Jacques Lacan dijo… "Usted podrá saber lo que dijo, pero nunca lo que el otro escuchó"

Para algunas personas, escuchar es simplemente un acto mecánico de recibir información a través del oído. Pero para aquellos de nosotros que somos muy sensibles, la escucha va mucho más allá de simplemente escuchar las palabras que alguien dice. Escuchar se convierte en una experiencia multisensorial en la que somos conscientes de no sólo las palabras, sino también del tono, la inflexión y el lenguaje corporal de la persona que habla.

Como una persona altamente perceptiva, escuchar puede ser una experiencia intensa y emocional, nosotros no sólo oímos las palabras, sino que también sentimos la energía detrás de ellas. Podemos captar las emociones y el estado emocional de la persona que habla, incluso si no lo están expresando directamente. La forma en que alguien habla puede tener un gran impacto en nosotros, y podemos sentirnos profundamente afectados por las palabras y la energía detrás de ellas. Sobre todo, si lo permitimos o sino hemos realizado algún trabajo de gestión de las emociones. También solamente estamos distraídos es escuchar para contestar… que es lo más común en la comunicación en general.

Es por eso que la escucha activa es tan importante, no podemos simplemente recibir información y dejarla pasar sin más, tenemos que procesar lo que estamos escuchando, y a menudo algunos, que nos gusta rumiar, nos tomamos un tiempo para reflexionar sobre las palabras y la energía detrás de ellas antes de responder, pero en ambientes laborales, políticos, familiares y en relaciones de pareja, muchas veces la realidad es muy distinta. Porque escuchar implica, tomarse el tiempo y puede hacer que otros nos vean como lentos o indecisos, pero para nosotros es importante ese momento para procesar lo que estamos escuchando. ¿Les ha pasado?

La escucha activa también implica estar presente en el momento y centrarse en la persona que habla, esto significa bloquear cualquier otra distracción y estar completamente inmersos en la conversación, puede ser agotador, especialmente si estamos escuchando a varias personas durante un período prolongado de tiempo. Pero al final, la recompensa de una comunicación efectiva y una comprensión profunda de los demás vale la pena. Y nos ahorra dolores de cabeza o que los problemas se hagan más grandes, por ejemplo, en la oficina. El famoso teléfono chocho, radiopasillos o emails interminables de dimes y diretes, son parte del columpio abrasador de no querer ni siquiera escuchar lo que leemos, ¿se entiende? Estoy segura de que para algunos es muy normal.

En resumen, para aquellos que quizá nos consideramos empáticos, la escucha es una experiencia profunda y emocional que va mucho más allá de simplemente oír palabras, tomar el tiempo para procesar lo que estamos escuchando y estar completamente presentes en el momento, también es un acto de respeto y aprecio a quienes quieren comunicarse con nosotros.

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