Se le atribuye a Jerónimo de Alcalá, fraile franciscano, escritor y sacerdote que llegó a Nueva España en 1530, la elaboración de un documento conocido como Relación de Michoacán. Se trata de una obra que contiene agudas observaciones acerca del imperio purépecha y dentro de la cual figuran no pocas ilustraciones que representan prácticas caníbales. En una de ellas, por cierto, aparece un sacerdote metido en un caldero. No hace falta ser muy perspicaz para constatar que el clérigo está siendo cocido por puritica venganza.
Sucedió en los recientes conflictos de Burkina Faso, Sierra Leona, Liberia, Colombia y Camboya. Casos atroces de desmembramientos, mutilaciones e ingesta de órganos humanos. Un fenómeno que el antropólogo Mondher Kilani denominó, justamente, canibalismo de venganza.
No se relaciona con la supervivencia ni entraña una dimensión ritual. Es mero desquite en el más riguroso de los sentidos. Y tiene que ver, además, con la intención de propalar el terror y con una voluntad furiosa de exterminio del otro. O sea, tiene que ver con eso oscuro que nos habita y nos configura.
El canibalismo, en efecto, ha suscitado fascinación y horror a un mismo tiempo en diversas culturas. No es casual que se haya convertido, así, en una poderosa metáfora que cruza las artes, la historia y hasta las narrativas políticas. En el más reciente episodio de La Telaraña, Jurgen Ureña, precisamente, conversó sobre canibalismo con el microbiólogo Edgardo Moreno y la escritora Larissa Rú.
Larissa, quien publicó recientemente una novela titulada Canibalia, recordó al escritor japonés Kenji Miyazawa, un autor que ha profundizado de forma casi compulsiva en el simbolismo poderoso del canibalismo. Según Larissa, Miyazawa logró construir un universo que, de cierto modo, se consume a sí mismo, casi como la sociedad de la que habla Nancy Fraser en su libro “Capitalismo caníbal”.
Edgardo ya había mencionado antes que el asesinato y la antropofagia de emergencia religiosa, nutricional o político-social han sido una realidad del linaje humano desde tiempos inmemoriales. Durante el programa, además, hizo una precisión de indiscutible relevancia: existe una diferencia entre antropofagia y canibalismo. La primera, según dice, es más elegante, mientras que la segunda está vinculada a lo vulgar.
El canibalismo, especialmente en su expresión vengativa, representa un colapso de todo aquello que entendemos como civilización. Pero es también algo que genera un poderoso atractivo. Sigmund Freud dijo alguna vez que el chiste no es solo una forma de humor, sino que constituye un vehículo a través del cual se expresan deseos y pensamientos reprimidos que residen en el inconsciente. Quizás por eso, hace unos años, era común escuchar chistes de este tipo:
Un náufrago llega a una isla; no tardó en enterarse de que estaba habitada por caníbales. Para no ser devorado, el náufrago se puso a jugar con un niño caníbal y así ganar amistad; en eso vino el padre del niño con otro caníbal y exclamó:
Hijo, te dije que no jugaras con la comida."
Este artículo representa el criterio de quien lo firma. Los artículos de opinión publicados no reflejan necesariamente la posición editorial de este medio.