La Costa Rica de 1 de noviembre de 1941 cuando se fundó la CCSS en el Gobierno del Dr. Rafael Ángel Calderón-Guardia -médico de formación-, no es la misma del 2024. Ahora somos más, muy diferentes entre nosotros y con problemas de salud de mayor complejidad, demanda y costo. Pasamos del control de las parasitosis, la desnutrición, el control de algunas enfermedades prevenibles por vacunación, a un aumento de las enfermedades crónicas como la diabetes mellitus, la hipertensión arterial, el cáncer, la resistencia antimicrobiana, las infecciones emergentes, la inmunosupresión, problemas de salud mental, y otras. Tenemos una mortalidad infantil menor de 10/1000 nacidos vivos y un programa de tamizaje neonatal que permite identificar “enfermedades raras” que requieren costosas terapias. La esperanza de vida supera los 80 años, lo cual implica, ya de por sí, un desafío importante para los servicios de salud. La pirámide poblacional se está invirtiendo y el bono demográfico cambió.

Paralelo a este panorama se requiere la formación de médicos y demás profesionales en ciencias de la salud, cada vez más especializados, lo que implica no solo más años de estudio, sino capacitación constante en centros de alta excelencia. Por ende, debemos recibir un salario acorde a nuestra preparación y sobre todo responsabilidad, en un buen ambiente laboral que permita nuestro desarrollo integral. 

La institución necesita cambiar y modernizarse, está imbuida en un exceso de trámites administrativos, burocráticos que deberían simplificarse y ser realizados por los administrativos que representan un alto porcentaje de los funcionarios de la institución y dejar que los profesionales en ciencias de la salud, nos dediquemos a nuestro oficio. Para ello se requieren muchos cambios que quizá no todos estén dispuestos a realizar. Por otro lado, hay que cuestionarse si debe seguir la CCSS a cargo de una Presidencia Ejecutiva y una Junta Directiva que a fin de cuentas es la que manda, o estar dirigida por un gerente general con muy alta formación, para conducir una de las instituciones prestadora de servicios de atención de la enfermedad más grande de la región. Si debe o no seguir a cargo de las pensiones, si debe convertirse en una caja administradora de los fondos de atención a la enfermedad, o solo dedicarse a la prestación de servicios de salud. Otro punto fundamental es si quieren los costarricenses que la CCSS siga siendo solidaria y le dé todos los servicios a todos, sin importar el monto de la cotización o la condición de asegurado por el Estado, esto último lo digo porque con frecuencia se lee o se escucha que algunos dicen que “pagan mucho seguro” y que “mejor un seguro privado”, puede que suene atractivo, pero cuando tengan una enfermedad de las que implican alta inversión o sean adultos mayores, se darán cuenta de la realidad.

La CCSS ha sido omisa en informar a sus usuarios del costo de la atención que reciben para que pueden contrastarla con lo que mes a mes cotizan. Las listas de espera, la atención con oportunidad de los asegurados, la satisfacción del cotizante, los pagos del Estado a la CCSS deben ser parte de la agenda a discutir, lo mismo que la participación de los servicios privados de salud, que deben ser visualizados como aliados estratégicos, para ello el definir precios por pagar y formas de contratar estos servicios debería ser liderado por los Ministerios de Salud y de Economía y entrar en negociaciones que favorezcan a los asegurados y no a intereses particulares. Tenemos un sistema nacional de salud que se debe utilizar.

Estos y otros problemas son de discusión impostergable y por ello no debería ser de recibo que nos degastemos en diferentes discusiones que no aportan soluciones al problema y solo generan división y desinformación.

