Esta tarde quisiera compartir con ustedes varias reflexiones sobre lo que nos está sucediendo como país y sus posibles consecuencias en el futuro cercano. Nos enfrentamos a grandes y graves problemas que impactan nuestra realidad económica y social.

Ha llegado el momento de darle espacio a ese diálogo franco y productivo del que les hablé al inicio de nuestro mandato. Es indispensable que le imprimamos a este parlamento un sentido de urgencia, además de continuar con esa constante búsqueda de consensos para lograr las reformas que tanto necesita Costa Rica.

Debo reiterarles una vez más que el inmovilismo no es una opción. Tampoco lo es avanzar lentamente o con timidez ante los grandes desafíos que enfrentamos como nación, ya sea por lo que sucede en nuestro país, o por el impacto de lo que lamentablemente acontece en el mundo.

Desgraciadamente hemos estado arrastrando problemas sociales y económicos de gran magnitud derivados en parte por la COVID-19, como también por la agobiante crisis fiscal que hemos tenido durante los últimos años. A pesar del golpe por la crisis sanitaria en todos los ámbitos, las medidas que en su momento se adoptaron, ayudaron a mitigar un poco el impacto de lo que podría haber sido una catástrofe sin precedentes.

Hoy vemos en el horizonte oscuras nubes de una nueva crisis económica que podría afectarnos seriamente, y que, amenazan con atacar con virulencia a toda la sociedad, pero, muy especialmente, a la clase media y a aquellos que están en una situación más vulnerable.

La injustificada guerra entre Rusia y Ucrania está provocando el incremento en el precio de los combustibles que están sintiendo las y los costarricenses en sus bolsillos. Ese lamentable conflicto armado también está generando un incremento en los precios de muchos productos de consumo diario, principalmente en los alimentos.

Esa situación se está dando también en la Zona del Euro, en América Latina y muy particularmente en Estados Unidos, nuestro principal socio comercial.

La inflación en ese país, la más alta en cuarenta años, que llegó en mayo a 8.6%, tiene igualmente un impacto negativo sobre el comercio con Costa Rica, así como en la cantidad de turistas que nos puedan visitar en los próximos meses.

Las secuelas que sufrimos por la pandemia, lo que sucede con la guerra en Europa, su impacto en los precios de una enorme cantidad de productos, y la complicada situación económica en Estados Unidos, tristemente se complementa con la crisis de los contenedores, y con el riesgo que vive el mundo, y nuestro país, de caer en la destructiva espiral que se conoce como estanflación, que es estar en el peor de los mundos: la economía se estanca, crece el desempleo y crece la inflación, todo al mismo tiempo.

Producto de todo esto, el Banco Mundial redujo la perspectiva de crecimiento de la economía mundial del 4.1% al 2.9%, mientras que el Fondo Monetario Internacional estima que el crecimiento será de un 3.6%. El propio Fondo calcula que la inflación será de 5.7% en las economías más poderosas, mientras que, en las economías emergentes, el promedio de inflación será del 8.7%.

Costa Rica es una de esas economías emergentes y, por tanto, estamos expuestos al incremento de precios internacionales de las materias primas y bienes finales. El componente importado de la inflación es relevante y está afectando significativamente a la población más vulnerable. No podemos olvidar eso, ni queremos recordar lo que sufrimos a inicios de los 80.

Al mes de mayo de este año el aumento de los precios de los últimos 12 meses alcanzó la cifra más elevada en 13 años, siendo la inflación interanual de un 8,71%. Ni más ni menos que el 66% de los productos de la canasta básica han aumentado su precio tan solo en el último mes.

Además del problema de la creciente inflación, las y los costarricenses están sufriendo por el incremento del precio del dólar. Se pueden mencionar tres factores, principalmente para explicar este crecimiento en el tipo de cambio:

  1. El turismo, que prepandemia (2019) generó $4.000 millones en ingreso de divisas, el año pasado (2021) apenas generó $1.500 millones, o sea, un 62% menos de oferta de dólares, por lo que a la fecha no alcanza los niveles previos a la
  2. El proceso de traslado de inversiones de los fondos de pensiones complementarios al exterior, especialmente a partir del año 2020, provocó un aumento significativo en la demanda de dólares, siendo que del año 2020 a la fecha se han trasladado alrededor de $2.884
  3. Aumento en la factura petrolera de más de $1.100 millones, pues de fines del año pasado a hoy, el precio del barril del petróleo pasó de $75 a $121, más de un 60%, con lo cual, hemos tenido una pérdida significativa en nuestros términos de

Producto de todo esto nuestra economía se está desacelerando, en lugar de estar teniendo la recuperación robusta y sostenida que todos esperaríamos. El Banco Central bajó la proyección de crecimiento de nuestra economía del 3.9% al 3.4%. Sumado a esto, el Ministerio de Hacienda estima un déficit financiero del 4.4% del PIB para este año y que la deuda alcance el 67.6% del PIB (Punto de inflexión en el 2023 un 67.5% y en el 2024 un 67.1%).

Según datos del INEC, hoy tenemos un 13.3% de desempleo y del total del empleo del país, el 43.9% está en la informalidad. Peor aún, 1.4 millones de personas viven en pobreza y cerca de 400 mil en pobreza extrema. Las familias en condición de pobreza, de lo poquísimo que reciben, gastan el 50% de sus ingresos en transporte y alimentación. Justamente, son esos los rubros que más están aumentado de precio.

