El 6 de febrero de 2023, se registró un terremoto de 7,8 grados con epicentro en la ciudad de Gaziantep al sur de Turquía, muy cerca de la frontera con Siria. El movimiento telúrico tuvo una profundidad de apenas 10 km y ha registrado más de 47.000 fallecidos entre ambos países.

Hace apenas 20 años, era inimaginable contar con las herramientas con las que contamos hoy para incrementar la seguridad en los edificios. Actualmente disponemos de metodologías para el cálculo y el diseño, materiales de construcción de mayor calidad y normativas altamente confiables. Entonces, ¿por qué colapsaron tantos edificios en Turquía y Siria?

Existen tres elementos que deben tomarse en cuenta en estos casos: el diseño sismorresistente, el control de calidad de la construcción y el mantenimiento. Según versiones de especialistas en ingeniería estructural, en Turquía y Siria existen fallas en tres las áreas, lo que supone una combinación fatal.

Turquía ha sufrido el embate de terremotos en muchas ocasiones. Los más recientes se produjeron en 1999 y 2011. El saldo de fallecidos en esas ocasiones fue menor al de 2023, pero no por ello es despreciable: 17.000 personas perdieron la vida. Tras estos devastadores eventos, los investigadores turcos realizaron diversos análisis sobre el comportamiento de los edificios y detectaron una serie de deficiencias. Entre las conclusiones a las que llegaron pueden destacarse el diseño inapropiado, la construcción no supervisada, los materiales de baja calidad, el nulo mantenimiento y la presencia de edificios en terrenos de baja capacidad de soporte.

Según Pelin Pinar Giritlioğlu, responsable en Estambul de la Cámara de Urbanistas de la Unión de Cámaras de Ingenieros y Arquitectos de Turquía, durante años, más de 75.000 edificios en la zona afectada por el terremoto en el sur de Turquía, han recibido amnistías de construcción. Es decir, permisos para no cumplir las normativas más recientes. Incluso, se sabe que no mucho tiempo antes de la reciente catástrofe, las obras de construcción más nuevas estaban a la espera de la aprobación parlamentaria de un proyecto de ley que concedería una nueva amnistía para ellos.

México y Chile

La Latino, como llaman los mexicanos a la Torre Latinoamericana en la Ciudad de México, fue inaugurada en 1956. Esta obra es un hito de la arquitectura mundial por ser el primer rascacielos antisísmico del mundo, levantado en una ciudad de altísima actividad sísmica, sobre el suelo pantanoso de un islote del lago de Texcoco. El edificio, de 181 metros de altura y 44 plantas, contrasta con otras obras de la época que no cumplen con normas sísmicas. En países como Chile, la ingeniería de la torre se utilizó para dar un giro hacia las estructuras sismorresistentes.

Debido a que era un proyecto de gran envergadura para la época, el equipo de diseño y construcción decidió darle a la torre una estructura flexible y ligera, que le permite adaptarse a los movimientos de los sismos más potentes. La Latino posee 361 pilotes de hormigón que, enterrados a más de 30 metros de profundidad, atraviesan el terreno fangoso hasta encontrar suelo estable. Tiene 3200 toneladas de acero estructural y 75 amortiguadores sísmicos. Además, 39.000 metros cúbicos de concreto armado forman la cimentación de la torre, que expulsa el agua circundante gracias a un sistema de inyección y se asienta en el terreno al ritmo de la ciudad, que se hunde año con año.

Otra clave en su construcción son tres sótanos vacíos que funcionan como un flotador, para imitar la física de un barco sobre las olas del mar. La torre se balancea sobre el suelo con la misma frecuencia de onda que las vibraciones sísmicas que inciden sobre ella. Gracias a su diseño y construcción, soportó los terremotos de 1957, de 7,8 grados, el de 1985, que es el más devastador registrado, con una magnitud de 8,1, y los más recientes, ocurridos en setiembre de 2017 y 2022.

Chile es el país más sísmico del planeta, por lo que ha fomentado las bases para convertirse también en uno de los más avanzados en materia de construcción sismorresistente. Los ingenieros chilenos tienen claro que en este tipo de construcciones es clave contar con una estructura de concreto armado y acero como la de la Torre Latino, ya que estos materiales son lo suficientemente flexibles y resistentes para que el edificio se mueva y se balancee sin desplomarse.

Las normas chilenas oficiales, conocidas como “Diseño sísmico de edificios” y “Diseño sísmico de estructuras e instalaciones industriales”, estandarizan las metodologías y los procedimientos de construcción antisísmica de estructuras e instalaciones. Para cumplir con esta reglamentación, es necesario trabajar con materiales que garanticen el aislamiento sísmico. La educación y la investigación son también de suma importancia. Por ejemplo, la Universidad Católica de Chile incluye una empresa que ha patentado dispositivos para reducir el impacto de los sismos, tales como tabiques disipadores, deslizadores con tirantes o bielas autocentrantes, entre otros mecanismos.

Costa Rica y la importancia de la planificación

El Código Sísmico de Costa Rica incluye una cantidad considerable de componentes de diseño estructural sismorresistente. Esto, sumado a los esfuerzos del Colegio Federado de Ingenieros y Arquitectos, y a los Ministerios de Vivienda y Obras Públicas y Transportes, representa una garantía frente a sismos de gran magnitud. Estos avances en seguridad humana no son tangibles ni visibles en igual medida en países de la región como Nicaragua, Honduras, Guatemala o México.

Se debe también reconocer la importancia de la gestión del factor humano en emergencias y desastres. Por ejemplo, es necesario diseñar e implementar planes de preparación y respuesta ante emergencias, que consideren elementos específicos para el entrenamiento de los ocupantes de un edificio, de manera que sepan cómo actuar ante una eventual situación de crisis.

Se deben establecer programas de simulaciones y simulacros que permitan prever situaciones potencialmente peligrosas y evaluar los organismos internos de primera respuesta, como las brigadas y comités. A nivel comunitario, es requerido que los gobiernos, municipalidades y otros actores políticos impulsen la preparación ante emergencias mediante el apoyo en la formación, para que la población civil pueda generar sus propios planes de preparación y respuesta.

A nivel país, instituciones como el Benemérito Cuerpo de Bomberos, la Cruz Roja Costarricense, la Comisión Nacional de Emergencias o el Instituto Costarricense de Electricidad, entre otras, han realizado aportes significativos en materia de regulación, inspección y formación a nivel país, liderando, por ejemplo, la estandarización del Sistema de Comando de Incidentes como metodología de respuesta ante desastres.

A partir de 1999, hubo aprendizaje en Turquía. Y mucho. Desde entonces sabían qué hacer y qué no para construir edificios seguros. Lamentablemente, este conocimiento no ha sido llevado a la práctica, como ha ocurrido en Chile y Costa Rica. Hubo conocimiento pero no voluntad. En consecuencia, durante estos días hemos lamentado la pérdida de miles de vidas y no hemos hablado tanto de las edificaciones antiguas sino de las que fueron construidas recientemente, que también colapsaron.

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