En un extraordinario libro de viajes titulado Naufragios y comentarios (1542), el conquistador español Álvar Núñez Cabeza de Vaca relata viajes y huidas imposibles, se refiere a sus acercamientos a la botánica y el canibalismo y recuerda que durante sus expediciones a la península de la Florida los nativos le contaron con espanto las historias de Mala Cosa: un ser barbado y pequeño que salía de las entrañas de la Tierra, hacía operaciones en el cuerpo de los enfermos y rechazaba la comida que le ofrecían para esconderse otra vez en el inframundo.

Cuatro siglos después, Jorge Luis Borges comentó las andanzas de otra criatura fantástica que también se esconde. No solamente eso. El Hidebehind -el que se esconde detrás- es al mismo tiempo una materialización tenebrosa y una apología del escondite. “El Hidebehind siempre está detrás de algo. Por más vueltas que diera un hombre siempre lo tenía detrás y por eso nadie lo ha visto, aunque ha matado y devorado a muchos leñadores”, afirma Borges en su Libro de los seres imaginarios (1967), que escribió en colaboración con Margarita Guerrero.

Sobre criaturas fantásticas como Mala Cosa y el Hidebehind, sobre animales imposibles, monstruos, bestias y bestiarios conversaron en el más reciente episodio de La Telaraña el microbiólogo Guillermo Barquero, el escritor Byron Salas y el conductor Fabián Coto. Conversaron sobre estas y algunas otras criaturas que, a pesar de pertenecer al reino animal, merecen ingresar en los bestiarios, como la mosca, la cucaracha o la lombriz.

Los bestiarios fueron particularmente comunes durante los últimos siglos de la Edad Media y se han proyectado hasta la actualidad en la literatura fantástica, la taxonomía científica, la criptozoología o el cine de terror. Estos elementos sirvieron de base para el desarrollo de una animada conversación que incluyó algunas consideraciones sobre la naturaleza bestial de lo humano y la recurrencia y omnipresencia de los fantasmas.

¿Deberíamos sumar algunos fantasmas a los bestiarios? Probablemente. ¿Y algunas máquinas? También. Tal es el caso del tren que transporta combustibles y materias primas entre México y Estados Unidos, conocido, precisamente, como La bestia. En su afán de cruzar la frontera, muchos migrantes suben de manera irregular a sus vagones y se sostienen durante días sobre sus techos mientras el tren está en movimiento. Esta acción concluye con frecuencia de manera fatal. La Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de los Estados Unidos estima que en 2022 fallecieron 853 migrantes a bordo de La bestia.

En 1953, el teórico francés Michel Carrougues propuso el término Máquinas célibes pare referirse a una serie de mecanismos de muerte en la que incluía artefactos reales, como la guillotina, y ficticios, como la máquina del suplicio que describe Franz Kafka en el cuento En la Colonia Penitenciaria (1914). La idea del mecanismo letal surge en la conversación sobre bestiarios a propósito del también llamado Tren de la muerte y reaparece gracias al tercer tema musical del programa: una canción titulada Comen (2020), del músico argentino Lisandro Aristimuño, que sugiere una criatura voraz, que recuerda a Saturno mientras devora a sus hijos, a los seres fantásticos y los animales que surgen del inframundo, a las máquinas célibes de Michel Carrougues, algunos narcotraficantes y muchos mandatarios de filiación religiosa.

Así, Lisandro Aristimuño propone un nuevo espécimen a los bestiarios contemporáneos, hecho de carne y ambición, sangre y excesos, conforme canta:

Comen Dios, comen barro / Comen piel, comen otra vez / Comen paz, comen rasgos / Comen hijos, comen otra vez / Yo las vi, aunque no se muestren yo las vi / Juegan al invisible, pero están ahí / Bestias omnipotentes devorando en frenesí / Comiendo mucho más de lo que pueden digerir”.

La Telaraña sobre bestiarios cierra con una música hipnótica que nos llega desde el sur del continente americano y unos versos del poema Primero sueño (1690), de Sor Juana Inés de la Cruz, que heredamos de los albores del siglo XVII. Estos textos llenan el aire de imágenes e ideas estimulantes y confirman que “la zoología de los sueños es infinitamente más pobre que la zoología de Dios”, como afirmaba Borges en el Libro de los seres imaginarios.

En otras palabras, como comenta Guillermo Barquero hacia el final de la conversación, “cada especie es un milagro que ocurre todos los días.” Cada especie y cualquier especie: las microscópicas y las monumentales, las reales, las extintas y las imaginarias; las que se ubican enigmáticamente en tierra de nadie y las que desconocemos y difícilmente logramos imaginar. A lo largo de los siglos, científicos y artistas como Aristóteles, Heródoto y Leonardo da Vinci escribieron sus historias naturales y sus bestiarios desde esa profunda convicción.

 

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