Con respecto a la supuesta agresión sufrida ayer por la ministra de educación durante su visita al Consejo Nacional de Rectores (CONARE), quedan varias lecciones y tareas que debiéramos aprender y realizar.
En los videos se observa a la ministra feliz, saludando a los jóvenes sonriente y dispuesta, en ningún momento muestra signos de alerta, temor, pánico o inseguridad.
En todo momento tiene a varios acompañantes que, contra el sentido común en vez de alejarla de la multitud para subirla al automóvil, más bien la meten entre el molote y la mezclan con la masa de estudiantes que llevan pancartas y megáfonos; situación y lugar en donde obviamente iba a quedar atrapada de alguna manera.
En ese momento se logra apreciar cómo una de las estudiantes se le acerca bastante a la ministra y con megáfono en mano, casi se lo pega a la oreja espetando algún reclamo. Obviamente la señora separa molesta a la estudiante y procede a subir al auto en medio de abucheos y empujones.
Ya en este punto resulta inútil tomar partido hacia alguna de las dos mujeres, supuesta agresora y agredida. Ambas tienen de una u otra manera, motivos válidos: por un lado, está la estudiante que trata de defender a su manera un presupuesto digno para su casa de estudios. En Costa Rica es bien sabido que las protestas pacíficas por lo general no consiguen nada, la gente sabe que para ser escuchad tiene que cerrar calles, gritar o actuar de manera violenta para llamar la atención de sus demandas y lograr si bien no todo lo que piden, al menos una parte. Por el otro, está la ministra quien con toda razón sintió amenazada su integridad física al quedar rodeada entre los exaltados estudiantes.
Después comienza el circo mediático por ambas partes y la consiguiente exageración de hechos para que ambos bandos lleven agua a sus respectivos molinos.
Los estudiantes alegan que la ministra agredió a la estudiante del megáfono al empujarla y la ministra quien por lo general usa lentes, aparece en un video de la página oficial del MEP sin ellos, para mostrar sus ojos llorosos y entre cucharillas con un paño amarillo colocado en su oreja insinuando que tiene el tímpano reventado y está deteniendo una especie de sangrado.
La señora ministra asegura que debido a la agresión y por temor a nuevas, no regresará al CONARE a negociar el presupuesto de educación porque tiene miedo; lo cual se convierte en una excusa que atenta contra la inteligencia debido a que cualquiera con dos dedos de frente sabe que el CONARE como tal, es el ente constitucional coordinador del Sistema de Educación Superior Estatal encargado de su adecuada planificación y desarrollo que no se limita a un edificio y puede, si tiene buena disposición, reunirse con ellos cuando lo considere necesario en un lugar en el que se sientan cómodos y seguros para continuar con las negociaciones urgentes que han generado estas lamentables agresiones.
Si la señora ministra no quiere negociar, es preferible que lo diga tal cual, sin tapujos, pero no que nos ofrezca un motivo fortuito y absurdo para ello.
Queda de tarea para los estudiantes buscar opciones para mostrar sus preocupaciones del todo válidas usando inteligencia emocional y tratar de cambiar las cosas sin comportamientos que les dan alas a sus detractores para tratarlos como energúmenos.
Me gustan los estudiantes, son una fuente inagotable de inspiración que pueden crear cambios notorios e importantes dentro de la sociedad, tienen la capacidad y fuerza para encontrar la manera.
Dentro de esta coyuntura y de manera completamente justificada, muchos docentes han aprovechado para reclamar a la ministra las agresiones que un día sí y otro también, padecen por parte de alumnos. Situaciones en las que el MEP suele ser laxo, ineficaz, omiso e invisible y en no pocas ocasiones hasta cómplice y defensor de estudiantes agresores. Por restas razones, le solicitan que ahora ella al haber sufrido una agresión de primera mano, consciente de lo que padecen ellos al encontrarse indefensos ante poblaciones intocables por edad y demás artilugios, realice los cambios necesarios para empoderar a los educadores y no a los malos educandos.
Algunas personas para defender a la ministra han apelado a la sororidad para defenestrar a las mujeres que no están de acuerdo con su actuar.
Lamentablemente para bien o para mal, en este caso puede y debe aplicarse la sororidad selectiva tanto para la estudiante como para la ministra porque ya sea una agresión, incumplimiento de funciones o cualquier tipo de delito, no se justifica que una persona salga impune por el solo hecho de ser mujer.
Recordemos que la sororidad es la relación de solidaridad entre mujeres, especialmente en la lucha por su empoderamiento y no el encubrimiento de delitos o malas conductas por parte de ellas.
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