En 2009 el terremoto de Cinchona causó daños por más ¢280.000 millones en Costa Rica. Casi ocho años después, la tormenta tropical Nate causó daños en tres cuartas partes del país, por montos que superaron los ¢329.000 millones, y fue considerada el peor desastre natural que nos había impactado en décadas. ¿Cómo habríamos afrontado estas pérdidas económicas si los dos eventos hubieran ocurrido en un período más corto?

La respuesta a esa pregunta puede encontrarse en los Estados Unidos de Norteamérica, donde dos desastres naturales con daños muy graves ocurrieron con poco más de dos años de diferencia.

El huracán Andrew azotó Florida en agosto de 1992 y el terremoto de Northridge a California en octubre de 1994, lo que ocasionó que las compañías de seguros no pudieran cubrir los daños y se declararan en insolvencia. En consecuencia, se crearon los bonos catastróficos.

¿Qué son los bonos catastróficos?

Supongamos que el Gobierno de Costa Rica quiere asegurar toda la infraestructura pública ante los daños que podría ocasionar un huracán en el país y un asegurador quiere ofrecer este servicio, pero no tiene el recurso económico. Lo que hará el asegurador es firmar un contrato de reaseguro con una entidad llamada Vehículo de Propósito Especial (VPE). El asegurador se comprometerá a pagar una prima a cambio de que el VPE le ofrezca cobertura en caso que el huracán ocurra y el VPE estructurará un bono, típicamente por un período de tres años, que venderá en el mercado de capitales a inversionistas.

El monto pagado por los inversionistas irá a un fondo fiduciario. Si el huracán ocurre el fondo será transferido al asegurador para cubrir los daños del huracán al Gobierno de Costa Rica. Si no ocurre los inversionistas recibirán el monto del fondo o principal del bono, según lo especifique el contrato.

¿Cuál es la principal ventaja para la aseguradora? Que mantiene su negocio y transfiere el riesgo. ¿Cuál es la principal ventaja para los inversionistas? Tasas de rendimiento atractivas. ¿Cuál es la ventaja para el Gobierno de Costa Rica? Asegura sus posibles pérdidas ante un evento catastrófico.

Todos los días notamos que hay una mayor cantidad de desastres naturales afectándonos. La temporada de lluvias que estamos a punto de dejar atrás en Costa Rica es calificada como “extraordinaria y fuera de lo normal”. No es de extrañar, que se amplíe la transferencia del riesgo de los seguros por eventos climáticos catastróficos. Según un artículo del Foro Económico Mundial, el mercado de bonos catastróficos crece a una tasa anual compuesta de casi el 10%.

Los bonos catastróficos pueden ser una apuesta por una mejor resiliencia. Si el huracán del ejemplo anterior ocurre es probable que no solo impacte Costa Rica, sino también a otros países de la región y que éstos busquen ayuda internacional. Estas ayudas normalmente se quedan cortas, ya que los fondos suelen ser inferiores a las cantidades prometidas y llegan tarde. Por otra parte, si se realizan más bonos catastróficos los países mejorarán su capacidad de resistencia económica y tendrán en menos tiempo el dinero que les permita proporcionar ayuda a sus ciudadanos. Especialmente para los mercados emergentes, los bonos catastróficos pueden convertirse en un importante salvavidas económico.

De terremotos y ciclones

Los bonos catastróficos presentan algunas desventajas. Si el Gobierno de Costa Rica decide asegurar la infraestructura pública ante los daños que pueda ocasionar un huracán en el país, tendrá que asumir costos para iniciar y operar el bono en conjunto con el asegurador. Probablemente se produzca una discusión entre los tomadores de decisiones sobre si vale la pena invertir estos recursos, ante una situación que podría no materializarse.

Además, como indica un artículo de la empresa Milliman, la estructura de los bonos catastróficos se adapta a una gran variedad de riesgos potenciales en diferentes zonas geográficas, pero requiere de modelos fiables para una tarificación adecuada. Para construir estos modelos, se debe contar con datos que brinden confianza a las entidades que deseen estructurar los bonos.

También, es importante considerar que estos bonos no se pueden utilizar ante todo tipo de catástrofes. Algunos desastres son simplemente demasiado probables, lo que hace que la estructuración del bono sea muy cara. Tal como indica un artículo del CFA Institute, esto ya ocurre en el mercado de los seguros. Por ejemplo muchas casas situadas en la ladera del Monte Vesubio, cerca de Nápoles, en Italia, están desiertas ante una posible gran erupción del volcán.

En la región latinoamericana el Banco Mundial ha estructurado varios bonos catastróficos. El más renombrado fue emitido por $1,360 millones para otorgar protección contra terremotos de manera colectiva a Chile, Colombia, México y Perú entre el 7 febrero del 2018 y el 15 febrero del 2021. En su momento, esa fue la mayor operación de cobertura de riesgo soberano y la segunda mayor emisión en la historia del mercado de bonos catastróficos.

El más reciente bono se reseña en un artículo de la empresa Milliman y fue estructurado para Jamaica, con el propósito de cubrir la afectación en caso de ciclones tropicales entre el 24 julio del 2021 y el 21 diciembre 2023, por una cobertura de $185 millones. El bono utiliza la presión barométrica como parámetro meteorológico, en lugar de las pérdidas económicas reales o aseguradas. La estructura del bono divide a Jamaica y sus alrededores en una cuadrícula con diecinueve secciones. Cada sección tiene un desencadenante de pago distinto si una tormenta la atraviesa, basado en la presión barométrica central de la tormenta. Esto permite que sea mucho más sencillo de calcular y que el pago sea más rápido y eficiente.

En Costa Rica

El pasado 30 junio del 2022 se oficializó la Estrategia Nacional de Gestión Financiera del Riesgos de Desastres de Costa Rica, en la que se definen cuatro lineamientos para reducir el riesgo fiscal ante la ocurrencia de desastres. Entre esos lineamientos destaca “contar con instrumentos adecuados para enfrentar los riesgos fiscales asociados a desastres” y se indica como acción clave evaluar la factibilidad de estructurar bonos catastróficos.

La gestión de desastres debe enfocarse en la mitigación, pero países como Costa Rica, ubicados en escenarios multiamenaza, deben estar preparados para una adecuada respuesta y recuperación. Como indicó Jorge Familiar, vicepresidente del Banco Mundial para América Latina y el Caribe:

Cuando hay gente tan sólo a un desastre de caer en la pobreza, el manejo de riesgo es una prioridad de desarrollo”.

Los bonos catastróficos pueden ser una herramienta ideal para el manejo del riesgo, en situaciones precarias como las que con excesiva frecuencia atravesamos los costarricenses.

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