El arte, la producción cultural y artística es tremendamente interesante por su potencial formador, terapéutico, lúdico, recreativo, de denuncia social, política entre otros si así se quiere hacer o ver. Sí, hablo de las artes (teatro, danza, canto, pintura, performance, poesía, escultura etc.) y de las expresiones artísticas en general y su poder de cambiar realidades internas en la persona y externas al evidenciar o denunciar situaciones o vivencia injustas en las sociedades actuales sean estas políticas, económicas, comunitarias entre otras.
La danza, el teatro no burgués, los títeres, lo circense, lo cómico y demás de estas nobles artes que han estado desde siempre con la humanidad, vienen a darle sentido a la vida, a las personas, ayudan a construir identidad, a humorizar sobre lo que probablemente también se llora, se sufre, se vive. Las artes al igual que la poesía, el cuento, la novela, la escritura en general sirve para eso, para hacer ver, hacer sentir, para nombrar, para representar realidades internas del sujeto y realidades sociales, entre otras.
Gracias a las artes también el ser humano tiene la posibilidad de continuar explorando y haciendo crecer su creatividad, esa creatividad que decía Antoine de Saint -Exupéry muere conforme la persona crece, producto de la mirada adulto-céntrica hacia la vida. En esto juega mucho la socialización primaria (familia) y la socialización secundaria, (escuela, iglesias, contexto, cultura y demás). Y las artes no solamente deben estar inmersas en el teatro, en las casas de la cultura, pueden también promoverse en la radio y en la televisión, que actualmente solo difunden programas mediocres y sin sentido.
En fin, ustedes sabrán que las artes son en general expresiones sublimes, Beethoven a modo de ejemplo decía que la música puede ser incluso más sublime que la filosofía, el arte, las creaciones artísticas tienen más poder que una bala, así como la escritura, el arte es catalizador de realidades, pero este en Costa Rica ha estado censurado por la cultura dominante y peor aun lo que se visibiliza está en manos de una pequeña élite burguesa acéfala, mediocre y vulgar, nombres ya ustedes les conocen.
Es curioso y alarmante ver la historia de muchas personas artistas en Costa Rica, muchas y muchos han tenido que emigrar, “autoexiliarse” yo le llamaría exilio forzado para poder ver crecer en tierras lejanas esa creatividad artística, para explotar y hacer crecer toda su creatividad en otros contextos debido al poco apoyo que encuentra en esta tierra de vergeles y flores marchitas, en esta tierra de costumbrismos, clasismos, de carretas, bueyes, topes, toros, sin menospreciar también el gusto de la masa por estas cuestiones.
Sí, parece ser que la cultura y la expresión artística se entrelaza con las cuestiones políticas e ideológicas de un país, de una realidad centroamericana permeada por la exclusión y la violencia estructural de los diferentes grupitos de poder. Un claro ejemplo si prestan ustedes atención de los detalles, virtud donde se encierran las grandezas, es que la mayoría de las personas artistas costarricenses reconocidas o no, crecen en solitario, no sé si esto será una cuestión de egos, muchos así lo dejan ver y otros debido a las heridas del trauma que hacen el engaño, la traición y las políticas públicas que no crean o fortalecen espacios de crecimiento y de colectivos para que estas crezcan.
Entre menos arte produzcan las personas artistas en comunidad, en colectivo menos cambio y transformación tiene un país, una comunidad, una persona, en las artes costarricense aplica esta frase popular divide y vencerás, así han tenido históricamente a las personas artistas, sin mencionar uno que otro ego que considera que él o ella es la panacea en producción o dirección artística, a sesiones de psicoterapia debería ir muchos, muchas que conozco, para que aplaquen el delirio de grandeza.
Aquí quiero hacer énfasis en la herida sistémica de las artes costarricenses, que se repite generación tras generación desde 1897 con la creación de la Escuela Nacional de Bellas Artes y el Teatro Nacional de Costa Rica, artes que en sus inicios en nuestro país representaban o eran más accesibles a la burguesía de época, por cierto mucha de la producción artística sigue estando en estas manos de familias burguesas acéfalas, mirando a lo que se hace en New York, Inglaterra, no dan las neuronas para producir desde lo local, mientras al artista local lo tienen sobreviviendo, palabrilla que les encanta a algunos cuantos en este país.
Fue después del 48 en Costa Rica donde las artes se dejaron aparecer en los contextos populares, teniendo un auge en varias regiones del país desde los años 70,80, 90 y 2000, esas épocas de producción artística fueron maravillosas según la narrativa de los grupos de la época, grupos que siguen vigentes, pero sin hacer mucho, por no decir nada. Permeados muchos de esos colectivos o grupos por egos poco moderados y el yo-yo para arriba y para abajo.
Los artistas con formación profesional, lamentablemente, se encuentran muchos de ellos en otros oficios, usualmente en centros de llamadas, sí gente brillante en este campo, en centros de llamas, se les escucha decir, tengo que comer, aquí no se apoya el arte que haces sino tienes apellido o estas en la argolla, los pocos espacios de trabajo están politizados, es decir, la narrativa de muchas personas artistas costarricenses es desde el trauma, ya no creen en ellos y ellas, ni mucho menos en sostener un colectivo, crear o consolidar grupos artísticos.
Las personas artistas de este país deben volver en primer lugar recuperar su confianza en las artes, en segundo lugar deben creer en la unidad colectiva para sobrevivir y sostenerse produciendo continuamente, no es válido escuchar discursos tales como tenemos un grupo de producción teatral desde hace 20 años e ir a indagar la producción artística en todos esos años y ver que se sostuvieron activos 3 años, luego aparecen en escena 3 años después, pasan nueve años, aparecen en escena, diez años después vuelves a escuchar de ellos, hacen algo y desaparecen.
Se diría desde la psicología sistémica y esa pauta de generación en generación en los grupos de artistas populares a que se debe, se debe a la herida estructural que sigue viva, a política, a los intereses de los grupos de poder, a las familias que no sueltan y que no producen, a los egos individualistas entre otros factores que no tengo la menor duda ustedes sabrán agregar.
Finalmente, trabajen el escenario artístico, hagan rituales, revivan la producción artística, denle un lugar en el corazón a las artes, en su corazón y en el mundo, denle un lugar en sus vidas, saquen las expresiones artísticas de los cajones del olvido y de la indiferencia, de la producción individual y organícense en colectivos. La unidad les hace más fuertes, desarticulados el trauma seguirá vivo y sangrando con los discursos de la indiferencia, transformen toda esa opresión artística que han vivido por años en este país, en algo político, hagan teatro político de denuncia como lo posiciona Bertolt Brecht, el colectivo puede transformar, educar, enseñar y crear nuevas realidades que están latentes, solamente se necesita superar el trauma y volver a creer en la unidad, una chispa siempre encenderá una hoguera.
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