Me refiero a cuatro puntos:

  1. Salarios de los especialistas: la pregunta debería ser si se lo ganan o no. El reciente “linchamiento” de la colega oftalmóloga por parte del señor presidente, debe llamarnos a la reflexión. Un presidente de la república exhibiendo a una profesional que presta sus servicios contratados por la institución bajo sus propios términos y obedeciendo a un plan de jornadas quirúrgicas para bajar listas de espera, ¿es ella “culpable” de lo que gana? Si cumplió no lo es, cuando a nivel privado, si la misma CCSS hubiese comprado esos servicios el monto hubiese sido mayor. A lo que se ganó con “el sudor de su bisturí” se le hicieron los rebajos de ley, no fue que le encontraron ese monto debajo de una escalera de su consultorio.
  2. Traer médicos especialistas de otros países, aquí la pregunta es ¿de dónde?, y con ¿qué nivel de formación?. La OPS ha alertado del déficit de profesionales de la salud, específicamente médicos en la región. Una reciente publicación de la prestigiosa The Lancet evidencia este problema en 204 países y territorios. Así que traer especialistas no es tan fácil y los que acepten migran a Costa Rica van a querer hacerlo en condiciones que les resulten atractivas y además estarían sujetos a las leyes del país con todos su deberes y beneficios. ¿No sería mejor intentar retener a nuestros especialistas? ¿No es más conveniente evitar que los nuestros con buena formación y capacidades demostradas migren a otros países o a la práctica privada?
  3. Formación de especialistas: No es cierto, como afirmó un colega,  que los profesores de postgrado definamos el número de especialistas a formarse. El número anual de plazas para formación son definidas por el CENDEISSS (Centro de Desarrollo Estratégico e Información en Salud y Seguridad Social) ente que pertenece a la CCSS, basado en estudios de la dirección de proyección de Servicios de Salud. De los casi 1800 profesores del PPEM-UCR (programa de postgrado de especialidades médicas de la Universidad de Costa Rica), cerca del 80% lo hacen ad-honorem, sin recibir salario. No es como muchos dicen con mala intención o con falta de rigurosidad al hablar, que no se quiere competencia.  La vasta mayoría lo hacemos porque nos gusta la docencia, porque le devolvemos algo de lo mucho que la Costa Rica solidaria nos dio. Deben Ministerio de Salud y CCSS planificar la cantidad de especialistas a formarse, considerando varios escenarios, con proyección nacional a largo y mediano plazo, con la participación de las universidades, sobre todo de la Universidad de Costa Rica que ha formado a la vasta mayoría de médicos especialistas. 
  4. Aunque es factible que un hospital opere durante los segundos y terceros turnos, igual que durante el primero, es necesario realizar un análisis detallado de la demanda, los recursos disponibles, los costos y las necesidades específicas de la población para determinar la viabilidad y eficiencia de mantener la misma operación en todos los turnos. Además de la infraestructura necesaria; por ejemplo cirugías de alta complejidad que además requieren unidades de recuperación y de cuidados intensivos por varios días, implicaría triplicar la cantidad de camas disponibles para esas condiciones. La organización en tres turnos similares de trabajo requiere cambios de los contratos de trabajo y por supuesto de la contratación de más personal, no solo médicos especialistas, sino enfermería, microbiología y personal complementario. Los equipos de trabajo son fundamentales y su constitución ha de ser multidisciplinaria. 

Como vemos, “el frio no está en las cobijas”, toda esta desinformación parece corresponder a la conocida y vieja estrategia de buscar al “oportuno enemigo común” empleada desde hace mucho tiempo por gobernantes y dirigentes ineptos, que con ello logran desviar la atención de su propia responsabilidad y endilgársela a otros, lo que sin duda no contribuye a la solución del problema. El problema no se resuelve desprestigiando y exhibiendo a la colega oftalmóloga en conferencia de prensa del presidente -quien debería dedicarse a gobernar y asumir con señorío su mandato-. El único “pecado” de la doctora fue trabajar más que muchos. El problema tampoco está en la formación de especialistas por parte los posgrados. 

Para conservar la CCSS baluarte de nuestra estado social de derecho, se necesitan acciones concretas para fortalecerla y mejorarla, no para destruirla. Sin duda los funcionarios de la institución debemos mejorar, dar atención de calidad, con enfoque humanista, con atención centrada en el paciente, pero corresponde a las altas autoridades nacionales e institucionales trabajar, proponer y tomar las medidas necesarias para solventar sus problemas. Dejemos de lado los discursos estridentes carentes de contenido, exijamos que la CCSS y el Ministerio de Salud propongan una agenda de discusión, la conduzcan y actuemos conforme a decisiones de consenso. 

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