Costa Rica pasó de 11.177 embarazos en adolescentes con edades entre los 15 y 19 años en 2015 a 4.724 en 2022.

Datos de la Caja Costarricense del Seguro Social (CCSS) revelan que la cifra de adolescentes que se convierten en madres ha caído a más de la mitad en los últimos siete años.

La cifra se hace pública este 26 de setiembre, en medio de la conmemoración del Día Mundial de Prevención de Embarazos en la Adolescencia.

Según señaló el Programa para la Atención Integral a la Adolescencia (PAIA) de la CCSS, en el 2022 se registraron 4.724 embarazos en jóvenes de entre los 15 y 19 años de edad; mientras que en el rango etario de menores de 15 se registraron 211 casos.

Esta cifra es menos de la mitad respecto a los 11.177 casos que se presentaron en el primer grupo etario en el 2015 y a los 433 que se dieron en el segundo en ese año, según los datos del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INEC).

El año 2015 es el que se usa como base en esta nota debido a que fue la fecha en la que la Caja decidió incorporar alternativas de anticoncepción dirigidas a personas adolescentes.

Entre ellas destacan la posibilidad de acceder a implantes anticonceptivos, los cuales se dan a las menores en conjunto con información y consejería sobre su salud sexual y reproductiva.

Para la institución, esta medida marcó "una diferencia significativa" y reforzó "de manera sustancial la posibilidad de que las jóvenes pudieran tener más control del ejercicio de su sexualidad de manera informada y protegida y a definir sus propios proyectos de vida".

El trabajo para llegar a estos números empezó hace más de una década, comandado por el Consejo Interinstitucional de Atención a la Madre Adolescente (CIAMA) en el que, además de la Caja, participan el Ministerio de Salud, el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (MTSS), el Patronato Nacional de la Infancia (PANI), el Instituto Nacional de las Mujeres (INAMU), el Instituto Mixto de Ayuda Social (IMAS), el Instituto Nacional de Aprendizaje (INA), la Dirección Nacional de CEN CINAI, el Consejo de la Persona Joven y el Ministerio de Educación Pública (MEP).

Según señaló la doctora Nineth Alarcón Alba, quien es miembro del PAIA, "el embarazo en la adolescencia es resultado de múltiples causas, por ende, su abordaje ha debido realizarse desde distintas instancias e instituciones y de ahí que se hayan obtenido resultados tan positivos".

También mencionó que el país es parte del Proyecto Salud Mesoamérica para la prevención y atención del embarazo en la adolescencia, el cual se ejecutó en las regiones Brunca y Huetar Atlántica y contó con financiamiento mixto entre externo y nacional.

A su vez, se implementó un proceso nacional de capacitación a los equipos de atención de todo el país con el objetivo de reforzar la consejería y la prescripción de los métodos anticonceptivos en general pero con mayor énfasis en la población adolescente a la que se le introdujo el implante como nuevo método.

Por ello, actualmente existen en la CCSS más de 1.000 prescriptores médicos o de enfermería obstétrica certificados, gracias a una capacitación que también incluyó a personal de trabajo social, de enfermería, de psicología y a personal de redes, entre otros.

Según Alarcón:

El implante, al ser de larga duración, de fácil colocación y donde las jóvenes no tienen que 'aordarse' de tomarlo, contribuye a la prevención del embarazo en esta etapa de la vida".

Reto pendiente: las niñas menores de 15 años

La doctora Alarcón señaló que el reto que queda pendiente en materia de lucha contra el embarazo en adolescentes se centra en la prevención de los casos en jóvenes menores de 15 años.

Según la especialista, "lo más grave de estas cifras es que por tratarse de niñas y adolescentes menores de 15 años, en la mayoría de los casos se asocia con situaciones de abuso" pues cualquier relación con una menor de 12 años es un delito de violación y, en muchos casos, las relaciones que sostienen las menores de 15 pero mayores de 12 son con personas que les superan en 5 años o más, lo que también entra en el delito de relación impropia.

Por ello, la doctora señaló que:

Esto plantea nuevos retos a todas las instituciones involucradas pero también a toda la población en general para continuar trabajando en la prevención del embarazo en la adolescencia, continuar con los procesos de educación, la sensibilización y hasta con la responsabilidad de denunciar cuando sea necesario".

Alarcón señaló que es indispensable que los programas de afectividad y sexualidad que se imparten en los centros educativos sean obligatorios, pues "sus contenidos son imprescindibles como herramientas en la prevención de los embarazos en la adolescencia".

La doctora finalizó señalando que:

El principal reto, como sociedad, es trabajar articulados para que las cifras de nacimientos de madres adolescentes estén cada vez más cercanas al cero".