Hoy es un día como cualquier otro, un día frustrante desde que comienza en la mañana. Observo por la ventana la desigualdad manifestada de manera tangible. Vivo en Sánchez y todas las mañanas al observar Tirrases, me siento impotente y frustrado por querer aportar, trabajar y luchar por un país más equitativo. Soy graduado del bachillerato en Promoción de la Salud y actualmente estoy realizando el proyecto final de graduación para obtener el grado de licenciado. No puedo quedarme callado al observar las inequidades y desigualdades, gracias a la deconstrucción que nos brinda la carrera durante cinco años.

Felicito al cantón donde actualmente vivo, pues mis colegas, la vicealcaldesa de la Municipalidad de Curridabat y la colega presente en el departamento de responsabilidad social, luchan día a día desde sus trincheras para brindar su grano de arena y hacer las cosas mejor.

¿Por qué mi frustración? Lastimosamente, muchos de mis colegas y yo nos encontramos en un sistema, en un país donde se nos silencia la voz y nos ponen barreras para trabajar. Mi historia comienza en 2018, en el segundo semestre de la universidad, cuando estaba pasando por un momento de vulnerabilidad, depresión y adaptación, y no sabía qué hacer con mi futuro. Busqué ayuda y en el COVO me orientaron. Me vendieron la carrera de Promoción de la Salud como la carrera perfecta, con mucha salida laboral por ser demandada. Mis colegas y yo podemos desmentir este discurso. Les creí y en 2019 inicié la carrera con muchas ilusiones. Amé el primer semestre y el proceso de deconstrucción que realiza en sus estudiantes. Forman profesionales de calidad, humanizados y en busca de soluciones a tantas necesidades y problemas sociales.

¿Pero cuál es mi problema si amé la carrera? El problema surge cuando los profesores de la Escuela de Salud Pública incitan a los estudiantes a "venderse", justificando sus pocas acciones para posicionar la carrera y darla a conocer en el mercado laboral. Esto no solo me desmotiva, sino que me impulsa a alzar la voz y no callarme ante la coyuntura. Además, al publicarse la nueva política nacional de salud 2023-2033, donde la promoción de la salud se menciona 51 veces, se generan falsas ilusiones. Revisando el manual de puestos de la CCSS, existen tres puestos para un promotor de salud: educador en salud 1 y 2 y promotor de salud. Sin embargo, desde que entré a la carrera hace cinco años, nunca he visto un puesto publicado en estos cargos. Desde que la CCSS perdió su sentido de origen como el hospital sin paredes, nosotros desaparecimos ante los ojos de la institución, pues impera el modelo médicoatencionalista.

Por otra parte, el Ministerio de Salud contaba con el departamento de promoción de la salud, pero este fue cerrado con el argumento de que la promoción de la salud debería estar transversalizada en todos los departamentos. Fue un error, pues al hacer esto se dijo que cualquier profesional podía hacer promoción de la salud. Es por esto que no contratan, pues buscan a otros profesionales que tengan un abordaje desde la Promoción de la Salud. Pero, ¿cómo culpar a dichas instituciones si nuestra casa, nuestra Alma Mater, no predica con el ejemplo? Cuenta con la Oficina de Bienestar y Salud, que tiene un departamento de promoción de la salud, pero este no lo dirige un promotor de salud. Abren horas para estudiantes y asistentes, y nombran a varias disciplinas y carreras mientras que la carrera de promoción de la salud pasa desapercibida.

Escribo este artículo porque estoy cansado de callarme ante esta situación y coyuntura. La promoción de la salud no solo se hace escribiéndola en un papel para que suene bonito, cumpliendo con metas y objetivos a nivel país. Se necesita la acción y el conocimiento especializado y profesional en esta área. Pero ahora son 5 años de formación desperdiciados y condenados al desempleo.

Hago un llamado de atención al gobierno, COVO, OBAS, Escuela de Salud Pública, Facultad de Medicina, Universidad de Costa Rica, Ministerio de Salud y Caja del Seguro Social: necesitamos que se reconozca y valore la promoción de la salud como una profesión esencial para el bienestar de nuestra sociedad. No basta con mencionarla en políticas; es imprescindible crear y ocupar los puestos que permitan a los promotores de salud ejercer su labor. No sigamos desperdiciando talento y formación especializada. Actuemos ahora para construir un país más justo y equitativo.

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