En nuestra última entrega, hicimos recomendaciones al patrono en el marco del caso de Coopeservidores, que, como han informado los medios, sigue en desarrollo.
¿Qué sabemos a hoy?
- Que no hay inversiones sin riesgo.
- Ya inició el proceso de resolución de la cooperativa, a cargo de don Marco Hernández, mismo que dirigió la intervención.
- Las personas con ahorros o inversiones de seis millones de colones o menos, tienen garantizado el 100% de recuperación, por disposición legal. Estos corresponden al 97% de los ahorrantes en la institución.
- El Banco Popular inició el análisis de cuáles inversiones, activos y créditos está interesado en adquirir. Es decir, si todo sale bien, el Popular se dejaría el “Banco bueno”. Durante ese periodo de dos semanas, tendremos un blackout de información.
- Se estima, preliminarmente, que en el “Banco bueno” se irían las inversiones con un 20% de recorte o “haircut”.
- No se requiere —en este momento— contar con apoyo legal para participar en el proceso de resolución, ni apersonarse en el mismo.
El impacto de este caso es transversal. A la incertidumbre propia de este momento, le sumamos las angustias de:
- Los trabajadores cuyo aporte y ahorro personal está en una asociación que invirtió en Coopeservidores.
- Los trabajadores que, a nivel personal o cuyos familiares invirtieron en la Cooperativa sus ahorros de toda la vida.
- La Junta Directiva de la asociación que invirtió.
- El representante patronal de esa asociación, que nunca asistió a las reuniones o si asistió, era de adorno porque pasó pegado a la computadora o al teléfono.
- El patrono, en aquellos casos en los que se invirtió la cesantía de los trabajadores y en general por el impacto para los asociados.
- Las personas que tienen sus ahorros en otras entidades financieras, que se cuestionan si tienen riesgo de que les pase algo similar y cuáles opciones seguras existen.
- Los funcionarios de la Cooperativa, sobre todo aquellos que no hayan cumplido con sus funciones.
- Los funcionarios de las entidades reguladoras, con el estrés propio de estas situaciones.
El río se revuelve más aun con rumores de información falsa y promesas infundadas de recuperar el 100% de lo invertido a cambio de una módica suma. No hay que creer en santos que orinan: estamos ante un proceso reglado, de cumplimiento obligatorio para todos los involucrados, sin excepciones, compadrazgos o favores.
Además, en el ambiente rondan amenazas de interrupción (o atraso) del proceso de resolución a través de mecanismos legales y una incipiente cacería de brujas, en esa urgencia de dejar claro que yo no fui, fue teté.
Es cierto que lo ocurrido evidencia oportunidades de mejora en el sistema, como las ideas que han surgido de cambios de ley, en los sistemas y control y en las sanciones que correspondan para los responsables. Pero, en este momento, al menos en mi opinión, lo ideal sería centrarse en la recuperación de lo que sea posible recuperar. Ya tendremos tiempo para lo demás.
Hagamos uso de las lecciones aprendidas de la pandemia. Durante el auge del COVID-19 se procuró educar, guiar y apoyar al personal y a las personas afectadas, dando soporte a todo nivel: financiero, médico, psicológico, a través, por ejemplo, de programas de apoyo al empleado.
Podríamos pensar en hacer lo mismo en este momento, brindando información y guía certera, consistente, oficial, sustentada, clara; no prestándonos a chismes o teorías de conspiración, dejando de lado nuestro conocido individualismo y demostrando que también sabemos ser solidarios.
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