Desde que nació Samuel he querido escribir acerca de la experiencia de mi parto, con la idea de motivar a las mujeres a tener un parto natural (en los casos que no hay indicación médica definida para programar una cesárea).
A nivel mundial y Costa Rica no es la excepción, se ha incrementado la programación de las cesáreas, ya sea tanto por beneficio del tratante, para tener hora definida para el nacimiento y/o por temor de la mujer de tener un parto natural, por lo que se elige realizar el pago de esta en un hospital privado.
También se da el otro extremo de partos en casa, lo cual expone gravemente la integridad del binomio madre-hijo (en caso de presentarse complicaciones, el plazo para atenderlas es usualmente de solo unos minutos, las cuales al estar fuera de un centro hospitalario no permitirían abordar), con ya casos conocidos que llegan demasiado tarde a los centros de salud de la CCSS.
Como diría Laura Gutman, en su libro, La maternidad y el encuentro con la propia sombra, la mujer desea esquivar el dolor, el cual es diferente al sufrimiento, este último se padece si la mujer se siente sola, desprotegida, desamparada.
El parto natural conlleva atravesar por un proceso de dolor físico (posiblemente el de mayor grado que haya sentido), mas no de sufrimiento, sino el previo a la culminación de un proceso hermoso, como lo es el nacimiento del bebé.
El cuerpo de la mujer esta preparado para pasar por este proceso, lo que sí debemos trabajar previamente es la parte mental, para manejar este dolor y el remolino de emociones que conlleva.
Con la aprobación del nuevo articulo 12 de la Ley General de Salud, en la cual se enumeran 8 derechos de las mujeres embarazadas (los cuales permiten evitar el sufrimiento):
- Ser tratada de manera cordial y respetuosa por parte de los funcionarios del centro médico.
- Recibir atención oportuna y personalizada.
- Recibir información clara sobre los distintos tratamientos, diagnósticos, pronósticos o intervenciones médicas posibles.
- Parir de manera natural, siempre y cuando no exista riesgo para la madre o para el niño o la niña por nacer.
- Que se respete el proceso o ciclo natural del parto de bajo riesgo.
- Mantener el apego posparto con el niño o la niña, salvo determinación médica justificada
- Recibir información clara y concisa sobre su condición y los beneficios de la lactancia materna.
- Estar acompañada durante el parto y posparto por una persona designada por ella.
En el caso de mi parto estos 8 derechos fueron respetados en su totalidad y solamente se presentó un malentendido, pues requería la aplicación de una segunda dosis de un medicamento por mi incompatibilidad sanguínea, externé la necesidad, fui escuchada y atendida (de ahí la importancia del empoderamiento y conocimiento por parte del paciente).
En mi caso, por sufrir ruptura de membranas, Samuel debía nacer en un lapso no mayor a las 24 horas, sino correspondía realizar una cesárea. Él nació a las 23 horas de iniciada la labor.
De verdad fue hermoso la manera en que la enfermera obstetra junto con mi esposo me daban ánimos y acompañaban en el proceso, tuve la hora dorada (periodo en el que el bebé apenas nace se coloca sobre el pecho de la madre, con el fin de generar conexión y secreción de oxitocina), educación acerca de lactancia materna y cuidados de mi bebé.
Samuelito recibió su tamizaje cardiaco, de hiperbilirrubinemia, visual y auditivo, en fin, cuidados de primer mundo.
Además, existe la opción de llevar de manera física el Plan de Parto, en este la madre plantea sus preferencias durante el proceso, en mi caso lo respetaron al 100%, e incluso fue comentado con el personal que me atendió.
No se debe dejar de lado que el proceso de alumbramiento está sujeto a múltiples complicaciones que tanto la madre como el niño pueden experimentar, por lo que el personal de salud requiere la colaboración de la madre durante toda la labor y puede que se requieran realizar procedimientos para salvaguardar esta integridad, lo cuales si son bien explicados por parte del personal a la madre, no deberían tomarse de mala manera.
Las mujeres debemos pasar por un proceso de preparación física y emocional para afrontar la labor de parto, leer, educarnos, hablar con otras madres, empoderarnos. Esto ayudará a que esta se lleve de la manera más satisfactoria posible y teniendo la paz y tranquilidad que en caso de presentarse complicaciones nuestra seguridad social esta en la capacidad de abordarlas de la mejor manera posible y sin tener que desembolsar cantidades exorbitantes de dinero, que conllevaría el tratarlas mediante la medicina privada.
La atención de la mujer embarazada en la CCSS ha ido evolucionando, si bien hay muchas oportunidades de mejora, como en todo en esta vida, me siento sumamente bendecida de ser costarricense y contar con todo lo que la institución ofrece en la atención materno-infantil.
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