Luego de dos años de los cierres de escuelas a causa de la pandemia, el MEP presentó el Plan Integral de Nivelación Académica (PINA). El plan se puede encontrar en línea, motivo por el cual es infructuoso repetir su contenido en este artículo, sino mas bien la intención es aprovechar este espacio para proponer tres sugerencias sencillas pero significativas, para así recuperar, restaurar y reconstruir la educación en estos momentos de crisis.
Incorporar a estudiantes de educación como personal de apoyo en las aulas
Por experiencia propia, puedo dar fe de la enorme diferencia que hace una persona asistiendo en las labores de enseñanza en el aula. En educación se cuenta con la gran ventaja que las personas asistentes no tienen que contar con amplia experiencia, ni años de estudio, para poder aportar, bastan solo lineamientos claros del docente guía. Desde preparar material hasta labores de supervisión y revisión de trabajos, una persona asistiendo en el aula libera las cargas del educador guía para que así pueda dedicarse a trabajar en grupos pequeños o individualmente con estudiantes. Se crea un escenario ganar-ganar, para los estudiantes de educación ya que no hay mejor aprendizaje que la práctica, para los educadores al contar con apoyo y para los estudiantes al beneficiarse de una educación más personalizada. Lo ideal es asignar un asistente por aula, pero hasta con solo un par de horas semanales se puede catalizar un cambio significativo en el ambiente de aula.
La literatura existente muestra que los educadores valoran la contribución del personal de apoyo ya que tienen un papel complementario en el proceso de enseñanza, los sustituyen en un conjunto de tareas no docentes y rutinarias y reducen la presión sobre el docente en relación con la gestión del aula, creando así un ambiente de aula más productivo.
Además, permiten un entorno de aprendizaje más flexible al facilitar la creación de grupos de diferentes tamaños y características para responder mejor a las necesidades de los estudiantes y otorgarles una mayor participación e inclusión en las actividades del aula. Cabe rescatar la importancia de trabajar en grupos pequeños en estos momentos pues los estudiantes regresarán con muchas diferencias gracias a factores externos durante la pandemia, como accesibilidad a conectividad y grado de escolaridad de cuidadores que fungieron como facilitadores del aprendizaje.
El personal de apoyo no solo contribuye positivamente en términos de una mayor cobertura de la enseñanza y el currículo, sino también es efectivo través de intervenciones estructuradas, mejorando el rendimiento estudiantil, particularmente entre los estudiantes desfavorecidos, que tienden a experimentar bajos niveles de bienestar en las escuelas y niveles más bajos de logro.
Establecer un programa complementario de lectura
Un punto clave para la nivelación del aprendizaje es desarrollar programas complementarios al currículo tradicional para incentivar y fortalecer las habilidades de lectura en los estudiantes. Actualmente, existen plataformas en línea con una infinidad de recursos para apoyar esta iniciativa. Estos programas se pueden implementar en conjunto con las ONG, empresas privadas y las mismas comunidades, para aprovechar el tiempo fuera del aula, como las tardes y el tiempo de vacaciones.
Contrario a suposiciones comunes, la realidad es que los estudiantes no pasan la mayoría de su tiempo en el aula. Aunque no parezca a simple vista, los estudiantes pasan hasta más del 75% de sus horas fuera del aula, tiempo que se debe aprovechar de la mejor manera en estos años de desarrollo. Si se continúa planeando solo para las horas presentes en el aula, esto resultará en un progreso lento en lectura durante el año académico y regresiones crónicas durante las vacaciones.
Para incidir en cerrar la brecha de alfabetización, se pueden desarrollar programas que aprovechen el potencial de la colaboración entre familias y docentes, fortaleciendo la instrucción de lectura con: talleres de capacitación de cuidadores para leer en casa, un riguroso ciclo de capacitación para educadores y una estructura de incentivos que otorgue herramientas de aprendizaje a las familias, desde libros hasta tabletas, en proporción a los logros de lectura de los estudiantes.
En períodos de tan solo cinco a diez semanas, los estudiantes pueden mejorar las habilidades de lectura al mismo tiempo que se fortalecen las relaciones entre los alumnos, las familias y los educadores.
Implementar estrategias intra escolares
Existen varias estrategias que se pueden aplicar dentro de cada centro educativo y no dependen de estrategias a nivel regional. Una que ha sido utilizada exitosamente es la práctica de conservar al docente con un mismo grupo por dos años consecutivos, permitiendo a los estudiantes y docentes continuar fortaleciendo las relaciones existentes, un factor crucial para apoyar la recuperación del aprendizaje de los estudiantes después de épocas traumáticas, como la pandemia. Se ha documentado que esta práctica también conduce a ganancias en el puntaje de pruebas, mantiene a más estudiantes en programas de educación general, mejora la asistencia a la escuela y brinda a los maestros la capacidad de desarrollar continuidad al responsabilizar a los estudiantes por el aprendizaje entre los años escolares con el trabajo de refuerzo asignado en vacaciones. Garantizar esta continuidad de las relaciones existentes es aún más crítico en una realidad postpandemica ya que los estudiantes se benefician de la consistencia en el entorno del aula, los procedimientos del aula y la instrucción. En consecuencia, se promovería un entorno de aprendizaje estable y coherente para ayudar a la recuperación a largo plazo.
Otra estrategia práctica que no genera un costo agregado, es fomentar la colaboración entre estudiantes de diversos niveles. Se pueden establecer programas de mentoría, tutorías y apoyo entre los estudiantes de grados mayores con los estudiantes de grados menores. El estudiante mayor se beneficia al desarrollar habilidades socioemocionales, como la empatía, y a la vez refuerza su conocimiento al tener que deconstruirlo para explicarlo. El alumno menor se beneficia al recibir un apoyo personalizado de una persona estudiante que puede ser más relacionable que un docente adulto. Esta simbiosis no solo beneficia a la pareja participante sino también propicia un ambiente de comunidad y familia dentro del centro educativo, los mismos estudiantes cuidándose y apoyándose para salir adelante.
La investigación demuestra que las experiencias educativas que son activas, sociales, contextuales y propiedad de los estudiantes conducen a un aprendizaje más profundo. Los beneficios del aprendizaje colaborativo incluyen: desarrollo de pensamiento de nivel superior, comunicación oral, autogestión y habilidades de liderazgo.
Un programa de tutoría individual es una de las formas más rentables de mejorar el rendimiento académico y la recuperación del aprendizaje. Si la cooperación entre niveles no es factible por cuestiones de horarios, se puede recurrir a docentes retirados y voluntarios de la comunidad.
La incorporación de estudiantes de educación como personal de apoyo, programas complementarios de lectura y estrategias intra escolares son tres propuestas sencillas y de bajo costo financiero que pueden robustecer el Plan Integral de Nivelación Académica. No basta con señalar las deficiencias del plan o proponer las mismas soluciones esperando obtener resultados diferentes. Es el momento de pensar fuera de la estructura tradicional y cambiar la respuesta automática de “no se puede”, para realmente empezar a recuperar el aprendizaje perdido, restaurar el sistema educativo y reconstruir una propuesta efectiva para la niñez y juventud que añoran un futuro mejor.
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