Estimadas diputadas y diputados: no cabe la menor duda de que estamos frente a la tormenta perfecta. La inflación aumenta, el dólar aumenta, y la economía se nos puede estancar, o, peor aún, entrar en una nueva recesión. Eso solo generaría más desempleo y más pobreza.

Probablemente no podremos detener la crisis que se avecina, porque muchos de los factores que la originan no dependen de nosotros, sino de lo que sucede en el mundo. Pero si no podemos evitar la llegada de la tormenta, al menos debemos realizar todas y cada una de las acciones necesarias para mitigar su impacto y lograr una pronta recuperación.

Más que nunca debemos sobreponernos a posiciones partidistas y procurar una verdadera política de Estado donde nos involucremos todos. Da igual cuáles sean nuestros colores políticos si no brindamos soluciones que le permitan a la gente vivir mejor.

La difícil situación nos obliga a todas y todos a proponer proyectos que tengan incidencia real sobre las necesidades del país. En ese sentido, me alegra profundamente que la fracción a la que pertenezco presente ante este parlamento proyectos bajo tres grandes pilares:

  1. Reactivación económica.
  2. Generación de empleo.
  3. Atención a la población

Estos pilares se desarrollan en las siguientes iniciativas de ley o propuestas que comparto con ustedes a continuación:

  1. Ley para facilitar el traslado de créditos en dólares a colones, para que más de 760 mil personas no generadoras de ingresos en dólares, tengan esa opción en el Sistema Financiero Nacional, por un plazo de un año.

Ahora bien, pese a que los bancos pueden realizar este tipo de conversiones, con este proyecto se pretende modificar algunos artículos de la Ley del Sistema Bancario Nacional, para hacer aún más accesible este mecanismo para las personas deudoras.

  1. Un Fondo Nacional de Vivienda, para promover el crecimiento económico con sentido social, y cuyo objetivo es un techo digno para cada familia y la generación de miles de nuevos Este fondo se financiaría permitiendo la diversificación de los portafolios de inversión de las operadoras de pensiones, por medio de bonos en moneda local, con respaldo de hipotecas existentes.

Se esperaría financiar aproximadamente 40 mil soluciones de vivienda por año y generar 100 mil nuevos empleos en el sector de la construcción.

Con ello, se pretende que las familias puedan lograr el sueño de transformarse de inquilinos a propietarios.

  1. Ley para la promoción de Alianzas Público-Privadas. Es claro que el país requiere poner en marcha mejoras que permitan sacar el máximo provecho de esta figura, pero esto se debe hacer preservando la seguridad jurídica y enviando señales de compromiso con una política de Estado estable en el largo

Según el Banco Central, el nivel de construcción de obra pública se encuentra hoy un 40% por debajo de la actividad que había en abril del año 2019, previo a la pandemia. Lo que buscamos es promover la construcción de la obra pública, pero que trascienda la obra vial. Necesitamos aumentar y mejorar la infraestructura en distintas áreas como la educativa, de salud e incluso la digital.

  1. Ley para reformar el Sistema de Banca para el Desarrollo, a fin de lograr una colocación mucho más ágil, innovadora y con cobertura de todos los sectores de actividad económica. Es inconcebible, cualquiera que sea la causa, que haya en este momento, más de $500 millones sin colocar, cuando el 98% de nuestro parque empresarial es de MiPymes y están sedientas de esos recursos blandos para oxigenar sus flujos de caja y continuar con su operación mientras pasa esta tormenta económica
  2. Implementación del Fondo de Avales. Es importante que el gobierno emita cuanto antes el Reglamento de dicho fondo ya aprobado en este El artículo 4 de la ley es claro en delimitar los beneficiarios de dichos avales en empresas solventes, con buenas calificaciones de riesgo previo a la pandemia y que atraviesan actualmente por problemas de liquidez.

Recordemos que este fondo, busca ayudar a cerca del 65% de los deudores empresariales, especialmente MiPymes, y a incentivar la recuperación económica.

  1. Reestructuración de Fondos Sociales. El objetivo de los programas de ayuda social del país debe ser enfocado en las familias con menores

En un estudio del año 2018, del Banco Mundial y del BID, se demostró que en Costa Rica existen fugas o desvíos en el destino final de estos programas de casi 2% del PIB, con lo cual la eficiencia y efectividad de la política pública social se ve menoscabada.

Existen más de 80 organizaciones de todo tipo dentro del sector público que participan de estos programas, por lo que se hace necesario una revisión integral de estos recursos y entidades, para reestructurar los mismos a fin de mejorar su incidencia y con ello, realmente tener un impacto en las personas que más lo necesitan.

Debemos recuperar todo lo bueno que hemos aprobado y robustecerlo con otras iniciativas. No en todas estaremos todos de acuerdo. Son muchos, grandes y apremiantes los retos que como nación tenemos por delante. Les invito a que tengamos la fuerza y la voluntad para tratar en conjunto estos temas.

Hagamos juntos lo que es posible.

Hagamos posible lo que es viable.

Hagamos viable lo que nos opone.

Encontremos la justa medida de cambios razonables, socialmente apropiados, financieramente sostenibles y sobre todo urgentes para el futuro del país.

Este artículo fue parte del discurso de control político del diputado presidente el 15 de junio del 2022

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