La reciente decisión del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de imponer un arancel del 100 % a los semiconductores importados y su exigencia de renuncia al CEO de Intel, Lip-Bu Tan, reconfiguran el panorama global de la tecnología. Y aunque las acciones se justifican bajo la bandera de la seguridad nacional, el impacto va mucho más allá de las fronteras estadounidenses. Costa Rica, que aspira a posicionarse como un hub tecnológico regional, enfrenta ahora un escenario más incierto y desafiante.

Trump ha retomado con fuerza su agenda de relocalización industrial. El anuncio de tarifas punitivas a los chips, una pieza central de la economía digital moderna y uno de los componentes más caros en los ensamblajes, pretende impulsar la producción doméstica y castigar la dependencia de Asia, en especial de China. Paralelamente, su acometida contra el actual líder de Intel, cuestionado por sus vínculos pasados con empresas tecnológicas chinas, envía un mensaje claro: las empresas con exposición al país asiático no serán bienvenidas en el nuevo paradigma.

Si bien es cierto, Estados Unidos importa una cantidad relativamente pequeña de chips porque la mayoría de los chips fabricados en el extranjero llegan a ese país ensamblados en un producto, como un automóvil o un teléfono, la aplicación de esta medida ha generado incertidumbre, en empresas pequeñas de Europa y Asia e incluso socios comerciales. La decisión pone en aprietos a compañías multinacionales, pero también a países como Costa Rica que dependen de estos gigantes para atraer inversión, empleo de alta tecnología y conocimiento. 

Ante este nuevo contexto, se identifican algunos riesgos que enfrentaría Costa Rica:

  1. Erosión de la confianza en la cadena de valor global: Costa Rica ha apostado por integrarse a las cadenas globales de valor mediante las zonas francas y sectores de alta tecnología. Sin embargo, el giro proteccionista de EE. UU. introduce incertidumbre sobre si empresas como Intel o de ese sector podrán o querrán mantener operaciones estratégicas fuera de suelo estadounidense.
  2. Dependencia excesiva de una sola economía: Con más del 45 % de las exportaciones costarricenses dirigidas a Estados Unidos, cualquier cambio en las condiciones de acceso al mercado representa una amenaza directa. Por ende, el país necesita repensar su estrategia de diversificación comercial.
  3. Freno al sueño del hub de semiconductores: La aspiración de Costa Rica de convertirse en un centro regional de manufactura y ensamblaje de chips podría debilitarse si los incentivos fiscales, la infraestructura o la política tecnológica nacional no se adaptan al nuevo entorno internacional. La presión estadounidense podría excluir a países que no cumplan con nuevos estándares de control.
  4. Pérdida de inversión en medio de la incertidumbre: El caso Intel ilustra cómo, además de la creación destructiva de Schumpeter, decisiones corporativas pueden cambiar rápidamente por presiones políticas. Si las empresas tecnológicas perciben a Costa Rica como un eslabón riesgoso en la cadena de suministro, podrían optar por invertir directamente en EE. UU. para evitar aranceles y escrutinio.

Costa Rica necesita una respuesta estratégica, multisectorial y urgente. Algunas acciones clave que deberían estar en la agenda incluyen:

  1. Redoblar la diplomacia económica: COMEX y la Cancillería deben negociar mecanismos de exención o trato preferencial para empresas instaladas en Costa Rica, en el marco de los acuerdos existentes con EE. UU.
  2. Fortalecer la infraestructura productiva y digital: Para atraer y retener inversiones en sectores de alta tecnología, Costa Rica debe garantizar un entorno propicio que combine conectividad digital avanzada, capacidad logística eficiente, talento humano capacitado y un suministro energético competitivo en costo, estable y ambientalmente sostenible.
  3. Blindar la confianza internacional: Costa Rica debe ofrecer garantías de cumplimiento normativo, transparencia y neutralidad geopolítica para seguir siendo un destino confiable de inversión.
  4. Diversificar socios comerciales y tecnológicos: Mirar hacia Europa, América del Sur o Asia con estrategias comerciales bien estructuradas puede reducir la dependencia actual y aumentar la resiliencia ante choques externos.

Costa Rica se encuentra en una encrucijada. Las decisiones tomadas en Washington en nombre de la seguridad nacional resuenan con fuerza en nuestro país. Pero este nuevo contexto puede ser también una oportunidad para adoptar una posición resiliente y repensar el modelo de atracción de inversiones, fortalecer las capacidades nacionales y, sobre todo, decidir qué papel quiere jugar el país en la economía del siglo XXI.

Este artículo representa el criterio de quien lo firma. Los artículos de opinión publicados no reflejan necesariamente la posición editorial de este medio. Delfino.CR es un medio independiente, abierto a la opinión de sus lectores. Si desea publicar en Teclado Abierto, consulte nuestra guía para averiguar cómo hacerlo.