Estonia, un pequeño país báltico del norte de Europa, con una superficie similar a la de Costa Rica (45,227 Km2), con una avanzada economía digital, ha sido reconocida como el país con el sistema fiscal más competitivo entre los países de la OCDE durante diez años consecutivos (2014-2023). Este reconocimiento proviene del International Tax Competitiveness Index (ITCI) elaborado por la Tax Foundation.
Este índice evalúa la competitividad y neutralidad de los sistemas fiscales en más de 40 variables, y Estonia ha mantenido su posición destacada gracias a su enfoque innovador en la tributación de las empresas, una tasa plana de impuestos sobre la renta de personas físicas, y un sistema de impuestos a la propiedad que solo se aplica al valor del terreno, entre otros factores.
El sistema fiscal de Estonia se distingue principalmente por su tratamiento del impuesto sobre las ganancias de sociedades. A diferencia de Costa Rica y la mayoría de los países, donde las empresas deben pagar impuestos sobre sus beneficios anuales, Estonia grava con un 20% los beneficios solo cuando estos son distribuidos entre los accionistas, ya sea en forma de dividendos u otros pagos similares. Mientras las ganancias se mantengan dentro de la empresa y sean reinvertidas, no se genera ninguna carga tributaria; es decir, ¡el impuesto sobre la ganancia es cero!
Este enfoque fomenta la reinversión de los beneficios, incentivando a las empresas a destinar sus ganancias al crecimiento y desarrollo en lugar de pagar impuestos al cierre del año fiscal.
Impacto del modelo estonio: beneficios a todos los niveles
La capitalización de las ganancias dentro de la empresa trae consigo una serie de beneficios:
- Para la empresa: Al reinvertir las ganancias, las empresas pueden financiar proyectos, mejorar su infraestructura tecnológica, y fortalecer su competitividad sin recurrir a endeudamiento.
- Para los socios: Aunque los dividendos se pospongan, el valor de las participaciones de los accionistas puede incrementarse a medida que la empresa se expande y aumenta su rentabilidad.
- Para los colaboradores: Las inversiones en capital humano, como la formación profesional y las mejores condiciones laborales, aumentan la productividad y satisfacción de los empleados, asegurando su estabilidad laboral.
- Para la comunidad: Un crecimiento empresarial sostenido genera más empleos, incrementa los salarios y promueve inversiones en infraestructura, contribuyendo al desarrollo económico local.
- Para el Estado: También se ve beneficiado el Estado mediante el ingreso por recaudación tributaria, la transferencia de tecnología, fomento de la inversión extranjera, y el estímulo de crecimiento tecnológico.
Costa Rica: ¿Estamos listos para una reforma fiscal inspirada en Estonia?
Actualmente, las empresas en nuestro país enfrentan una alta carga tributaria sobre sus beneficios anuales, lo que limita su capacidad para reinvertir en su propio crecimiento y fomenta, a su vez, la evasión fiscal. La tarifa del impuesto de renta corporativa en nuestro país es 30% y se suma otro impuesto del 15% en caso de repartir dividendos.
Adoptar un sistema similar al estonio podría liberar recursos que las empresas locales usarían para expandirse, innovar y mejorar su competitividad. Esto no solo beneficiaría a las empresas y sus colaboradores, sino que también podría dinamizar la economía nacional en su conjunto.
Estonia, con su enfoque visionario en política tributaria, ofrece un ejemplo inspirador. Quizás ha llegado el momento de preguntarnos si Costa Rica puede convertirse en la Estonia de Centroamérica.
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