El 3 de mayo de este año, mientras buscaba información sobre siniestralidad laboral, entre un enlace y otro, ingresé al portal alemán “Statista” que, casualmente, acababa de publicar un artículo titulado “Los países más peligrosos para trabajar”.

Comencé a leer el artículo con la esperanza de hallar la información que necesitaba, sin imaginar que encontraría un dato que me ocasionó incredulidad: según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), Costa Rica es el país más peligroso para trabajar. Entonces decidí investigar un poco más. Todavía no comprendía cómo, entre 72 países, el mío lideraba este ranking.

Me costaba creerlo, no por nacionalismo, sino porque genuinamente considero que Costa Rica supera a otros países de la región o de desarrollo similar en varios aspectos como la calidad del marco legal en salud ocupacional, el nivel técnico de los profesionales, la calidad de las universidades y el involucramiento de algunas instituciones públicas.

Datos preocupantes

Llegar a la cima del monte Everest ha sido un anhelo de muchos escaladores profesionales. Muchos lo han logrado, pero también muchos han perecido en el intento. Para aumentar las probabilidades de éxito, los montañistas deben establecer una hoja de ruta y, por supuesto, entrenan, se someten a exámenes médicos, se alimentan bien y, lo más importante, tienen una gran disciplina y gestionan los riesgos. Esta montaña tendría un nivel mucho más alto de siniestralidad si las personas que suben no se prepararan adecuadamente.

De acuerdo con los datos de la OIT, Costa Rica representa un monte Everest para más de dos millones de personas, con la diferencia de que no cuentan con el mismo nivel de preparación, entrenamiento y gestión de los riesgos. Los datos lo dicen: en el 2016, Costa Rica tuvo 9421 lesiones no mortales relacionadas con el trabajo y 9,7 accidentes mortales por cada 100.000 trabajadores. En números brutos, esto significa 122.275 denuncias por siniestralidad y 126 fatalidades en un año.

Los números no han cambiado. Según el informe de estadísticas de Salud Ocupacional del 2021 emitido por el Consejo de Salud Ocupacional (CSO), desde 2016 hasta 2021 la cantidad de eventos totales por año se ha mantenido por encima de 100.000 y el índice de duración media no ha sido menor a quince. Es decir, no sólo la frecuencia de ocurrencia de accidentes es alta, sino que la gravedad también: cada evento tiene en promedio dos semanas de baja y una gran mayoría de los accidentes dejan consecuencias de moderadas a graves. El promedio de fatalidades anuales del 2016 al 2021 es de 136, lo que significa casi 5 fatalidades al mes. Este es un dato alarmante.

Estos datos resultan aún más preocupantes cuando se conoce que el promedio de trabajadores informales durante los últimos años es del 45% en relación con el total de la población ocupada. Sí: 45 de cada 100 ocupadas tienen un empleo informal que, evidentemente, representa un subregistro enorme en materia de siniestralidad laboral. Como si esto fuera poco, también se sabe que, del total de población ocupada asalariada, entre 10% y 15% no está asegurada en el régimen de riesgos del trabajo del Instituto Nacional de Seguros. Es decir, debemos agregar algunos trabajadores más al subregistro.

Una realidad sin números

Durante varios años, hice gestión de salud ocupacional en varios de los proyectos constructivos más grandes y ambiciosos, no sólo de Costa Rica, sino de la región. Fueron proyectos de mucho aprendizaje en una de las industrias más peligrosas del mundo. Esto me permitió conocer colegas comprometidos con la prevención de lesiones y enfermedades de trabajo. Muchos de estos colegas luchan diariamente, no sólo contra los peligros y riesgos de las empresas sino también contra las propias compañías. Esto ocurre porque hace falta un mayor compromiso de la alta dirección.

Nadie pone en tela de duda que el objetivo primordial de una empresa es el lucro, pero, ¿se debe lucrar a costa de lesionar y enfermar a los trabajadores? ¿Es esto ético? ¿Se estarán también enfermando los miles de colegas de salud ocupacional, debido al ambiente en el que muchos se desenvuelven diariamente? Esto será cada vez más relevante, pues existe suficiente evidencia que relaciona las emociones y el estrés con enfermedades del corazón, riñones y otros órganos vitales.

