Hay abundante literatura que refiere a los medios de comunicación como al cuarto poder de las repúblicas modernas, aunque estas no sean formalmente parte de la estructura jurídico-política  de un país. Esto, debido al poder inherente que tienen sobre la población.

Con el advenimiento de la red 2.0, la que se crea y tiene una explosión con la aparición de los sitios de debate estilo blog, primero y luego con las redes sociales como tal, el ejercicio periodístico ha cambiado totalmente, con lo que a la vez cambia un poco el poder que han tenido desde hace siglos los medios de comunicación tradicionales.

Con la irrupción de las redes sociales, cualquier persona con un teléfono celular con una cámara y una cuenta en alguna red social o página de debate se convierte en un reportero en tiempo real si se encuentra en algún sitio relevante en el momento preciso. Casos como estos se cuentan en los cientos de miles, pero para refrescar la memoria, faltar con repasar la importancia que tuvieron las personas que con su celular transmitieron al mundo lo que sucedía en tiempo real durante los estallidos sociales que tuvieron lugar en Oriente Medio y norte de África desde el año 2010 al 2012.  O aquí en Costa Rica durante las emergencias suscitadas por el huracán Otto.  El debate de quién es periodista o quién no, es algo en vigencia y hay bastantes razones para apoyar un bando o el otro. Sin embargo no vamos a entrar en ello en este momento.

Junto con lo mencionado anteriormente, es necesario recordar el término llamado ostracismo el cual se refiere a una práctica común en la Antigua Grecia, en la que las personas se apartan totalmente de la vida social en algún lugar geográfico en específico. Algunas veces esta era impuesta a través de una condena oficial, basada en una ley que se desarrolló para tales fines.  En nuestros días, en términos políticos, este término es muy utilizado para referirse a cuando una persona es apartada de un Partido Político o Movimiento Social.

Junto con el crecimiento del uso de las redes sociales, se acuñó  el término de “cancelación”  para referirse a una suerte de ostracismo en la web. Una cancelación que venía desde varios internautas o mejor dicho, desde los usuarios de las redes sociales mismas.  Tenemos algunos ejemplos como los de las personas famosas que empezaron a hablar mal sobre las vacunas en esta pandemia y de políticos como Trump. ¿Nos hemos preguntado y debatido lo suficiente sobre su impacto en la democracia?

En términos filosóficos la cancelación nos trae a la palestra la Paradoja de la Tolerancia, explicada por el filósofo Karl Popper. ¿Hasta qué punto podemos y tenemos que tolerar lo intolerable? ¿En pro de la democracia, debemos tolerar grupos Fascistas o Extremistas que promueven el odio y la muerte? ¿Hasta cuánto debemos tolerar lo intolerable?

Ya para estas alturas(2022) en los países con alta penetración de internet hemos visto cómo los movimientos sociales y políticos juegan con el impacto y el margen de maniobra que tienen en las redes sociales para llegar a sus públicos meta y para manipular el discurso público.  Por ejemplo, las redes nos meten en algo llamado “cámara de eco” lo cual no es más que un algoritmo que hace que utilicemos más estos medios de transmisión de ideas promoviendo que nuestras interacciones sean siempre con personas adeptas a nuestras propias ideas, frenan adrede a lo máximo la posibilidad de que interactuemos con personas ajenas a nuestros criterios o pensamientos. Esto es una cámara de eco, pues todo lo que publiquemos entrará en un cuarto cerrado en donde replicara en otros y los otros nos devolverán información similar.

¿Esto afecta la democracia? Sí, pues creemos que tenemos la razón en nuestros pensamientos, por ejemplo, las personas antivacunas que se niegan a aceptar con hechos científicos su importancia, se sienten envalentonadas pues su cámara de eco les provee de mucha “información” que sirve de palanca para sus pensamientos y cuando estas personas publican algo relacionado, el algoritmo se encarga de distribuirlo en otras cámaras relacionadas en donde el debate es casi nulo. Y estas nos meten tanto en nuestros propios pensamientos que aunque algunos estén herrados, nos convencen de que vale la pena luchar por ellos en la vida real en situaciones en que vidas pueden correr peligro.

Por otro lado, en estos tiempos de Guerra (por la invasión de Rusia a Ucrania) vemos como los mecanismos propagandísticos han evolucionado y adaptado a esta nueva era del cuarto poder en red. Primero que todo hay que tener claro el poder de la propaganda y de los medios de transmisión y de comunicación en momentos de batalla. Uno de los primeros pasos, ya sea de un bando o del otro, es intentar bloquear comunicaciones e informaciones del otro lado de la frontera. Ahora mismo vemos con la cancelación que tenemos de este lado del mundo que las informaciones que puedan prevenir de Rusia respecto a esta lucha armada han sido borradas de redes sociales y hasta de buscadores de internet más utilizados.  Esto es un claro ejemplo de cómo la cancelación en el mundo cibernético tiene un alto impacto en el mundo tangible.

Ahora, el punto de la cancelación escaló tanto en este tema en específico, que han cancelado artistas culturales que poco o nada tienen que ver con el conflicto. Se ha intentado cancelar de manera escalonada y desenfrenada la cultura del otro bando a niveles estratosféricos. Y aquí viene una pregunta interesante, que ahora se vuelve más relevante con la compra de Twitter por parte de Elon Musk.

¿Quién y por qué decide a quién se le cancela en una red social o no (y en el mundo real)? ¿Debemos permitir discursos de odio tanto en el mundo virtual como el real en pro de la libre expresión y la pluralidad de ideas? Valga recordar que las redes sociales son privadas, no pertenecen a ningún gobierno. Por lo tanto los derechos de libre expresión se distorsionan un poco en estos ambientes.

Es importante que empecemos dar estas discusiones en nuestros ámbitos, ya que la Tecnología llegó para quedarse y el impacto en la democracia es real. Urge una revisión mundial sobre estos medios de transmisión para determinar la mejor manera de combatir los temas revisados en este artículo.

Este artículo representa el criterio de quien lo firma. Los artículos de opinión publicados no reflejan necesariamente la posición editorial de este medio. Delfino.CR es un medio independiente, abierto a la opinión de sus lectores. Si desea publicar en Teclado Abierto, consulte nuestra guía para averiguar cómo hacerlo.