En un mundo cada vez más mediado por pantallas y simulaciones, corremos el riesgo de perdernos la vibrante riqueza del acto creador en su forma más pura. El aclamado productor Rick Rubin (El acto creativo) nos recuerda que somos una especie creadora con un sistema vivo hecho para crear. Presenciar este acto, en cualquiera de sus manifestaciones, es una experiencia transformadora que expande nuestra conciencia y nos conecta de manera profunda con la realidad.
La expansión de la conciencia implica agudizar nuestra sensibilidad hacia lo que nos rodea, hacia la inmensidad de lo que es, de lo que hay y de lo que somos. Alejarnos de la pasividad digital y sumergirnos en la observación atenta del mundo que palpita a nuestro alrededor nos permite acceder a una comprensión más profunda de la existencia.
Esta sensibilidad individual se entrelaza con la conciencia colectiva, esa habilidad conjunta de percibir la realidad de maneras que trascienden la experiencia individual. Al compartir momentos de creación, ya sea un concierto improvisado en la calle, la elaboración artesanal de un objeto o la gestación de una idea en grupo, participamos de una comprensión compartida que nos une como sociedad.
La película The Matrix nos planteó una disyuntiva inquietante entre una realidad tangible pero artificial y una meta-realidad verdadera pero menos bella. Hoy, la digitalización puede convertirse en nuestra propia "Matrix", adormeciendo nuestros sentidos y distanciándonos de la riqueza sensorial y energética del presente. Presenciar el acto creador en vivo nos ancla en la autenticidad de la experiencia tangible.
Más allá de lo que captan nuestros cinco sentidos, existe una realidad suprasensible, un universo de frecuencias energéticas que nos informan y nos convocan. La intuición, ese conocimiento que surge sin una lógica aparente, es un ejemplo de cómo accedemos a esta dimensión. El acto creador a menudo se nutre de estas fuentes invisibles, revelando una inteligencia que trasciende lo puramente racional.
El lenguaje mismo, en su intento de comunicar y ordenar el mundo, es una imitación de la realidad. Lo mismo ocurre con nuestros sistemas de ordenamiento y comunicación, como el Estado y sus instituciones. Son construcciones humanas que buscan representar y gestionar la complejidad de la existencia. Presenciar el acto creador nos recuerda la naturaleza inherentemente interpretativa de estas representaciones.
La interculturalidad nos confronta con la vastedad de las versiones de la realidad que existen más allá de nuestras fronteras. Para el 90% de la humanidad, la experiencia de vivir en otro entorno cultural es ajena. Presenciar un acto creativo nacido en una cultura diferente nos abre una ventana a identidades, formas de ser y actuar que enriquecen nuestra comprensión de lo humano.
Presenciar el acto creador nos invita a generar empatía. ¿Cómo sentir lo que siente otro, especialmente alguien que vive una realidad cultural o personal tan diferente a la nuestra? Sumergirnos en la experiencia de la creación, ya sea ajena o propia, nos permite trascender nuestras propias limitaciones y vislumbrar la complejidad y belleza de la existencia desde múltiples perspectivas. En ese encuentro con la génesis, con el instante en que algo nuevo viene al ser, podemos comenzar a construir puentes de comprensión y quizás, atisbar un significado más amplio de la paz y la coexistencia. Despertemos nuestros sentidos y abracemos la magia transformadora de presenciar el acto creador.
Escuche el episodio 266 de Diálogos con Álvaro Cedeño titulado “El acto creador”.
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