El medio de comunicación Al Jazeera desde su aparición en el año 1996, se ha transformado en uno de los actores más influyentes y consultados sobre el mundo árabe y el Medio Oriente a nivel mediático. Es un medio patrocinado por el Estado de Qatar, se le conoce por su estilo combativo de informar con un supuesto alineamiento independiente a los medios tradicionales, pero también es conocido por sus presuntos vínculos con los intereses de la política exterior del gobierno en Doha, así como sus vínculos ideológicos con el teólogo islamista Yussuf Al Qardawi vinculado a los Hermanos Musulmanes egipcios, pero exiliado en Qatar hasta su muerte en el año 2022.
Es por esta razón que en ocasiones se cuestiona si realmente se está frente a un medio independiente o si se trata de un simple instrumento del soft power del Estado qatarí, el cual Al Jazeera sería tanto un observador como un actor de las dinámicas regionales. Observa, critica y desenmascara la situación de Estado profundo (fuerzas del poder que operan desde lo visible del Estado), mientras encubre o legitima a través de su línea editorial posiciones cercanas a su propio gobierno, incluyendo sus vínculos con países como Turquía o Irán.
El canal fue establecido tras el cierre de la sección árabe de la BBC, con un financiamiento inicial otorgado por el régimen de los Al Thani de Catar, generando desde el inicio sospechas sobre la falsedad de su autonomía editorial. También y a pesar de que formalmente se declara independiente, diversas investigaciones han mostrado que Al Jazeera se mueve dependiendo del público al que va dirigido. De hecho, el canal en árabe y en inglés tienen líneas diferentes de abordaje incluso contradictorias, como también su canal AJ+ con una línea más “progresista” iría en contra de su discurso tradicional en árabe.
Así pues, mientras Al Jazeera en inglés busca una imagen de profesionalismo e imparcialidad, su contraparte en árabe ha sido señalada por favorecer a ciertos actores ideológicos, como los Hermanos Musulmanes, y por su cobertura crítica hacia los regímenes del Golfo con quienes Qatar inclusive ha mantenido roces históricos en los últimos años.
Este enfrentamiento con los países del Golfo se dio con mucha más fuerza durante la Primavera Árabe, Al Jazeera fue ampliamente reconocida como una plataforma que amplificó las voces de grupos disidentes y contribuyó a la emergencia de una esfera pública en el mundo árabe, a través del llamado “Efecto Al Jazeera” causó que hubiera más alcance en las acciones de los grupos opositores a los gobiernos permitiendo que se escucharan aquellos que estaban siendo silenciada por los propios gobiernos y contrarrestando además los discursos pro – regímenes que mantenían ciertos medios hegemónicos internacionales en Occidente.
En la época actual, Al Jazeera a pesar de haber sido silenciado en países del mundo árabe (incluyendo los territorios de la Margen Occidental) e Israel, es uno de los medios más seguidos por diplomáticos, periodistas y funcionarios de organismos internacionales para informarse de lo que ocurre en la zona. Incluso, hay países europeos que tienen sus opciones de cable el canal qatarí tanto en su versión inglesa como árabe debido a la cantidad de migrantes de esos orígenes, lo cual refuerza su alcance global y su influencia en la formación de percepciones internacionales.
De este modo, el Estado de Qatar ha logrado posicionarse como un actor relevante a través de instrumentos no tradicionales de poder, Al Jazeera se transformó en su principal vehículo de poder blando (soft power) el cual radica en la capacidad de influir sin elementos coercitivos, por medio de la cultura, los valores y las narrativas. En este sentido, el medio de comunicación qatarí ha proyectado una imagen de pluralismo y libertad informativa que contrasta con la realidad autoritaria del propio gobierno de Doha.
También, Al Jazeera ha funcionado en los intereses del régimen de los Al Thani para mostrarse frente al mundo como un mediador neutral en conflictos regionales, a pesar de sus claras alineaciones, como lo es la causa palestina principalmente cercana a los grupos islamistas, contrarios al liderazgo laico de Ramallah o con sectores del islamismo político en toda la región.
El lenguaje utilizado por el medio ha sido un elemento de críticas. Por ejemplo, el uso de calificativos como "mártires" a terroristas suicidas o el exceso de narrativas cargadas de emocionalismos en conflictos como Siria, Yemen y Gaza, así como su selectividad al cubrir temas que afectan a aliados de Doha, los ha puesto en el ojo público quienes han criticado sus acciones. En los contextos modernos vinculados con la desinformación y la posverdad, Al Jazeera ha sido señalada por contribuir a la construcción de realidades ideologizadas, cuestionándose su rol como fuente objetiva en la era de la comunicación digital.
El caso de Al Jazeera muestra las paradojas de los medios financiados por Estados no democráticos y por movimientos anti – establishment, su impacto real en la democratización, está mediado por la propia estrategia de poder del Estado que lo financia. Cabe señalar que el medio qatarí ha tenido un rol clave en visibilizar crisis humanitarias e incluso predecir emergencias, pero sus éxitos están empañados por intereses políticos y dilemas éticos sobre su autonomía editorial.
En resumidas cuentas, el medio es una plataforma que ha permitido la apertura del espacio mediático árabe visibilizando conflictos ignorados por la prensa tradicional, pero obliga a observar sus contenidos con sentido crítico, reconociendo tanto su valor informativo como su función geopolítica y la diversidad de sus discursos dependiendo el público meta, esto debido al país que lo patrocina, entendiendo que Qatar es un actor importante en el sistema internacional contemporáneo en contextos de conflictos que abarcan lugares como Siria, Libia, los territorios palestinos, Afganistán, Nagorno Karabaj entre otros.
Así, como medio global, Al Jazeera desestabiliza el monopolio narrativo convencional, pero también plantea nuevos desafíos éticos y epistemológicos en la era de la posverdad, condicionado por los discursos y los grupos de interés sobre los cuales se sostiene.
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