La capacidad de reflexión es una cualidad inherente a la condición humana. En la política la autocrítica cuesta muchísimo, sin embargo, no existe mayor punto de inflexión que las elecciones presidenciales. Cuestionarse si un partido político es lo suficientemente digno, para cargar el peso de toda la sociedad costarricense, es un dilema en sí mismo. Si el panorama era difícil en las campañas previas, la actual coyuntura sociopolítica es más disruptiva.

Los partidos políticos históricos, esos a los cuales les debemos grandes obras y cuantiosos desengaños, presentan una incapacidad congénita a reinventarse. Estos partidos paulatinamente han perdido la presencia ante el electorado. Siguiendo esta argumentación, estas agrupaciones no han podido acoplar a la juventud en sus estructuras. Esta característica sería esencial, pues si bien presentan nuevos candidatos, se encuentran asesorados por los mismos personajes a los que, desde hace años la opinión popular ha desechado.

En contraposición, las agrupaciones pequeñas son decisivas en esta nueva elección. El uso de partidos taxi, esos que permiten llegar a la presidencia y luego desconocer, será fundamental en este proceso. En medida de ello, surgen bastantes partidos que creen ser merecedores del legado maldito del actual gobernante. La coalición, que se intentó formar, no duró tanto como la expectativa de su creación y la parafernalia con la que se emitió el supuesto banderazo.

Ante esta nube de especulaciones ni los pobres animales se salvan, hasta la selva hubo que perpetrar para cazar al pobre jaguar. Un simple animal que fue asediado por la horda de simpatizantes del gobierno, los chavistas, para colocarlo como imagen representativa de su ola de destrucción democrática.

No debe asustar nuevas afrentas de Chaves al Tribunal Supremo de Elecciones. Desde su percepción, necesita terminar el gobierno con la mayor cantidad de insultos generados que, dicho sea de paso, ya va rompiendo récord. El TSE deberá recordarle constantemente al señor que la cancha siempre ha estado plana, las reglas son las mismas y aplican para todos, por más que intente obviarlas. Y si es necesario, recordarle que ese mismo ente fue el que hizo cumplir el mandato sagrado en aquel momento, entregándole las riendas de este país.

Igualmente, para terminar de cerrar la caja de pandora, es necesario recordar la ambición por mantener el poder. Es una constante en las elecciones presidenciales, diversos personajes que se aferran al poder como si su vida dependiera de ello. Quizá por un desequilibrio mental o por explotar todos los beneficios que otorga la función, olvidando siempre la responsabilidad que de ella emana.

Al igual que en ocasiones anteriores, la responsabilidad recae sobre el mismo colectivo político: la ciudadanía. El electorado deberá ponderar las derrotas y los logros de esta administración, así como de la fallida oposición. Entre discursos de polarización, mensajes subliminales e insultos, los electores deberán buscar la verdad real, que siempre será la solución democrática. Considerando todo esto, ejercerá su voto y encontrará la expectativa en este camino de desesperanza.

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