Como un ejercicio de curiosidad periodística, pero también humana, me pregunto qué pasa por la mente de quien, pese a muchas adversidades, aún sigue siendo “la líder” de lo que para muchos es la “última oportunidad” de desalojar del poder en Venezuela a una estructura criminal con nexos internacionales, en medio del aún incierto y complejo “nuevo orden mundial”.
Y es que, para muchos, María Corina Machado, a quien referimos en el párrafo anterior, es la “última mohicana” de un “liderazgo opositor” al llamado “socialismo bolivariano y revolucionario del siglo XXI” (el nombre político de los criminales); una mezcla tan heterogénea como la del propio campo “liberal-socialdemócrata”, con el que etiquetamos a la apellidada “Unidad”.
Hay quienes, como yo, consideramos que la ingeniera de profesión y exparlamentaria, siempre ha estado clara respecto a lo que enfrentamos, más su estrategia, al evadir el uso de la fuerza, a menos de forma aparente, o al contar con una organización débil, fácilmente penetrable por quienes usurpan el poder a través de sus “ejércitos” y corrompible por la complicidad de muchos “aliados”, que terminan vendiéndose al mejor postor, seducidos por la riqueza fácil, puede que termine contribuyendo con el propio status quo.
Lo ocurrido hace un año, en los días posteriores al fraude del 28-J, cuando cientos de venezolanos hasta derribaron estatuas del fallecido presidente Hugo Chávez, “líder de la revolución”, adoleció tal vez de una conducción, lo que se tradujo en esa nueva oleada de detenciones arbitrarias, literalmente secuestros, que desemboca en la actual y atemorizante espiral de silencio. Si bien pudo demostrarse el descarado robo de la voluntad de casi el 70% de los electores venezolanos, la respuesta diplomática fue eso, “diplomática”, y la columna vertebral del sistema se mantuvo incólume.
Entonces, pareciera que la vida de esta dama y con ella la esperanza de millones de venezolanos, se reduce a lo que hagan o dejen de hacer los Estados Unidos de América, nuevamente bajo la égida de Donald J. Trump, en su declarada “guerra contra el narcoterrorismo”. A falta de un ejército, que pudiera ser no violento, activo en las calles, pese a la represión (aunque a estas alturas eso es una quimera), dependemos de un agente externo, concentrada la verdadera oposición, liderada por Machado, en lograr apoyos de los gobiernos del “mundo libre” y otras instancias internacionales, cuando está visto que tanto la vía electoral como la política están prácticamente cerradas, quedando solo la judicial-policial (porque con todo la militar también queda descartada).
En tal sentido, hay señales que apuntan a operaciones silenciosas, clandestinas, quirúrgicas, promovidas por las potencias occidentales, para “echar el guante” a quienes lideran la organización, los cabecillas del llamado “gobierno venezolano” o “administración de Nicolás Maduro”. Una de ellas la “Operación Guacamaya” con la cual se liberaron a los 4 rehenes, integrantes del equipo cerrado de María Corina, quienes permanecían desde hace más de un año en la sede de la Embajada de Argentina en Caracas, y terminaron en la capital estadounidense. Una estrategia de extracción que pasó, obviamente, por la complicidad, en este caso, de los “aliados”, incluso “integrantes” del cártel, y la aparente participación de la agencia de inteligencia israelí, Mossad, potenciada por la ya más que evidente relación entre Teherán y Caracas.
Machado en su más reciente mensaje a través de sus redes sociales, le espetó a Maduro: “Tú que tanto miedo le tienes a que te invadan, las fuerzas que te sacarán del poder ya está aquí adentro, y somos millones”. Y agregó que, al declarar la guerra a los ciudadanos venezolanos con desapariciones, tortura y represión, “en el terreno de lucha que escogan, los combatiremos y los derrotaremos, cueste lo que cueste y dure lo que dure. En nuestro pasado enfrentamos y derrotamos la opresión, ahora lo haremos, para siempre”.
Ya no hay tantas referencias a una “mano divina”, sino a una “organización subterránea”, que incluye a policías y militares, y a la interpretación de lo que viene ocurriendo, a pesar de los “tira y encoge” de los centros de poder norteamericanos, cuyas preocupaciones incluyen también el aspecto energético.
Lo último es la declaración oficial de la Oficina de Control de Activos (OFAC), adscrita al Departamento del Tesoro estadounidense, fechada el 25 de julio, en la que se señala directamente a Nicolás Maduro como “jefe” del “Cártel de los Soles”, grupo criminal que proporciona —de acuerdo con la mencionada declaración— apoyo material a organizaciones terroristas extranjeras que amenazan la seguridad de los Estados Unidos, concretamente el Tren de Aragua y el Cártel de Sinaloa.
“Al final” solo queda tararear la canción del maestro Héctor Lavoe, a modo de mantra: todo tiene su final, nada dura para siempre… ¡Amanecerá y veremos!
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