiento cultural, generalmente, es uno de los primeros en ser recortados durante los periodos de austeridad, justo cuando la sociedad necesita un sentido renovado de propósito e imaginación. En palabras simples, los gobiernos deben dejar de ver el arte y la cultura como un gasto y comenzar a reconocerlas como una inversión estratégica.
Hoy, mientras Costa Rica transita por una nueva campaña electoral por la presidencia y las diputaciones del periodo 2026-2030 y la Asamblea Legislativa está en la discusión del presupuesto nacional 2026, resulta urgente colocar a las artes y la cultura en el centro de la estrategia de desarrollo. ¿Esta o estará en sus propuestas de gobierno esta temática tan relevante?
Desde la perspectiva presupuestaria, en Costa Rica, el apoyo público a la cultura ha sido marginal y vulnerable a las crisis, como se evidenció durante la pandemia. Según la Cuenta Satélite de Cultura elaborada por el Banco Central de Costa Rica y el Ministerio de Cultura y Juventud, en la última década el sector ha aportado entre 1,7% y 2,1% del PIB y alrededor del 2% del empleo nacional. Estas cifras son significativamente menores al peso que la cultura tiene en la economía y el empleo a nivel global. En este sentido, resulta urgente superar la dicotomía entre carreras STEM y no STEM: la creatividad, las humanidades, las ciencias sociales, las letras y las artes son tan importantes como la ciencia y la tecnología para enfrentar los desafíos sociales, económicos y ambientales del siglo XXI, porque ciencia y tecnología necesitan del pensamiento crítico, la creatividad y la sensibilidad social que aportan las humanidades y las artes.
El desafío es claro: aumentar y estabilizar la inversión cultural desde el gobierno central, las instituciones descentralizadas y los gobiernos locales. Solo así la cultura podrá desplegar su valor colectivo a través de la interacción entre el Estado, el mercado, la sociedad y protagonistas del sector cultural, lo cual permite fortalecer la democracia y la economía local.
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