Desde inicios de la década de los noventas, Costa Rica dio el primer paso para la conservación “per se” de humedales al formar parte de la Convención Internacional relacionada a temas ambientales más antigua del mundo (1971), la reconocida Convención relativa a los humedales de importancia internacional, especialmente como hábitat de aves acuáticas (Ramsar), un año antes de la Declaración de Estocolmo que fue producto de la primera Conferencia de la ONU sobre el Medio Ambiente Humano (1972), la cual reconoció el derecho a un ambiente sano.
Costa Rica, al ser parte de la Convención, asumió una lista de obligaciones que se mantienen hasta el tiempo presente, las cuales fueron dirigidas a la Conservación y uso racional de los ecosistemas de humedal, la colaboración transfronteriza y la designación de al menos un Humedal de Importancia Internacional. Para el caso de Costa Rica se designaron 12 Sitios Ramsar.
Desde la ratificación de la Convención por medio de Ley de la República, se construyó la primera Política Nacional de Humedales y el primer inventario de los humedales del país (1998), se celebró una Conferencia de las Partes Contratantes (COP7, 1999) en San José y fue la primera vez que se aprobaron resoluciones acerca de la participación ciudadana vinculada a la conservación y uso racional de estos ecosistemas. Además; se creó el Programa nacional de humedales y el Comité asesor nacional de humedales, como órgano de consulta del despacho ministerial (2011).
A partir del año 2014, a través del Sistema Nacional de Áreas de Conservación (SINAC) se implementó uno de los proyectos más ambiciosos y urgentes para hacer cumplir el mandato de la Convención de Ramsar, esto con el apoyo del Fondo Mundial para el medio ambiente (GEF, en sus siglas en inglés) y el Programa de Naciones Unidas para el desarrollo. A través de esta alianza, se logró actualizar la política nacional de humedales de 1998 y saldar la deuda de la contabilidad de los humedales que ya tenía 20 años de atraso. El siglo XXI facilita muchísimas herramientas tecnológicas y al día de hoy se pueden consultar los humedales del territorio haciendo clic en un visor cartográfico (SNIT) y solicitar criterios técnicos de humedal por medio de una ventanilla virtual que a su vez se implementa basado en un procedimiento institucionalizado que ofrece más transparencia y por ende menos corrupción en la toma de decisiones.
Complementariamente, en la última década se fortalecieron las capacidades técnicas y jurídicas en el SINAC, se creó jurisprudencia a favor de la conservación de estos ecosistemas en distintos órganos judiciales como el Tribunal Contencioso Administrativo, se crearon e implementaron los primeros estudios de valoración económica de los servicios ecosistémicos y se le dio especial importancia a los manglares del Golfo de Nicoya, siendo estos, capaces de dar cuido a mas del 80% del recurso pesquero en algún momento del ciclo de su vida, para cubrir necesidades de alimentación, refugio y reproducción, convirtiendo a los manglares en héroes silenciosos donde más de 6000 familias en el Golfo de Nicoya dependen de un océano y hábitat costero saludable.
El primer mapeo de los ecosistemas de manglar en Costa Rica en el 2021, permitió dar seguimiento a los cambios y presiones que llevan al estado de detrimento de muchos manglares que pasaron desapercibidos en la década anterior, además facilitó las acciones de monitoreo ecológico y los sitios prioritarios para continuar las metas de rehabilitación y restauración de manglares degradados.
Mas de 400 hectáreas en el territorio nacional se registraron en procesos de restauración ecológica, donde el modelo de sembrar árboles de mangle quedó en el pasado, sustituido por las experiencias de ingeniería ecológica de la mano del apoyo de la academia, la cooperación internacional y las comunidades.
Actualmente, el trabajo invertido en la creación de ciencia en los humedales, el trabajo conjunto intersectorial, la implementación de acciones en el terreno y el respeto e inclusión de las muchas personas comunitarias que defienden la preservación de estos héroes silenciosos que, a su vez, les facilitan el sustento a sus hogares o la educación de sus hijos, ha sido la ruta que ha llevado a Costa Rica a ser reconocido como un “Campeón” internacional. Ejemplo de esto, es la Estrategia Nacional de Carbono Azul, presentada en febrero del 2023 en suelo nacional con consecuencias extraordinariamente positivas y al 22% de avance, esta herramienta de planificación estratégica, fue reconocida como una muestra de liderazgo e implementación de las acciones de carbono azul ligadas a los ecosistemas costeros reservorios de dióxido de carbono y por ende vinculadas a las metas de política climática nacional e internacional y a los beneficios tangibles de sus comunidades vecinas.
Lo venidero en la próxima década de los humedales en Costa Rica, dependerá de si detenemos el abuso hacia la generosidad de los humedales y esto solo se logra tomando decisiones basadas en la ciencia y técnica de la biodiversidad. El poder del costarricense y habitante de Costa Rica se resume a la libertad de elegir, es la única libertad que tenemos y en este caso se puede aplicar a escoger el sobreuso y degradación que lleva inevitablemente a la pérdida o contar con humedales sanos y resilientes conservados y protegidos por el Estado costarricense.
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