Recuperar la confianza con otra persona, con la familia, con la comunidad o con el país, conlleva actos de compromisos auténticos, que consumen periodos de tiempos usualmente largos. Se recupera la confianza cuando por medio de acciones concretas se materializa todo lo que se verbaliza o se escribe en papeles.

Recorrí la Región Chorotega desde el 21 al 25 de julio y retorno convencida que en esta administración se ha logrado recuperar la confianza de los guanacastecos en el Ejecutivo, en el Gobierno. Algunos dirán o pensaran al leer estas líneas que lo expuesto hasta aquí es demagogía, pero creo que están equivocados.

Durante las cuatro giras que hemos realizado a Guanacaste desde el 2022, en cada una el Gobierno ha llevado soluciones concretas a necesidades concretas de comunidades concretas. Medirlo en términos de inversión financiera quizás no refleja la adecuada dimensión de cada obra; por el contrario, si las medimos desde la respuesta a una necesidad que, en algunos casos, databa de muchos años atrás, su valor se multiplica por mucho. Cada obra entregada fue una dosis intravenosa de confianza en quienes, al principio, miraban al Gobierno con escepticismo. No nos ganamos su confianza con palabras, sino resolviéndoles problemas y no hay comunicación política más vieja y sofisticada que esa: resolverle a la gente sus problemas.

Me toca dar cuentas por el IMAS. Hemos desplegado aquí y en todo el país un nuevo modelo de intervención llamado IMAS IMPULSA; la idea que le da origen es sencilla pero inexplicablemente novedosa para Costa Rica: los subsidios eternos no sacan a nadie de la pobreza, se requieren intervenciones que capaciten para el empleo o el empredimiento, porque solo el trabajo saca de forma sostenible a un hogar de la pobreza.

Empecé la gira en el distrito de Santa Cecilia de La Cruz, que probablemente muchos de quienes leen estas líneas no sabrán ubicar en nuestro mapa. Allá, en los linderos del Guanacaste profundo, bordeando la frontera, llevamos IMAS IMPULSA a pequeñas parcelas de tubérculos, a pequeños emprendimientos de crianza porcina, con un plus: no lo está haciendo el IMAS solito, en cada uno de ellos nos llevamos a los compañeros del MAG: nosotros ponemos el capital y el equipo y el MAG la asistencia técnica para que la cosa funcione. ¿No es ese el Gobierno que merecen quienes habitan la costas y fronteras históricamente olvidadas? Más adentro todavía, en Guapinol de la Garita de La Cruz, bordeando la milla fronteriza, llevamos un IMAS IMPULSA que aquí coloquialmente llamaríamos pulpería, pero que allá, donde no llega el bus, ese IMAS IMPULSA resolvió no solo la necesidad de la familia que emprendió, sino de la comunidad que ahora se abastece de gas, granos, carne y hasta medicamentos básicos. Ya no deben pagar un carro que les costaba dos jornales, que los llevará hasta La Cruz centro. Ese es el IMAS que me he empeñado en refundar: el que resuelve problemas, el que mejora la vida de las comunidades.

Igual podría contarles de Hander en Cuaginiquil quien gracias a IMAS IMPULSA ahora cuenta con equipo de buceo, con el que practica un arte de pesca sostenible del que genera los ingresos para sostener a su familia y salir de la pobreza. Con él tampoco lo hicimos solos: nos trajimos a INCOPESCA a colaborar en la intervención. ¿Qué sabe el IMAS de pesca? Nada. Pero nosotros tenemos lo que INCOPESCA no podía darle a Hander: equipo, capital; entonces sumamos esfuerzos y hacemos una intervención que tiene sentido y que saca a una familia de las listas del IMAS porque ahora viven de sus propios ingresos.

Especial mención merece el caso del negocio “La ventana de Michy”: los visité el año pasado, cuando aún estaban en condición de pobreza y empezando su emprendimiento; esta semana los volví a visitar en su nuevo local donde ya dan trabajo a tres mujeres de la comunidad.

Escucharlos contando su progreso y planteando sus sueños no tiene precio como lo decía un eslogan comercial. Detrás de ese tipo de resultados es en los que hemos estado trabajando a lo largo de estos tres años. No buscando ejecutar el plan de trabajo o la política pública al pie de la letra, pero si empeñados en que cada acción, cada paso, le sirva a la gente de manera significativa y sostenible.

IMAS IMPULSA es eso, un modelo empático con los hogares en pobreza, cuya brújula es el siendo común y cuya fórmula de éxito pasa por una respuesta eficaz, rápida, con integración interinstitucional y por supuesto, con la corresponsabilidad de los hogares.

Cada uno de los hogares que se involucra con IMAS IMPULSA, poco a poco va recuperando la confianza en la institucionalidad, porque la confianza y la credibilidad no se construye con simples normas o de palabras abstractas; se logra cuando ese hogar o esa comunidad constata que la institucionalidad responde a sus necesidades.

Puede sonar a una postura utilitaria de parte de las personas hacia el Estado, sin embargo no lo es, y no lo es, porque el Estado no existe para sí mismo, existe para servirle a los miles de hombres y mujeres que son sus dueños; y de no servirles estamos al frente Estado fallido. El Estado como estructura y la democracia como proceso, deben de rendir para todos por igual, de no ser así en algo o en mucho estarían fallando. La política pública que hemos ejecutado en el IMAS tiene un solo nombre: la que le sirve a la gente, la que le resuelve problemas.

Recuperar la confianza es lo que hemos estado haciendo, no ha sido un camino sencillo, todo lo contrario, ya que en la escena aparecen los satisfechos y los dolientes, pero sin duda es la ruta correcta. El IMAS que Costa Rica se merece.

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