Así ocurrió en Bakú, la capital de Azerbaiyán, donde se celebró durante dos semanas la Conferencia sobre el Cambio Climático COP29, que tenía dos objetivos fundamentales que no fueron alcanzados.
Financiamiento Climático
El primero era determinar el Nuevo Objetivo Colectivo Cuantificado (NCQG por sus siglas en inglés) que en 2025 debe reemplazar el monto y las condiciones del financiamiento para dar apoyo a los países pobres y en desarrollo para enfrentar el calentamiento global.
El primer financiamiento se había establecido en 2009 como una solución al problema en que se vieron los “países ricos” que han causado la mayor parte del problema de calentamiento que se ha venido acumulando con su desarrollo. En la COP15 de ese año en Copenhague, los países en desarrollo, los países pobres y las naciones isleñas con enorme riesgo para su propia existencia por el incremento en el nivel de los mares, así como los científicos y las organizaciones voluntarias que promueven la atención de la grave amenaza del cambio climático exigían reducir drásticamente las emisiones de carbono. Para atenuar su negativa de actuar de esa manera tan necesaria para prevenir enormes calamidades y costos a las futuras generaciones, las naciones ricas ofrecieron otorgar ayuda por $100.000 millones en ayuda al cambio climático cada año de 2020 a 2025.
Para esta COP29 las naciones receptoras de la ayuda financiera y las organizaciones ecológicas señalaban la necesidad de un gran incremento para llegar $1.300 millones, que una mayor proporción de recursos deberían destinarse a la adaptación al cambio climático y a la atención de las catástrofes naturales que han sido muy pobremente financiadas, y que una mayor proporción debería ser en donaciones y no en créditos. Esto último para no afectar las posibilidades de crecimiento y desarrollo de las naciones que menos han contaminado, y sin embargo sufren los graves daños originados en la gran contaminación acumulación causada por los países más desarrollados.
Combustibles fósiles
El segundo aspecto que debería ser atendido por la COP29 es el relativo a la manera como las naciones han de transitar al abandono del uso de los combustibles fósiles, que se estableció como un simple buen propósito en la pasada COP28 en Dubái cuando se aprobó: “Transitar al no uso de los combustibles fósiles en los sistemas de energía, de manera justa, ordenada y equitativa, acelerando la acción en esta década crítica, con el objetivo de alcanzar cero emisiones netas para el año 2050, de acuerdo con la ciencia”; pero no se estableció cómo, en cuánto tiempo, con cuáles medidas y con cargo a quiénes se ha de ejecutar este propósito. De manera que esta era una de las tareas pendientes que se debería resolver en Bakú.
Resultados COP29
En ninguno de los dos objetivos se pudo avanzar significativamente en esta reunión de las Naciones Unidas, y para muchos observadores conocedores de la temática, el resultado de la COP29 lo resume muy dramáticamente la organización ambientalista GRIST en su título respecto a esta conferencia: “NOSOTROS PERDIMOS: Cómo la COP29 terminó con un acuerdo que hace a todos infelices”.
Respecto al primer punto en el que se esperaba un avance importante para financiar la lucha contra el cambio climático y para adaptar las naciones al calentamiento global que ya es una realidad y que sigue empeorando el magro resultado fue un compromiso para llegar a $300.000 millones en 2035. Como si ese pobre compromiso no fuera ya por sí mismo muy insatisfactorio, tampoco se obtuvo más que señalamiento de buenas intenciones de los países ricos respecto a incrementar la proporción de donaciones, ni en cuanto a un establecimiento de impuestos a la contaminación, ni en los propósitos del financiamiento climático para adaptación y atención de las catástrofes climáticas.
El compromiso de llegar a los $300.000 millones para 2035 no señala qué se debe financiar, quiénes lo van a aportar, ni quiénes lo van a recibir.
China a pesar del peso de su economía y de ser el mayor contaminador actual no aceptó unirse al grupo de los países que aportan, solo permitió que se dijera que se le alienta a aportar.
El único resquicio que quedó es la disposición de que este aspecto debe ser revisado en 2030.
Pero continúan repitiéndose los problemas que se han dado respecto al financiamiento climático desde su inicio en 2009. Los recursos son fundamentalmente créditos, cuando se suponían iban a ser donaciones. No se cumplió con los $100.000 millones en los primeros años, y se duda si después se ha cumplido. No hay ninguna evaluación independiente de cuanto son los recursos que verdaderamente son para esta finalidad, no hay claridad siquiera en cuales países deben ser donantes y cuales recipientes.
Respecto al tránsito a un mundo sin energías fósiles su ruta quedó tan indefinida como en la Conferencia del año pasado. Queda el tema abierto para ser tratado en la COP30 en Brasil el año entrante.
La COP29 tuvo lugar pocos días después de la elección del Presidente Trump en Estados Unidos. Es bien conocida su posición que incluso en su pasado gobierno lo llevó a retirar a su país del Acuerdo de París.
Costa Rica después de la COP29
No corren buenos vientos para enfrentar el cambio climático en este mundo tan necesitado de acuerdo en este tema, que tiene enorme trascendencia para el bienestar de la humanidad, y en especial de sus más pobres integrantes.
Esto nos obliga a considerar de manera muy inteligente las alternativas que como nación debemos adoptar con ese marco de referencia.
¿Cuánto de nuestros recursos destinar a descarbonización y cuánto a adaptación y atención de catástrofes? Nuestro impacto en la contaminación es relativamente muy pequeño. El costo del calentamiento es muy grande y nos afectará más por la falta de acuerdo de los países en detener su crecimiento.
¿Cómo influir para mejorar el financiamiento a la inversión publica y privada respecto a su impacto ambiental? Es esencial en agricultura, en ganadería, en producción industrial, en transportes mejorar la armonización entre desarrollo y conservación, con especial énfasis en adaptación.
Esta tarea requiere lo mejor de nuestras capacidades de prever y de unirnos en soluciones serias. Debemos hacerlo a la vez que enfrentamos los retos de recuperar la seguridad ciudadana; de mejorar y extender la educación pública; de prevenir los efectos del cambio demográfico que obligan a adaptar la seguridad social, la salud pública y su financiamiento a las nuevas condiciones; y a la vez que se da -de una manera respetuosa de la dignidad de todos, de manera solidaria y generando condiciones satisfactorias para los trabajadores- la incorporación a la producción nacional de las nuevas tecnologías incluida la inteligencia artificial.
Son tareas improrrogables, de trascendental importancia y difíciles. Requieren lo mejor de nuestra institucionalidad.
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