Esta muestra reúne la producción artística de Rolando Faba durante los últimos cinco años.

La experimentación ilimitada y un tanto azarosa del artista costarricense Rolando Faba, queda reflejada en los más de 45 lienzos que conforman la exhibición Salto al vacío.

Esta muestra, que se está presentando en este momento en los Museos del Banco Central, reúne la producción artística de Faba durante los últimos cinco años, como evidencia de cómo este se mantiene desafiando su búsqueda creativa, desde el inicio de su carrera en los años setenta.

Rolando Faba, de 69 años, nació en Costa Rica y se formó como artista gráfico durante la década de 1970. Desde entonces, se ha caracterizado por la creación de imágenes cargadas de poéticas diversas, llenas de exploración técnica y de una transformación continua en el lenguaje visual, el cual oscila entre la figuración y la abstracción.

Su obra se ha apoyado en las artes gráficas y pictóricas, ámbitos desde los que ha desarrollado creaciones bidimensionales e instalaciones.

En su obra reciente, Faba experimenta la creación artística como un literal salto al vacío, como una forma de vida que implica la convicción y disposición de franquear los límites de lo permitido.

Ello, señala el artista, conlleva a la inyección de cierto caos en el orden, a la pérdida parcial o total del control y al encuentro con lo que nos hace vulnerables.

Delfino.cr conversó con Faba y con la curadora del museo, María José Monge, para profundizar en los detalles de la exhibición.

Perderse y encontrarse en el caos

"Yo algunas veces hablo de provocar el accidente pero eso no quiere decir que lo voy a provocar cuando voy conduciendo el coche. Es en el arte, en esa galaxia donde todo es posible y donde las consecuencias casi siempre son buenas", dice el artista.

El arte y la creación en sí misma son caóticas, confusas e impredecibles para el artista. Faba señala que, técnicamente, el espíritu de las obras es totalmente experimental a la hora de usar o crear herramientas o materiales inusuales, aprovechando accidentes o errores casuales que contrastan el vacío con la saturación visual y juegan con lo monocromático y los acentos de color.

Faba comentó que en esta ocasión se enfrentó al caos en bruto y difícil de controlar. Por ejemplo, detalló que en algunas obras provocaba el accidente con una mancha, para luego decir "bueno, voy a romper eso (la mancha) para luego ver qué hago".

Eso es una forma pero en realidad no hace falta ser tan extremado. El mismo hecho de hacer las cosas diferente, de buscar nuevas formas maneras, hace que te arriesgues a que se descontrole. Cuando surge el  error, no hay que correr a corregirlo o quitarlo, sino adaptarse a él... que el error sea, digamos, el que defina cosas".

Para el pintor, este proceso creativo ejercita mucho la imaginación y es un entrenamiento sobre cómo lidiar con una situación inesperada.

Compartió que en la exhibición hay muchas obras que surgieron de actos muy espontáneos y que luego llevaron un proceso de reflexión y control:

Ahí es cuando yo estoy domando al caos pero con un esfuerzo de por medio que no siempre funciona. Afortunadamente, yo he encontrado la forma de que funcione porque la mayor parte de las piezas se salvaban cuando tenían alguna cosa que había que trabajar en función a ellas. Luego simplemente se convierten en un estilo".

Monge, la curadora, agregó que cuando uno habla de un artista que busca perder el control o que salta al vacío, que deja que el caos aflore, es normal que existan comentarios como que "eso cualquiera lo hace". En el caso de Faba, no obstante, hay más de cuatro décadas de experiencia que respaldan su trabajo.

Esa trayectoria, según Monge, le permite al artista soltar o lanzarse al vacío como una necesidad que va acompañada de una forma de trabajar muy sui géneris en la que hay mucha investigación, lectura, revisión de referentes y tiempo de reflexión.

Para Monge, en las imágenes de Faba habitan múltiples referentes y detonantes de su experimentación creativa, provenientes de culturas visuales de distintos momentos históricos. Por ello, se pueden ver insinuaciones de la creación orfebre precolombina, las estéticas orientales o de mitologías sobre el origen de la vida, así como la influencia de artistas de tiempos más recientes como Yves Klein o Öyvind Fahlström. 

También, pero de forma menos explícita, se encuentran sus intereses por la música, la antropología, la astrofísica, la genética, la biología, las neurociencias, la farmacología, la meteorología, la heráldica y la máquina, entre otros campos:

Eso que no se ve pero que finalmente es la estructura que está soportando la decisión de perder el control".

Monge compartió que el arte de Faba también es una pugna interna entre una persona sumamente estructurada, la cual siempre está buscando como desestructurarse. Esto se puede ver en las obras que se exhiben "porque hay demasiada estructura después de tantas décadas de trabajo":

Es muy interesante como una carrera artística es atravesada por una búsqueda que quizás en un inicio se formula muy intuitivamente y varias décadas después, la vemos madura con herramientas con las que no se contaba antes. Eso es un poco el asiento invisible, porque no necesariamente las personas pueden percibir lo que está detrás de las obras".

