Gracias a la Providencia, los costarricenses celebramos este primero de diciembre 75 años de vida sin militarismo. La admirable abolición de ejército fue conquistada por la patria hace tres generaciones. Es la idea más poderosa ofrecida por Costa Rica a la humanidad.

En el mapamundi, aparecemos como una isla de paz en medio de un mar de conflictos bélicos. Además de las guerras de Rusia contra Ucrania y de Israel en Palestina, hay más de 45 conflictos militares en África y el Medio Oriente, 21 en Asia, 7 en Europa y 6 contiendas armadas contra los cárteles de la droga en Latinoamérica.

El gasto militar mundial total aumentó en 2022 hasta alcanzar un nuevo máximo de 2.240.000 millones de dólares. En contrate, la ayuda oficial para el desarrollo llegó apenas a los 200.000 millones de dólares. ¡Qué insensatez! Se gastan nueve dólares en destruir personas por cada dólar invertido en desarrollo humano.

¿Qué nos corresponde hacer hoy para enriquecer el fecundo legado pacifista de nuestros padres y abuelos?

El derecho a la paz que heredamos nos impone del deber de la no violencia. Estamos ante el desafío de diseñar una ideología propia y una práctica ético-política autóctona de no violencia. Todo acto violento genera más violencia. Nuestra sociedad debe apostar y valorar el poder de la vida, así como ignorar y prevenir los conflictos. La fuerza de los gobernantes no es permanente, pues depende del consentimiento de la población. La acción no violenta procura disminuir ese poder si es ejercido injustamente, retirando el consentimiento de la ciudadanía.

La sociedad civil está llamada a organizar centros de investigación, estudio, enseñanza y difusión de la paz. La UNED tiene en marcha el proyecto piloto de un Instituto de Paz. ¿Cómo medir y reconocer la paz y sus beneficios en nuestras familias, comunidades y regiones? ¿Cómo desarrollar la formación académica civilista con el fin de profesionalizar más la Fuerza Pública? ¿Cómo diseñar una Doctrina Nacional No Militar de Seguridad y Defensa, en cuya ejecución participen ciudadanos voluntarios y la policía civil?

Los logros del siglo pasado han de actualizarse ante nuevos desafíos de seguridad, tales como el aumento del nivel de los océanos debido al cambio climático, la seguridad de la salud pública ante pandemias virales, la explotación de la riqueza de nuestros océanos por flotas extranjeras, la destrucción indiscriminada de la biodiversidad, la amenaza del narcotráfico y la delincuencia concomitante, la falta de agua potable y alimentos sanos para todos, el terrorismo extremista y la trata de personas para esclavizar, el debilitamiento del multilateralismo, así como nuevas y formas sutiles de hegemonía. Es que, la desmilitarización no es un lecho de rosas.

En lapsos anteriores de coexistencia más o menos civilizada, tanto Israel como Palestina han expresado interés en conocer mejor la experiencia de Costa Rica con su abolición del ejército. Este es un aporte único que, tras la guerra de hoy, puede dar nuestro país a los pueblos de Israel y Palestina, cuando decidan reconocerse mutuamente como estados independientes.

La paz es mucho más que la ausencia de conflictos armados. Es una estrategia nacional idónea si está fuertemente arraigada en la justicia y la solidaridad.

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