La libertad y el acceso a información científica son fundamentales para que la población tome decisiones informadas, sobre todo cuando se trata de la salud pública, como en el caso del tema de reducción de riesgos y daños del tabaquismo.

La semana pasada, durante el foro "Reducción de riesgos y daños en tabaquismo: Oportunidades y desafíos", organizado por mi despacho, expertos en el tema destacaron la importancia de encontrar alternativas menos dañinas para quienes no quieren dejar de fumar y la necesidad de contar con regulaciones adecuadas que brinden opciones a los fumadores, protejan a los menores de edad y eviten el mercado ilícito.

¿Por qué este tema adquiere tanta importancia? Porque el tabaquismo es una enfermedad que causa 8 millones de muertes al año debido a padecimientos relacionados al consumo de cigarrillos, y de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS) estas cifras no van a disminuir en los próximos años.

Existen numerosos estudios científicos que han comprobado que los dispositivos que eliminan la combustión y el humo, como los cigarrillos electrónicos y productos de tabaco calentado, son fundamentalmente diferentes a los cigarrillos tradicionales, ya que estos últimos son más nocivos para la salud al quemar el tabaco y generar humo que contiene gran cantidad de sustancias tóxicas.

Por el contrario, los productos sin combustión, como los cigarrillos electrónicos y los productos de tabaco calentado (PTC), no queman el tabaco ni generan humo y, por lo tanto, tienen el potencial de ser mucho menos nocivos para quienes quieren seguir fumando.

Durante su participación, el Dr. Enrique Terán, especialista de Ecuador, destacó que con los dispositivos libres de humo se pretende “tratar de darle al individuo, que está en el afán de dejar de fumar, la posibilidad de manejar simultáneamente la dependencia física y psicológica. Más allá de eso, busca darle al médico una herramienta práctica”.

El Dr. Terán agregó que estos dispositivos no pueden ser penalizados con impuestos más altos que los del cigarrillo común y corriente porque se convertirían en artículos de lujo y en estrategias que no son asequibles.

Por otra parte, las políticas restrictivas tienen un impacto en el comercio ilícito de estos productos y en el surgimiento de mercados informales, que afectan la calidad de los dispositivos a los que tiene acceso la población fumadora y que podrían tener un efecto mucho más negativo en su salud.

Por esta razón, es necesario contar con regulaciones que se basen en el principio de libertad, en la que el Estado no prohíba, sino que desarrolle un marco donde se regulen las nuevas alternativas para que el consumidor de tabaco pueda tener acceso a información con respaldo científico y tenga la oportunidad de elegir de manera informada.

Bajo esa premisa, he propuesto el proyecto de ley “Acceso a información para los consumidores de tabaco por medio de regulación de los sistemas electrónicos de administración de nicotina (SEAN), sistemas similares sin nicotina (SSSN) y dispositivos electrónicos que utilizan tabaco calentado y tecnologías similares” (expediente 23.553).

Este proyecto de ley ofrece opciones a los fumadores y propone que los productos de tabaco calentado no sean tratados de la misma manera que los cigarrillos convencionales, ya que no son iguales en cuanto a empaquetado y efectos en la salud de los consumidores, pues existen evidencias científicas de que generan menos sustancias tóxicas.

Además, toma como referencia las mejores prácticas internacionales en regulación de alternativas sin combustión (cigarrillos electrónicos y productos de tabaco calentado), tales como los casos de Reino Unido, Nueva Zelanda y Japón, que reconocen el potencial de estas alternativas menos dañinas y las han incorporado como parte de sus políticas públicas en protección de la salud y complemento de la prevención del fumado.

El peor mecanismo que existe para combatir algo, siempre es la restricción, podemos legislar usando la evidencia científica y tomando como base las mejores prácticas de otros países, en beneficio de las personas fumadoras, del medio ambiente y de la sociedad en general.

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