Fulanito, ¿para dónde vas con ese spray? – Allá iba, muy apurado, con un tarro enorme de desinfectante en la mano.

Déjame, que yo estoy consciente de la importancia de plantear soluciones en lugar de problemas y esto yo lo arreglo con una ruseadita. Ustedes ya están muy llenos de cosas como para meterlos en una más.

Lo obligamos a explicarse.

Fijate que es una situación muy incómoda… y hediondísima. Es un muchacho del grupo nuestro, lleva varios años con nosotros. De un tiempo para acá, no te imaginás lo que ha sido. Al inicio pensamos que era una cosa de un día, pero no. Lleva más de un mes así.

Es un olor que no te puedo explicar bien. Como si llevara 15 días caminando en el desierto y sin bañarse. Como cuando la basura se queda afuera y no la recogen y hace mucho calor y se empieza a descomponer. Casi que a rata muerta. A chancleta vieja. Agrio. Rancio. ¿Has oído cuando alguien dice que huele a  pacuso? En Colombia le dicen pecueca.

Es que es insoportable. Por donde pasa, deja la estela. Nadie se quiere sentar con él ni para almorzar ni en los cubículos. Lo saludan de larguito.

Ya los demás me han pedido que haga algo. Hemos intentado con indirectas. Por ejemplo, alguien pregunta qué es lo que huele tan mal. Le pasan por correo las ofertas de la Asociación de kits de desodorante y colonia.  Le dejan cepillos de dientes y pasta como sorpresa en el escritorio.

Vieras en las reuniones presenciales. Me piden que abramos las ventanas, tengo el presupuesto desbalanceado por comprar más aromatizadores de ambiente.  Los compañeros se ponen pálidos, verdes, les da náusea. Llegan a la reunión con mascarilla, les da tos, se embarran de aceites esenciales para evitar el olor.  A algunos se les salen las lágrimas, porque, en serio, escuece. El único que no se queja es Virgilio, que quedó sin olfato desde la última vez que le dio Covid.

Eso sí, el desempeño impecable y él muy decente y educado como siempre.  De eso no tengo quejas.

Encima un tema muy personal y delicado, uno no debería meterse en eso. A ver: ¡es un adulto! ¿Cómo le dice uno a un compañero que apesta? Ya si lo le vacío el spray encima como fumigar una cuca, tal vez entienda. Eso, o lo manguereamos entre todos en el parqueo.

Fulanito ¡Qué tirada! pero te toca a vos hablar con él.

¿A mí? ¿Y qué le digo? ¿Que la limpieza es una belleza y que salud nos da? ¿Qué no sea tan cochino? ¿Qué me dé el teléfono de la mamá para llamarla a darle las quejas?

(Inserte suspiro resignado) Mirá, tenés razón. Nunca son conversaciones fáciles. Por suerte la empresa tiene una guía para esto. Te la voy a pasar por correo.

Hay que hablarle con mucha empatía y respeto, sin juzgar, ojalá en privado. Sí, aunque huela mal. Si vos ves que no vas a poder, búscate a alguien más, que tenga esas cualidades de cercanía y calidez con la gente.

Empezás diciéndole, que, en países tropicales como el nuestro, húmedos y calientes; la expectativa social y de la empresa es que el personal se bañe todos los días, con agua y jabón, incluyendo el pelo. Además, que como este clima nos hace sudar, todos debemos usar a diario desodorante, ropa limpia y lavarnos los dientes. Que eso es muy importante porque todos los días nos relacionamos con los compañeros y en espacios cerrados donde compartimos de forma cercana con los demás.

Le decís además que hemos notado un cambio en él, un olor que no es propio de una persona que siga estas reglas sociales y nos preocupa. No tenemos claro si él lo nota o no o si se debe a alguna situación especial, por ejemplo, si no tiene dónde secar la ropa, si tiene una alergia al jabón o al desodorante, o cualquier condición médica. Le recordás que puede ir a la clínica.

Tomá en cuenta que de verdad puede ser que él no se dé cuenta. Podría estar pasando por una situación de salud mental o de drogas. No sabemos.

Para terminar, le preguntás si le queda claro. Ofrecele que, si tiene alguna duda, por favor que hable con vos.  Además, a darle seguimiento, por ejemplo, que en las mañanas pase por tu oficina a ver cómo va la cosa. Asegurale que esta es una conversación confidencial.

O sea, lo tratás como a un ser humano, hablándole con empatía y con respeto.

Y, por supuesto, sin bañarlo en desinfectante. Prometémelo. Por si acaso, vamos a dejar el tarro guardado aquí en mi oficina.

Posdata: en nuestra experiencia, muy pocos patronos tienen políticas o procedimientos para conversaciones difíciles. En este caso es sobre el olor corporal, pero podría ser sobre la ropa que usa un trabajador, comportamientos, comentarios, etc. Este tipo de guías suelen ser muy útiles para estandarizar la conversación sin caer en conductas discriminatorias.

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