La exhibición cuenta con un espacio interactivo que funciona como el “laboratorio del artista” y en donde las personas pueden experimentar con el uso de las herramientas que el artista utilizó para la creación de sus piezas.

Madurez y el trabajo en conjunto

Faba agregó a los comentarios de Monge que estas obras lo toman en un momento de mucha madurez:

Inevitablemente la experiencia viene y pesa, también sirve para atreverse a algunas cosas. Lo de “salto al vacío”, aunque ya lo especifiqué, no es solamente un bonito título, es un poco un manifiesto, tenemos que arriesgarnos a saltar al vacío en el buen sentido".

También reflexionó respecto a que esa valentía es necesaria porque los tiempos lo exigen. Añadió que el mundo hoy tiene un contexto muy complejo donde los paradigmas hace rato empezaron a caerse y, precisamente, por eso hay una ausencia de nuevos paradigmas.

Lo describe como un momento para poner en crisis todo lo que habíamos aprendido:

La idea, no es que desechemos la experiencia que tenemos, sino que busquemos una forma de hacer las cosas diferentes, porque ya la situación es diferente. Yo creo que una exposición de arte en ese sentido puede aportar mucho".

Y continuó:

Tal vez yo no doy ninguna solución, de hecho nunca me ha interesado. Me interesa mucho sugerir. Me parece que la sugerencia y la seducción son elementos muy útiles  e  intensos, y el arte trabaja con eso".

Agregó que cuando el arte tiene cierto misterio, acerca más a las personas por esa necesidad de resolver.

Monge, por su parte, compartió que los procesos curatoriales  normalmente implican mucha presencia. En este caso no había un cuerpo de obras ya listo, sino que fue un "empecemos a ver hacia dónde querés ir y en el camino surgieron muchos caminos".

La curadora destacó que Rolando Faba es sumamente versátil, lo que le facilita iniciar una investigación en términos pictóricos en una línea y simultáneamente estar trabajando en otras diferentes a la vez:

Finalmente, la muestra lo que hace es articular esas distintas líneas de investigación que él desarrolla durante estos años".

Su trabajo implicó ser testigo de  los procesos creativos del artista. En esta vía respaldó lo dicho por Faba, respecto a que estas expresiones involucran importantes cuotas de investigación, de experimentación y de aprendizaje. Lo que normalmente se da en individual, se dio  de forma bilateral "en la conversación, en el mirar, en el escuchar, en ver que está leyendo la otra persona, ir a buscar, de devolver cosas y provocar que esa otra persona se interese en estas nuevas cosas. Es como un diálogo muy estrecho a partir de procesos de creación".

Faba también comentó que en el camino creativo se dieron situaciones irregulares del proceso, como la de tener que adaptar su casa para volverlo un taller, además de una serie de eventos personales "importantes, serios, dramáticos o terribles" que estuvieron salpicando esos cinco años. Una pandemia incluida.

De ahí que resaltase que en estas obras hay muchos aspectos autobiográficos, aunque están ocultos, como las piezas negras que pueden transmitir algo opresivo, algo depresivo o situaciones extremas:

Estamos en una época en que no sabemos qué va a pasar mañana y esta muestra creo que lo tiene para bien o para mal".

Las obras, coincidieron ambos, son una invitación a que las personas que las observan puedan sentir vulnerabilidad, eliminar filtros, permitirse sentir cosas y conectar con aspectos de la forma más transparente posible.

Según Faba:

La gente siempre tiene resabios y dice 'pero mi hijo puede hacer esa mancha'. Sí, claro, tu hijo la puede hacerla pero a tu hijo no lo llaman para hacer una exposición, porque tienen que pasar 40 años antes de que pueda hacer la mancha con cierta propiedad. Es necesario tomar una actitud de apertura, de divertirse, de entrar en el juego porque también de disfrutar su carga lúdica. Si uno se desinhibe y se siente confiado también puede establecer nuevas relaciones".

Obras destacadas

La exhibición se conforma por la serie Nimium temeraria lapsus, la cual podría ser traducida como un pequeño desliz temerario. La misma comprende las series Blanca, Negra y Brahmanda, articuladas por diferentes intencionalidades creativas que se expresan en registros estilísticos y técnicos diversos.

Nombre: Alicia. Bronce y acrílico sobre madera. 50x43 x 5m.

 

Nombre: Insomnio. Tipo: Acrílico sobre tela. Tamaño: 100x89 cm

 

Nombre: Bestioles de jardín. Tipo: Acrílico sobre tela. Tamaño: 30 x 30 cm c/u.

Los interesados en visitar la exhibición de Faba pueden hacerlo en las instalaciones de los Museos del Banco Central, de lunes a domingo en horario de 9:15 de la mañana a 5 de la tarde. También pueden adquirir sus entradas en línea o en la boletería de la institución.