La seguridad social no es un privilegio, es un derecho humano fundamental y uno de los pilares de nuestra democracia social. La Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) es el corazón de ese modelo solidario, que garantiza acceso a la salud y protección para todas las personas que vivimos en este país.

Defender la CCSS no es una opción, es una obligación moral y política. Fue creada como parte de las grandes conquistas sociales y hoy representa los valores que nos distinguen como país y sociedad ante el mundo, valores como la solidaridad, la igualdad y la protección universal.

Como lo establecieron dos grandes impulsores de la Seguridad Social: Voltaire y Simón Bolívar, la grandeza de una nación se estima con la justicia con que protege a las personas más vulnerables; esa visión fue la que inspiró a la Asamblea Constituyente de 1949 al consolidar un sistema de seguros sociales inclusivo y solidario. En esas actas se encuentran aportes valiosísimos, como el del constituyente Vesalio Guzmán, quien señaló que “los seguros contra riesgos profesionales serán de exclusiva cuenta de los patronos y se regirán por disposiciones especiales”, estableciendo la responsabilidad patronal en la protección de los trabajadores. También se reafirmó que los Seguros Sociales debían beneficiar a los trabajadores manuales e intelectuales de las clases económicamente más débiles y vulnerables, consolidando así el carácter inclusivo y solidario de nuestro sistema.

Hoy, ante voces que plantean reformas que plantean debilitar estos avances, debemos recordar que la seguridad social no es un lujo, es una conquista histórica.

Tras la independencia de 1821, nuestra joven República enfrentaba una economía de subsistencia y un sistema de salud dependiente de juntas de caridad y médicos de pueblo. El acceso era limitado, marcado por el carácter privado de la medicina. Sin embargo, se sembraron las primeras semillas de un sistema de atención médica más estructurado.

Ese camino alcanzó un punto de inflexión histórico en 1949, cuando la Asamblea Constituyente elevó la seguridad social a rango constitucional, integrándola en las llamadas garantías sociales. Las actas de aquella Constituyente son un testimonio vivo de la visión progresista que guió a quienes soñaron con un país más justo, donde la salud y la seguridad social dejaran de ser privilegio de pocos para convertirse en derechos de todos.

Aquella generación entendió que sin justicia social no hay verdadera democracia. Y por eso blindó a la CCSS como institución autónoma, con recursos y competencias suficientes para garantizar acceso universal a la salud.

La seguridad social no es solo un principio nacional, sino también un compromiso internacional. Está consagrada en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, el Convenio 102 de la OIT, entre muchos otros instrumentos.

Estos tratados y declaraciones, junto con la Constitución de la OMS, la Declaración de Alma Ata y la Declaración Mundial de la Salud, han cimentado el principio de que la salud y la seguridad social son parte esencial de la dignidad humana y no pueden retroceder.

En los últimos meses hemos visto propuestas y amenazas que significan un retroceso de derechos conquistados hace más de siete décadas y a nuestro Estado Social y Democrático de Derecho.

¿De verdad estamos dispuestos a poner en duda la autonomía de la CCSS, la universalidad de la seguridad social y, sobre todo, nuestra esencia solidaria como sociedad?

Como país debemos recordar que los derechos sociales costarricenses no surgieron por casualidad. Son el fruto de luchas sociales, debates políticos y un pacto constitucional que nos ha brindado estabilidad, paz social y desarrollo humano ejemplar.

Hoy más que nunca, debemos reafirmar nuestro compromiso con las garantías sociales que nos distinguen ante el mundo. Defender la seguridad social es un acto de responsabilidad hacia el presente y el futuro.

Nuestra tarea política no puede ser otra que fortalecer la CCSS, garantizar su sostenibilidad y cerrar las brechas de acceso. Todo intento de debilitarla o de someterla a los vaivenes del mercado constituye un atentado directo contra el bienestar colectivo y contra la esencia misma de Costa Rica como nación solidaria.

Costa Rica fue pionera en entender que la salud y la seguridad social son derechos y no mercancías. Esa visión debe guiarnos hoy con la misma fuerza que inspiró a la Asamblea Constituyente de 1949.

Porque la CCSS no es solo una institución, es el reflejo más claro de quiénes somos y de lo que siempre queremos ser.

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