En 1985 el Estado costarricense tomo la decisión de crear el Refugio Nacional de Vida Silvestre Gandoca-Manzanillo. Los objetivos de su creación se basaron en garantizar la protección de la riqueza de biodiversidad de la zona.
El refugio abarca un área territorial que incluye manglares, pantanos, bosque y arrecifes de valor único, en la zona se encuentra la única asociación de yolillo y orey que existe en el país. Otra consideración fue que la zona cuenta con poblaciones de especies en vías de extinción como el manatí, el cocodrilo y el caimán, la danta y diversas especies de monos y felinos. Sin olvidar que en la franja litoral y zona de arrecifes existe un banco natural de ostión de mangle, y criadero de poblaciones como langosta, sábalo. La zona además cuenta playas con potencial turístico sostenible. Pareciera que es algo más que monitos.
En 1992 se publica la novela “La Loca de Gandoca”. Se convirtió en un libro clásico de consulta obligada, incluso trascendió el ámbito nacional. El libro evidencio como fuerzas económicas se movían para cambiar el uso del refugio. Se aliaron diferentes personas, con sus propios intereses para cumplir con sus metas económicas.
Apareció nuestra querida Anacristina Rossi e inicio una lucha como David para evidenciar lo que estaba sucediendo. Parte de los hechos se han plasmado en la novela.
¿Qué ha sucedido durante este tiempo? Pasamos de un siglo a otro. Se incrementaron los efectos del cambio climático, los residuos no se reducen, tenemos micro plásticos en todo lado, fuimos testigos de una pandemia mundial.
¿Y Costa Rica? ¿Se garantizo la protección del refugio por el que luchaba Anacristina Rossi?
Lamentablemente desde hace varios años, venimos recibiendo información de reclamos ciudadanos sobre las afectaciones sobre el sitio. Nos hemos venido enterando poco a poco que las condiciones se han deteriorado, con la indiferencia de los entes a cargo de su protección. Facilitando incluso actividades que vulneran la riqueza natural del refugio.
En algún momento se planteó la novedad de un comanejo entre Estado y la comunidad como una innovación de participación ciudadana para garantizar la sostenibilidad de la zona, junto su debido aprovechamiento.
Contrario a lo que se esperaba se han venido confabulando fuerzas del sector público con el sector privado, para no seguir protegiendo “monitos”, facilitando espacios para los negocios, que dicen van a generar empleo y riqueza. Suena como el “BMW” que nos traería el CAFTA. Seguimos esperando, ojala se haga realidad con uno eléctrico.
Lo que estamos viendo es como una repetición de los hechos de la novela, se están plasmado en situaciones, posiciones y pareciera que incluso los mismos actores, con muy similares intereses económicos. Macondo se repite.
El país representaba un ejemplo de que se podían tomar decisiones para lograr un balance entre la protección ambiental y ser humano.
Incluso este mensaje “verde” ha permitido que Costa Rica sea un referente obligado para la visitación de turistas de diferentes partes del mundo. Se convirtió en una actividad lucrativa.
La situación pareciera que no es tan maravillosa como se vende. Las diferentes políticas y compromisos país están en sitios web disponibles para consulta. ¿En la práctica como lo vemos?
Frente a estas tristes noticias se nos habla de reverdecimiento de las ciudades, igual que es función del Estado velar por la conservación del ambiente, para mejorar el bienestar y desarrollo social, económico, político y ecológico de la población costarricense.
Las afectaciones al ambiente no son solo en Gandoca Manzanillo, se han venido manteniendo, no solo en nuestro país, a nivel mundial.
La calidad de vida de los habitantes, nuestra supervivencia depende precisamente de poder proteger a los monitos, de garantizar valiosos recursos como el agua, en una situación vulnerable desde hace tiempos pareciera que ahora llega a un punto critico en que debe resolverse para atender este derecho fundamental.
Se ha carecido de una constante motivación para que cada uno de nosotros cumpla no solo con el derecho a tener un ambiente sano, sino cumplir con obligaciones de hacer realidad ese derecho con compromisos a nivel individual.
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