La ciudadanía costarricense, aquella que asume su responsabilidad de vigilar el rumbo que dan nuestros gobernantes al país, no ha tenido tregua por casi un lustro. Las amenazas a la democracia tica capean desde entonces y se muestran cada vez más terroríficas.
Vadeamos, por lo menos en el momento, el peligro de un gobierno fundamentalista y poco respetuoso de los derechos humanos, por decir lo menos, para caer en el juego de tratar al gobierno que obtuvimos, como si no hubiese alcanzado legitimidad, al punto que Costa Rica no ha tenido un Gobierno de la República, sino un gobierno PAC; cosa que le agradecemos a buena parte de la prensa y a muchos diputados irresponsables. Por su parte el gobierno PAC no solo no se sacudió de ello, sino que practicó hasta el fondo aquello de “no estamos aquí para caer bien” y se dejó endilgar, como la barca “La Gloria” en el “Arrancacorazones” de Boris Vian toda la culpa del mundo (# la culpa es del PAC). El PAC cargó con las faltas propias y ajenas en un silencio que resultó suicida, por eso las palabras extemporáneas de su padre Ottón Solís son más un requiescet in pace.
Este gobierno no ha sido el peor, pero alcanzó el desamor de sus enemigos y el de los que lo llevaron al poder. Debemos, en justicia, recordar que ejercer en pandemia no ha sido fácil y también agradecer el manejo de esta.
En febrero enfrentamos una primera ronda electoral con una oferta más parecida a un talonario de rifa, por el exceso de personas que se consideraban a sí mismas presidenciables, muchas de ellas con más ego que sustancia para tal aspiración.
De frente a una segunda ronda el panorama es desolador, o votamos por Figueres, la cabeza de un partido Liberación Nacional que se niega a renovarse y a enfrentar sus yerros o por Rodrigo Chaves, una ficha que el PAC trajo al tablero político, craso error, aunque ahora resulte que nadie lo conocía.
Rodrigo Chaves asusta con sus poses de dictador, sin alcanzar el poder ya ha atacado a la Asamblea Legislativa, al Poder Judicial, a la prensa y a todo lo que ha podido atacar. Desconociendo la Constitución y la ley, pretende gobernar a punta de referendos. ¿Cómo lo haría? Lo aclara bien la diputada electa Pilar Cisneros, quien en entrevista con Randall Rivera dijo: “Si no se puede, que pasa si de verdad entonces empezamos el camino para que se pueda”. Pareciera que tal camino supone saltarse con garrocha el marco legal, el marco institucional y la Carta Magna del país y sin duda supone el autoritarismo.
En su discurso, Chaves afirma y niega sobre lo mismo, sin que le inquiete la contradicción, a veces sus declaraciones parecen un collage de frases extraídas de himnos nacionales y abusa en ella de algunas palabras tanto por la forma como por el significado (“somos un tsunami”, “fue un tsunami de ternura”), pero, en fin, una persona con un doctorado, que no sabe lo que significa “displicente” puede que no sepa que un tsunami es un desastre natural.
Ni a Rodrigo Chaves, ni a su diputada estrella les preocupa demasiado la verdad, hablando con Rivera, Cisneros afirmó que en Europa (así, como si fuera un solo Estado) el tema del aborto se había zanjado vía referéndum. No fue así en Alemania, no fue así en Francia, ni en España, ni en Suiza, ni en Suecia y más. Sí se dio en San Marino, en Irlanda y en Gibraltar. Las verdades a medias son tan peligrosas como las mentiras.
Ninguna de las dos tiendas políticas ha dudado en usar la vida privada de mujeres, para equiparar la talla ética de los candidatos (a la baja). Esto constituye un proceder cobarde y revictimizador. La misoginia ha alcanzado niveles preocupantes en este proceso.
Así las cosas, estamos en una situación que impone decisiones abismales. El vértigo no debe obnubilarnos, pues de ello depende el futuro del país.
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