Hace días vengo repasando algunas cosas que me inquietan sobre el futuro de nuestro país y recordé esta icónica frase de una popular serie de HBO “El invierno se acerca”, traducida desde su enunciado en inglés “the winter is coming”.

Y es que hoy Costa Rica enfrenta una amenaza que sobrepasa por mucho partidos y banderas. Estamos en un momento donde se requiere una visión objetiva y sin mezquindades, donde los liderazgos políticos se permitan alzar la cabeza y miren con luz larga los verdaderos peligros que están a la vuelta de la esquina.

Es urgente que la lucha por esas parcelas de poder pase a un segundo plano y tener conciencia   de que en las próximas elecciones nos tocará elegir entre democracia y totalitarismo, entre el fortalecimiento institucional o la destrucción del Estado Social de Derecho.

Seguimos dando por sentado nuestros derechos humanos, la democracia y la convivencia pacífica, posiblemente esa sensación de que somos una de las democracias más sólidas del mundo, nos ha dado una falsa percepción de que todo permanecerá igual en el tiempo.

No debemos viajar muy lejos, basta con observar lo que sucede en Venezuela, para entender que lo que hemos alcanzado como país, no son pilares inamovibles. La democracia se cuida, las libertades se protegen, en la educación se invierte, el modelo de salud universal por el cual hemos sido una nación sobresaliente, se refuerza. Podría seguir mencionando muchas áreas de nuestro sistema que están en riesgo, pero creo que con repasar un poco nuestra historia podemos reconocer y reconocernos como parte de una sociedad que ha trabajado para disfrutar el país que tenemos, o creíamos tener.

La nube oscura del populismo está nublando los sentidos, la mentira replicada metódicamente por parte del Poder Ejecutivo y el persistente ataque a la oposición, a la independencia de poderes y a los medios de comunicación, son una muy mala señal de lo que se avecina.

Como país urge encontrar puntos de encuentro que permitan unir voluntades y derrotar a fuerza de democracia, la germinación de semillas de polarización social y el nacimiento de cualquier intento que atente contra nuestra democracia.

Es un momento crucial para dejar de lado divisiones y diferencias. Es hora de levantar una bandera que nos una, que agrupe a todos los sectores y movimientos que creen en la socialdemocracia, en la justicia social y en el bienestar colectivo.

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