Hace unos días tuve la oportunidad de acompañar a una mujer, quien decidió romper el silencio y compartir su testimonio sobre una experiencia de violencia obstétrica. Me autorizó a plasmar su historia en este artículo de opinión con un propósito claro: alzar su voz y contribuir a que ninguna otra mujer tenga que atravesar el mismo dolor. A esta mujer la llamaré Sofía.
Sofía acudió a un centro médico confiando en que recibiría una atención oportuna, humana y adecuada. Como muchas personas en Costa Rica, depositó su confianza en el sistema de salud, una de las instituciones históricamente más valoradas del país. Esperaba ser escuchada, atendida con diligencia y tratada con dignidad. Sin embargo —según su testimonio— experimentó desatención, indiferencia y una espera prolongada que culminó, horas después, en la muerte de su hija.
Este relato expone una realidad que no puede seguir siendo minimizada: la violencia obstétrica, entendida como acciones y/u omisiones que vulneran derechos durante la atención del embarazo, el parto y el posparto, y que constituye una grave violación a los derechos humanos. Compartir esta historia no busca desacreditar al sistema de salud, sino llamar la atención sobre prácticas que han sido normalizadas entre silencios institucionales y formas de atención deshumanizantes.
Una tragedia que pudo evitarse
De acuerdo con lo relatado por Sofía, durante el monitoreo se evidenció una disminución en los latidos de su hija. Al mismo tiempo, su intuición le indicaba que algo no estaba bien. Expresó su preocupación y solicitó que se valorara la posibilidad de una cesárea. La respuesta que recibió no fue una explicación clínica detallada ni una reevaluación inmediata del riesgo, sino una negativa sin un proceso claro de diálogo ni información suficiente.
En ese momento, la preocupación manifestada por Sofía no fue incorporada en la toma de decisiones clínicas, ni existió un intercambio de información que permitiera comprender las razones médicas detrás de las acciones —o inacciones— adoptadas.
Once horas después del nacimiento, su hija falleció.
Sofía cursaba un embarazo sano y a término. La muerte de su hija no puede entenderse únicamente como una complicación imprevisible, sino en el contexto de posibles omisiones en la atención brindada. Cuando estas omisiones ocurren, se compromete el derecho más básico y fundamental de todos: el derecho a la vida.
Violencia obstétrica: una realidad vigente en Costa Rica
Aunque Costa Rica ha avanzado en legislación y en la creación de mecanismos de protección, los múltiples testimonios sobre violencia obstétrica evidencian una deuda pendiente en la garantía efectiva de los derechos humanos de las mujeres. Situaciones como la vivida por Sofía muestran que esta violencia no se limita al maltrato físico, sino que incluye prácticas como la falta de atención oportuna, el trato deshumanizado, la ausencia de información clara, las intervenciones sin consentimiento informado, la minimización del dolor, así como retrasos u omisiones que ponen en riesgo la salud y la vida.
Cuando estas prácticas se presentan, se ven afectados derechos esenciales como el derecho a la salud, a la integridad personal, a la dignidad y a la autonomía. En los casos más graves, estas vulneraciones alcanzan su expresión más irreparable: la transgresión del derecho a la vida.
No es un caso aislado: es una falla estructural
La violencia obstétrica se manifiesta en maternidades truncadas, en duelos evitables, en niños y niñas que no regresan a casa y en mujeres cuya vida cambia de forma irreversible tras una atención deficiente. Aunque muchas mujeres han vivido experiencias similares, la historia de Sofía importa porque pone rostro y voz a una realidad que continúa siendo invisibilizada.
A diario, mujeres costarricenses intentan denunciar este tipo de experiencias y se enfrentan a procesos largos, “revictimizantes” y poco empáticos. Esto genera desaliento, temor a represalias y daños emocionales profundos. El testimonio de Sofía refleja un contexto en el que denunciar implica, para muchas, volver a sufrir.
Por ello, la violencia obstétrica no debe entenderse como un hecho aislado, sino como una falla estructural del sistema de salud que requiere ser reconocida, investigada y corregida. Numerosas mujeres han visto afectada su maternidad, su salud o su proyecto de vida a raíz de atenciones inadecuadas o negligentes.
Una deuda en materia de derechos humanos
La salud sexual y reproductiva cuenta con protección en tratados internacionales de derechos humanos ratificados por el Estado costarricense. Sin embargo, en la práctica, derechos como la vida, la integridad personal, la información, la autonomía y el trato digno continúan siendo vulnerados, ocasionando daños irreparables a mujeres y a sus familias.
Estas situaciones revelan fallas en el cumplimiento de las obligaciones estatales y exigen procesos claros de investigación, rendición de cuentas y reparación. Cuando ocurren omisiones graves en la atención obstétrica, la responsabilidad no puede limitarse a decisiones individuales, sino que debe asumirse a nivel institucional.
Una voz que no se apaga
Sofía decidió alzar su voz porque la muerte de su hija no puede quedar reducida a un expediente archivado. Su testimonio es una exigencia de justicia y de cambio. Reconocer la existencia de la violencia obstétrica en Costa Rica no debilita al sistema de salud; por el contrario, contribuye a fortalecerlo y a hacerlo coherente con los compromisos en materia de derechos humanos que el país ha asumido.
El respeto al sistema de salud solo es posible cuando, en primer lugar, se respeta a quienes acuden a él buscando protección.
Que esta muerte nos despierte
La historia de Sofía no debió ocurrir. Su hija merecía vivir. Hoy, Sofía —quien me buscó para ser escuchada— alza su voz con la esperanza de que el país reflexione y actúe.
Ninguna mujer debería ingresar a un hospital confiando en que será cuidada y salir con un duelo que pudo evitarse. Una democracia que se enorgullece de sus avances en derechos humanos no puede permitir que las mujeres enfrenten violencia en el momento más vulnerable de sus vidas.
La voz de Sofía cuenta. La vida de su hija también.
Este artículo representa el criterio de quien lo firma. Los artículos de opinión publicados no reflejan necesariamente la posición editorial de este medio. Delfino.CR es un medio independiente, abierto a la opinión de sus lectores. Si desea publicar en Teclado Abierto, consulte nuestra guía para averiguar cómo hacerlo.




