Del 19 al 29 de junio de 2025, San José se convierte, una vez más, en capital del cine regional con la celebración de la decimotercera edición del Festival Internacional de Cine de Costa Rica (CRFIC). Este no es un festival cualquiera: es una plataforma, una vitrina, una incubadora, una declaración. Un espacio que nos invita no solo a ver películas, sino a ver(nos), a imaginar(nos), y a proyectar lo que puede llegar a ser la industria audiovisual costarricense si asumimos, con decisión, las oportunidades que tenemos frente a nosotros.
En esta edición del CRFIC se exhiben 64 películas de 24 países, muchas de ellas óperas primas dirigidas por mujeres. Hay estrenos, competencias regionales, una ambiciosa sección de formación, una apuesta por el videoarte urbano con La Melcocha, y una fuerte presencia de realizadoras en el equipo curatorial. Todo esto es un síntoma —feliz y elocuente— de que la industria audiovisual de Costa Rica ya no es incipiente: es una realidad en movimiento, plural y desafiante.
Como ministro y como amante del cine, no puedo dejar de pensar en lo que afirmaba Federico Fellini: “Una película, o se vive o no existe”. Y lo mismo puede decirse del cine nacional: o lo vivimos y proyectamos hacia dentro y fuera de nuestras fronteras, o se desvanece como un archivo olvidado. No basta con producir: hay que profesionalizar, internacionalizar, y conectar al audiovisual con los demás lenguajes creativos que conforman el ecosistema cultural costarricense.
Hoy más que nunca, debemos reconocer que la creación audiovisual ya no se limita al cine como lo entendíamos hace una década. El audiovisual se entrelaza con la música, los videojuegos, la animación, la dramaturgia, el desarrollo literario y los nuevos formatos de plataformas digitales. En ese contexto, la Comisión Fílmica de Costa Rica tiene un rol crucial que debe actualizarse con audacia. Su tarea ya no es únicamente atraer rodajes internacionales —aunque eso sigue siendo vital—, sino también visibilizar y posicionar el talento costarricense en producción, dirección, actuación, composición musical para cine, doblaje, y narrativa audiovisual desde nuestra literatura y dramaturgia.
Necesitamos más costarricenses escribiendo guiones que se filmen en otros países, más compositores nuestros en créditos de películas internacionales, más actrices y actores proyectados en plataformas globales, más videojuegos con alma caribeña o indígena diseñados desde Heredia o Cartago. Y necesitamos más presencia costarricense en mercados internacionales, ferias, festivales y rondas de negocios. Ahí se ganan los contratos. Ahí se teje el futuro.
El CRFIC es también un recordatorio de nuestras deudas: el consumo de cine nacional sigue siendo bajo, la inversión privada aún tímida, y las ventanas de exhibición reducidas. Pero también es una prueba de nuestras capacidades: formamos técnicos de excelencia, realizamos películas premiadas, exportamos talento, y estamos logrando diversificar narrativas y estéticas. Lo que falta es escalar, articular, y consolidar. Es también una muestra de compromiso, con la mejora continua y la responsabilidad que tiene el MCJ y el Centro de Cine de escuchar al sector y mejorar el festival para que este sea un instrumento real de apoyo al sector audiovisual.
Desde el Ministerio de Cultura y Juventud hemos dado pasos concretos: la reciente aprobación de la Ley de Cine abre nuevas posibilidades de financiamiento, encadenamientos y profesionalización. Su reglamento —en proceso de consulta pública— será clave para operativizar esos beneficios. Pero la ley, el festival, los premios o las convocatorias no bastan si no hay una visión compartida de largo plazo.
Por eso este festival debe inspirar una nueva etapa. Una etapa donde el audiovisual costarricense se piense como industria creativa integral, conectada con la educación, con el turismo cultural, con la innovación tecnológica, y con la promoción internacional. Una etapa donde el Estado, la empresa privada, las universidades y los propios creadores caminen hacia una misma dirección: la sostenibilidad y proyección de nuestro cine y de todas sus formas afines.
El CRFIC 13 es una oportunidad. Quizá 1313 oportunidades. Aprovechémoslas.
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