Durante la Conferencia de las Naciones Unidas sobre los Océanos que se celebrará este junio en Niza, Francia, y en la cual Costa Rica ostenta la copresidencia, se presentará la oportunidad histórica para que el presidente Rodrigo Chaves Robles consolide la protección de la Migravía Cocos-Galápagos, un corredor migratorio bipartito para especies marinas amenazadas, contribuyendo así a fortalecer la protección de dos Reservas de la Biosfera de las Naciones Unidas: el Parque Nacional Isla del Coco de Costa Rica y el Parque Nacional y Reserva Marina de Galápagos de Ecuador.
Ya se han realizado estudios por parte de un equipo internacional de científicos que proveen las justificaciones científicas y económicas para la protección de la Migravía Cocos-Galápagos, una cadena de montes submarinos que facilita la conectividad biológica entre estos importantes ecosistemas marinos, entre los cuales se destaca la contribución de la red regional científica Migramar.
Ahora, los científicos y las ONG están clamando por una protección estricta de este corredor migratorio, crítico para la protección y recuperación de especies altamente migratorias de tortugas marinas y tiburones bajo amenaza de extinción, actualmente capturados y sacrificados en operaciones pesqueras a lo largo y ancho de la región.
Ecuador tomó medidas a inicios de 2022 con la creación de la Reserva Marina Hermandad frente a las Galápagos, ampliando una zona donde se prohíben actividades pesqueras hasta el límite de la Zona Económica Exclusiva de Costa Rica.
Aunque el presidente anterior de Costa Rica, Carlos Alvarado Quesada, haya simultáneamente ampliado el área marina protegida del Parque Nacional Isla del Coco de 2.000 km² a 54.844 km², incrementando su cobertura por un factor de 27, el hecho es que aún no existe conectividad con la Reserva Marina de las Galápagos y, por tanto, la ampliación no ofrece protección a los tiburones y tortugas cuando migran entre estos sitios.
Si no se salvaguardan sus rutas migratorias desde la Isla del Coco hasta la frontera marítima de Costa Rica con Ecuador, tampoco estará asegurada la conectividad biológica entre estos dos sitios, reconocidos mundialmente por su alta biodiversidad.
Hay una solución sencilla: que se prohíba estrictamente la pesca en una porción del Área Marina de Manejo del Bicentenario (AMMB) de Costa Rica, creado simultáneamente con la reciente expansión del Parque Nacional Isla del Coco, y el cual abarca 104.000 km². El AMMB sí cubre las aguas entre el parque y la frontera marítima de Costa Rica con Ecuador. Lamentablemente, hasta ahora Costa Rica no ha emitido medida alguna para regular actividades extractivas ni brindar protección a especies amenazadas en estas aguas tan importantes.
Las operaciones pesqueras en el AMMB continúan actualmente sin afectación alguna y, por tanto, no existe protección para las especies marinas amenazadas de tortugas y tiburones.
Costa Rica debe poner de su parte y salvaguardar la conectividad biológica mediante la protección estricta de la Migravía Cocos-Galápagos, a través de restricciones a las actividades pesqueras en el AMMB. Esto ofrecería una oportunidad única para desarrollar una de las primeras áreas marinas transfronterizas totalmente protegidas del mundo, diseñada para salvaguardar las rutas migratorias de especies marinas en peligro de extinción.
La protección de especies emblemáticas y en peligro crítico de extinción, como los tiburones martillo y las tortugas baula, así como de especies en peligro de extinción, como los tiburones ballena, las tortugas verde y los tiburones zorro —todos usuarios de la Migravía Cocos-Galápagos— salvaguardará la integridad ecológica de estos dos sitios de sorprendente e importante biodiversidad.
La Migravía Cocos-Galápagos proporcionará la protección que resulta tan importante para la resiliencia ecológica tanto de la Isla del Coco como de las Islas Galápagos, ambas declaradas Patrimonio Natural de la Humanidad por las Naciones Unidas. La migravía no solo brindará protección a las especies marinas amenazadas, sino que proporcionará resiliencia al cambio climático, protección contra la pesca ilegal y fomentará la creación de una economía más azul.
Además, la plena protección de la Migravía Cocos-Galápagos creará un nuevo paradigma para la conservación de las especies marinas y enfatizará los esfuerzos proactivos que resultan de la cooperación entre naciones que comparten especies altamente migratorias que no conocen fronteras políticas, avanzando así una nueva forma de pensar sobre la protección de estas especies amenazadas.
De parte de cientos de científicos, organizaciones de la sociedad civil y sus millones de miembros, hacemos este llamado para que Costa Rica decida tomar esta acción histórica. Los ciudadanos globales se lo agradecerán.
Con el respaldo de Randall Arauz (Centro Rescate Especies Marinas Amenazadas de Costa Rica), Todd Steiner (Turtle Island Restoration Network), Alex Hearn (Universidad San Francisco de Quito), científicos de MigraMar y campeones de Mission Blue Hope Spot para la Isla del Coco, la Migravía Cocos-Galápagos y las Islas Galápagos, respectivamente.
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