En los últimos años, el hiyab ha sido uno de los puntos de debate entre Oriente y Occidente o bien, entre el feminismo y el islam. Su uso es justificado mediante interpretaciones hechas del Corán y del Hadiz, donde se ha traducido el hiyab literalmente como “cortina”, referente a la privacidad que debía existir entre el profeta y las mujeres para preservar la pureza.
¿Es obligatorio utilizar el hiyab? El debate que se desprende de esta pregunta genera una discusión de difícil conclusión. Algunos consideran que las mujeres que portan esta prenda lo hacen como símbolo de afinidad a sus creencias y tradiciones, como un arraigo a sus propias raíces. No obstante, otros grupos han manifestado que su única razón se concibe bajo la violencia machista, como una obligación dispuesta por los hombres hacia las mujeres.
Es por ello que, podemos observar como para las feministas hegemónicas el uso del hiyab es un acto patriarcal que cohíbe la libertad y la autonomía corporal de las mujeres, pero para muchas de las feministas de periferia, su uso solo responde a una decisión propia.
Ahora bien, es necesario comprender que la cultura de Oriente y Occidente es completamente diferente, esto no significa que alguna de las dos sea mejor o haya una sola correcta. Las creencias y costumbres son muy variadas y su influencia principal a provenido de las religiones, sin embargo, los movimientos sociales han ocupado un puesto de suma relevancia en todo esto.
El hiyab también ha sido objeto de políticas desde ambos lados del mundo que, comprueban una vez más, las diferencias entre ambos extremos. En 2004 Francia prohibió que se utilizara signos religiosos en escuelas o institutos y en el 2010 se extendió la prohibición del velo integral en espacios públicos. Por otro lado, en el 2023 el Estado iraní aprobó un proyecto que redoblaría los castigos y sanciones hacia las niñas y mujeres que no portaran el velo.
La encrucijada a la que se enfrentan las mujeres musulmanas en situaciones como la anterior, solo demuestra que siguen estando bajo la subordinación de políticas vacías, grupos de presión o extremistas religiosos quienes, en lugar de empoderar su figura femenina, solo han limitado su libertad y autonomía.
En conclusión, el debate sobre el hiyab y su significado es multifacético y profundamente influenciado por las diferencias culturales, religiosas y políticas entre Oriente y Occidente. Mientras que algunos lo ven como un símbolo de opresión y control patriarcal, otros lo interpretan como una expresión de identidad y fidelidad a sus creencias y tradiciones.
Es esencial reconocer que la autonomía y la libertad de elección de las mujeres deben ser el eje central de este debate. La imposición o prohibición del hiyab, ya sea por el estado o por presiones sociales, infringe sobre los derechos individuales y refuerza la subordinación en lugar de promover la verdadera emancipación. El camino hacia una comprensión más profunda y respetuosa de esta cuestión radica en escuchar y valorar las voces de las mujeres que eligen, o no, portar el hiyab.
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