Cada diciembre, frente al parabrisas del carro cuando estoy quitando el viejo sticker del marchamo y después de haber batallado para lograrlo, pienso: ¿cómo es que Costa Rica no avanza a un modelo moderno? ¿Cómo es que no hemos dado el salto de un documento físico que nos genera tantas molestias? Y ni que decir, de tener que ir por otro sticker, porque el primero lo pegamos mal.

Lo físico no solo tiene estas dificultades, sino que nos hace menos eficientes como país, si tomamos en consideración el impacto en nuestras vidas y empresas.

El Instituto Nacional de Seguros (INS) como ente recaudador del cobro del marchamo da hoy un paso al frente y propone una tecnología innovadora, para eliminar el documento físico del derecho de circulación. Una decisión que no se toma a la ligera, no es el lobo el que viene, es la transformación digital.

La tecnología de mayor adopción y la menos invasiva para lograr ese objetivo es la llamada RFID (Identificación por radiofrecuencia, por sus siglas en ingles), la cual es de aplicación extendida en diversos usos de identificación vehicular y utilizada en decenas de países en todo el mundo.

De manera sencilla, esta tecnología requiere de tres componentes: una calcomanía (que dura 10 años) pegada al parabrisas (en el caso de automóviles) —no a la computadora del vehículo—, un dispositivo de lectura que permite verificar la información del vehículo (información pública) y un sistema de información que suministra al dispositivo lector, la información del vehículo.

Cada interacción de los tres componentes se realiza de manera encriptada para usos exclusivos del derecho de circulación y en el caso de los dispositivos de lectura, solo podrán acceder a la información aquellos que una ley aprobada por la Asamblea Legislativa, autorice a la autoridad de tránsito

Pero ¿qué posibilidades reales tiene esta tecnología para vigilar a las personas? La respuesta es, ninguna y les detallo:

  • Identificación de vehículos, no personas: corrobora datos sobre el vehículo, no puede identificar ni corroborar en ninguna circunstancia información del conductor (identificar a la persona) ni quien viaja en el vehículo. Para ello, se requiere que un oficial, como se hace hoy en día, pueda interactuar directamente con la persona.
  • Relación entre lecturas y personas: la tecnología no puede asociar lecturas a personas, por ende, el sistema de información de RFID no puede trazar datos de relaciones de hechos de personas y vehículos. En caso de que se requieran lecturas de vehículos, para que el INS pueda darlos, al tratarse el Seguro Obligatorio Automotor de un contrato privado entre el asegurado y la compañía de seguros, deberán cumplirse los requisitos de ley actuales para la entrega de información privada.
  • Efectividad de la tecnología para rastrear vehículos: si bien cierto las capacidades de esta tecnología permiten a un dispositivo, lecturas a una distancia máxima de 15 metros, sobre el derecho de circulación, existen elementos de diseño que la hacen ineficiente para los propósitos de vigilancia:
    • No emite señal por si sola, ni constante. No es un GPS.
    • No tiene dentro de su diseño capacidades de georreferenciación (carece de comunicación satelital, servidores de posicionamiento, etc.).

Con las características anteriores, la vigilancia y monitoreo que se consigna como posibilidad del Estado no es viable legal, financiera, ni técnicamente, con esta tecnología.

Finalmente, con relación a los usos de optimización de la regulación vehicular, flujos de carretera, sincronización eficiente de semáforos, vehículos de emergencia, entre otros; es una posibilidad que se abre hacia adelante, sin embargo, esto debe ser discutido democráticamente en la Asamblea Legislativa, pues requiere de una habilitación progresiva donde cada nuevo uso debe cumplir las factibilidades y los principios que las diversas leyes convergen en el uso de datos.

La transformación digital en beneficio del usuario ya llegó, Costa Rica merece ser un país más eficiente, empecemos por dejar de pegar la calcomanía y documentos físicos cada año, que no agregan ningún valor y no permitir que el lobo nos prohíba avanzar.

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