En tiempos de alta volatilidad, complejidad e incertidumbre, es natural cuestionarse el valor de todo: del Estado, el sistema establecido y también las instituciones públicas. En respuesta, quienes apreciamos y agradecemos las oportunidades brindadas por la universidad pública, debemos reafirmar, con más vehemencia que nunca, su valor para la sociedad. A continuación, siete razones para hacerlo.
Las universidades forman a los profesionales que nuestro país y nuestra sociedad, como un todo, necesita. A través de sus programas de pregrado, posgrado y formación continua, las universidades brindan a las personas estudiantes las habilidades, competencias y conocimientos necesarios para desempeñarse en los diversos entornos laborales. Forman a las personas para adaptarse a un mundo cambiante.
Las universidades constituyen centros donde se generan y comparten conocimientos y donde se desarrollan nuevas tecnologías. Este conocimiento y estas tecnologías son esenciales para el progreso económico y social del país. La investigación científica y tecnológica también contribuye a resolver problemas sociales y medioambientales.
Los centros universitarios son una fuente para la difusión cultural, promoviendo las artes, la literatura, la filosofía y las humanidades. A través de las actividades culturales, contribuyen a enriquecer la vida de las personas y refuerzan la identidad cultural de la nación.
En sí misma, la universidad constituye un centro de análisis y pensamiento crítico. Toda sociedad necesita instituciones que evalúen y cuestionen la realidad nacional de forma profunda y reflexiva, combatiendo la desinformación, la falsedad y la demagogia. Al hacerlo, cultivan ciudadanos críticos y responsables que participan activamente en la vida democrática y promueven valores como la tolerancia, el respeto a la diversidad y el bien común.
A través de la investigación, la docencia y la extensión universitaria, las universidades prestan una amplia gama de servicios a las comunidades. Ofrecen atención médica, asesoramiento jurídico y asistencia técnica, con profesionales altamente calificados y tecnologías modernas. Las universidades son puntos de referencia en ámbitos como la atención de desastres, la infraestructura pública y la evaluación de la contaminación, entre muchos otros. También aportan criterio experto y asesoran a los responsables de elaborar leyes y políticas públicas.
Las universidades promueven la innovación y el emprendimiento, creando ecosistemas que apoyen a estudiantes, investigadores y emprendedores en el desarrollo de nuevas ideas y su transformación en empresas que impulsen el desarrollo económico y social del país.
Por último, las universidades juegan un papel muy importante en la preservación de la memoria histórica de la nación. Promueven la investigación sobre el patrimonio cultural. Además, custodian y gestionan archivos, bibliotecas y museos que albergan colecciones valiosas de documentos, objetos, organismos y obras de arte, garantizando su conservación, catalogación y difusión.
En resumen, las universidades son instituciones esenciales para el funcionamiento y para el desarrollo del país. Su impacto se extiende a diversos ámbitos, que van desde la economía y la cultura hasta la política y el medio ambiente. Y lo que es más importante, la educación superior pública ofrece oportunidades de movilidad social, permitiendo a las personas mejorar su posición social independientemente de su origen socioeconómico. Este valor, a menudo considerado intangible, repercute directamente en la calidad de vida y el bienestar de todos. Que no se olvide.
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