Nací en 1948 y he visto mucho en la historia de mi país desde que tengo uso de razón. Este año fue crítico en la historia de Costa Rica, pero en realidad no fue sólo ese año sino los años cuarentas los que nos dieron a los costarricenses importantísimos patrimonios: garantías sociales como la creación de la jornada de trabajo regulada en 1943 a partir de la promulgación del Código de Trabajo, la abolición del ejército en 1948, el Banco de Costa Rica después de la nacionalización de la banca en 1948, el ICE en 1949, la Caja Costarricense de Seguro Social en 1941 por Ley No. 17 y otros.
Cabe mencionar que la ley que estableció la educación gratuita y obligatoria se creó en 1869, bajo la administración de don Jesús Jiménez. Luego en 1961 se creó otra institución estatal fundamental para el país: el AyA, Acueductos y Alcantarillados. Todas estas instituciones estatales han sido creadas por gobernantes con un gran liderazgo y una visión impresionante. Los costarricenses hemos disfrutado sus beneficios por décadas.
Para los historiadores que lean este post les pido su ayuda si alguna de las fechas no es exacta y les agradezco su corrección.
Hoy quiero referirme al 1 de noviembre de 1941: la creación de la Caja Costarricense de Seguro Social.
Mi mamá fue maestra y desde niña me llevaba, a veces para que me viera un médico, o a veces para que la acompañara al antiguo Hospital Calderón Guardia en Aranjuez. Pequeño, íntimo y amable. Ahí nacimos mis tres hermanas y yo. Ahí nació mi hija, Vanessa.
Mi mamá nos tenía a nosotras un médico pediatra privado porque decía que si se podía, había que darle campo a los que no podían pagar. Sin embargo este era un lujo que yo no seguí por mucho tiempo porque tenía una gran confianza en los médicos de la Caja. Fui operada dos veces en el Hospital San Juan de Dios por excelentes profesionales y con excelentes resultados. Mi madre fue tratada en sus años de adulta mayor en el Hospital México.
En mi familia, todas y todos los niños fuimos vacunados. Nos mandaban a tomar vitaminas y nos desparasitaban al comenzar el ciclo escolar. Recuerdo que la Caja tenía un programa en el cual los médicos llegaban a caballo hasta los rincones más remotos del país para dar atención médica. Yo, particularmente, admiraba muchísimo la vocación de estos trabajadores médicos y soñaba con trabajar para el bien comunitario cuando “ fuera grande”.
El beneficio de los servicios públicos casi gratuitos era mencionado con mucho orgullo por mis padres y por los ciudadanos de esa época. Crecí con la seguridad de que en Costa Rica yo no me podía morir por falta de atención médica. Cuando viajé por algunas partes del mundo y veía los horrores y, a veces, ausencia de servicios médicos a precios razonables o ausencia de seguridad social, yo me enorgullecía de mi país y de “ mi Caja”, como la llamaba yo.
Hoy veo, con sorpresa, que muchas instituciones se quieren privatizar o vender porque no son efectivas ni dan ganancias. Pero se crearon no como instrumento ganancial. Se crearon para beneficio de todos los costarricenses. ¿Hay que mejorarlas y modernizarlas? Claro que sí, porque todas constituyen las joyas de la abuela que nos han sido dadas de herencia. Representan el patrimonio costarricense.
Con el pasar del tiempo, las joyas se pulen o se limpian. Se les cambian las cerraduras viejas por nuevas para seguirlas usando. Algunas se vuelven a acordonar por peligro de que se reviente el cordón, pero nunca se tiran como cosas viejas sin valor. Por el contrario. Las joyas de la abuela tampoco se venden porque a los abuelos les costó ganarlas. Las joyas de la abuela representan mucho para los herederos. Las modernizamos pero las cuidamos porque representan orígenes, historia y trabajo.
Que no se le ocurra al Gobierno de Costa Rica tocarlas porque representan nuestro patrimonio costarricense. No se vende ni se privatiza. ¡Son las joyas de nuestros abuelos! Son nuestras. Sólo los costarricenses tenemos derecho a decidir qué hacemos con ellas.
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