El 8 de julio de 2023 el joven Dylan Sánchez, de 24 años de edad, falleció mientras trabajaba en una construcción en Tres Ríos. Por causas aún en investigación, el disco de una amoladora angular que utilizaba hizo contacto con su muslo y probablemente impactó su arteria femoral. Apenas dos días después, se reportó la caída de un hombre de una escalera en Los Ángeles de Cartago, mientras realizaba trabajos en la segunda planta de una vivienda. Lamentablemente también murió.

Estos son apenas dos casos recientes publicados por la prensa nacional, de un listado extenso que no sale a la luz pública. No me cabe la menor duda de que existen esfuerzos integrales muy importantes en muchas empresas, pero algo está fallando. Es importante que todas las organizaciones se planteen objetivos cada vez más ambiciosos de reducción de su siniestralidad. No es una tarea fácil, pero se debe revisar el grado de apoyo y compromiso con la gestión de salud ocupacional.

Más horas trabajadas, menos productividad y ¿más accidentes?

En febrero de este año, trascendió que Costa Rica es el segundo país de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) en el que se trabajan más horas, sólo por debajo de México. En promedio, en el 2021, se trabajaron 2073 horas anuales, cuando la media de los países de la OCDE es 1716 horas. Aún así, Costa Rica es uno de los países menos productivos, con un PIB por hora trabajada de 121,90 según un informe de OECD.

En países europeos como Francia o Reino Unido se ha experimentado con horarios flexibles en trabajos con jornadas de 32 y 38 horas, en comparación con la jornada de 48 horas vigente en Costa Rica. No sólo en Europa se han reducido las jornadas. Por ejemplo, Colombia aprobó la reducción de jornadas a 42 horas, gradual, flexible y sin reducción de salario.

Mientras tanto, en Costa Rica, se discute en la Asamblea Legislativa, con fuerte apoyo del Poder Ejecutivo, la posibilidad de comprimir la semana laboral a cuatro días, sin reducir la cantidad de horas trabajadas. Se proponen jornadas diarias de doce horas, claramente para un sector productivo particular, mientras otro sector, predominantemente público, continuará teniendo ciertos privilegios en sus horarios y jornadas. Cuatro horas adicionales después de haber trabajado ocho: un cóctel muy peligroso en tareas de alta criticidad como el uso de maquinaria y vehículos, trabajos en altura, manejo de productos peligrosos, trabajos en caliente y trabajos con electricidad.

Los datos anteriores son todavía más reveladores debido a que el año anterior, la OCDE situó a Costa Rica en el tercer lugar de los países con el peor equilibrio entre la vida y el trabajo, con un valor de 1,3 de 10. “En Costa Rica, el 22% de los empleados tiene un horario de trabajo muy largo, cifra mayor que el promedio de la OCDE. Entre ellos, el 28% de los hombres trabaja con remuneración muchas horas, en comparación con el 13% de las mujeres”, detalla el informe.

Existe evidencia de que “un horario de trabajo prolongado puede afectar la salud personal, poner en peligro la seguridad y generar estrés, además de tener un impacto en el núcleo familiar de los empleados”, de acuerdo con el análisis.

Inspección y supervisión estricta

Ante el aumento de la siniestralidad laboral y los números poco alentadores que ubican a Costa Rica como el país de la OCDE menos seguro para las personas trabajadoras, se esperaría que el ente gubernamental responsable tome acciones concretas. Sin embargo, en lugar de aumentar, la cobertura de la inspección laboral del Ministerio de Trabajo ha disminuido y pasó de un limitado 18,7%, en 2019, a un casi insignificante 6,4%, en 2020. Después aumentó muy poco, un 6,6%, en 2021.

Todos deseamos una reducción significativa y sostenida de la siniestralidad laboral. Sin embargo, ¿cuál es la probabilidad de que esto ocurra cuando hace falta el compromiso de la alta dirección, existen ambientes de trabajo estresantes para muchos colegas, el Poder Ejecutivo promueve jornadas laborales de doce horas y al ente regulador no le alcanza para inspeccionar ni a la décima parte de las empresas del país? Muy baja.

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